Si la oposición venezolana gana las elecciones de este domingo y Nicolás Madurotiene que recoger sus disfraces, calarse un sombrero y abandonar el Palacio de Miraflores el trastazo va resonar en América Latina porque será el gran lamparón del espejismo que, hace 15 años, Hugo Chávez presentó como el futuro político de la región y al que bautizó como Socialismo del Siglo XXI, una expresión que le robó al sociólogo Heinz Dieterich.

Las encuestas realizadas para los comicios y el escenario venezolano acosado por la escasez, la violencia, la inseguridad y el deseo de cambio, sitúan en desventaja al aspirante oficialista. El 'sí' condicional se lo debemos a lasamenazas del líder chavista con lanzarse a la calle a luchar por la revolución en el caso de que no se respalde su candidatura.

La eventual derrota del heredero del paracaidista de Barinas, con sus particularidades, tiene una relación directa con el reciente triunfo electoral de Mauricio Macri en Argentina, quien levantó de la silla de mando a Cristina Fernández de Kirchner, otro pilar del populismo latinoamericano que, en los primeros años de este siglo, parecía una corriente imperecedera y arrolladora.

Con la explosión de Maduro y el ascenso de Macri a la Presidencia de Argentina, dos de los más grandes países de Sudamérica se quitarían el apodo que Chávez le puso al autoritarismo con pretensiones totalitarias. Y queda Brasil en medio de una enorme crisis económica, enfermo de corrupción y con su presidenta, Dilma Rousseff, un puntal de la cuadrilla populista, con menos del 10% de aprobación de la población y en remojo por un 'impeachment' del Congreso que la puede mandar a su casa en cuanto despunte 2016.

De la poderosa armazón de aquél bloque que algunos se atrevieron a consideraruna especie de Unión Soviética del Cono Sur, sobreviven como náufragos por cuenta propia Ecuador, Bolivia y Nicaragua con sus persecuciones a la oposición y a la prensa y algunas puntuales y cuidadosas declaraciones antiimperialistas.Cuba, la inspiración original, salió de la aventura por otra vía. No pudo construir el socialismo real ni el del siglo XXI y negoció con Estados Unidos comprar unos harapos de capitalismo.

Y se acabó la eternidad socialista que anunció Hugo Chávez en el año 1998.