El jefe del espionaje germano pide colaboración a los cientos de miles de refugiados que llegan al país para que denuncien cualquier sospecha.
Alemania
se encuentra en el punto de mira de Estado Islámico y es consciente de que la
peor amenaza reside dentro de su territorio. El jefe de la inteligencia
alemana, Hans-Georg Maassen, confirma que en el país viven ya 1.100 islamistas
que suponen un peligro para la seguridad nacional y que 430 de ellos son
considerados como especialmente peligrosos por su disposición a cometer atentados
en cualquier momento.
En una
entrevista con la cadena de radiotelevisión MDR, Maassen ha pedido esta mañana
colaboración ciudadana a los cientos de miles de refugiados que están llegando
al país y se concentran en refugios y albergues provisionales. Tiene constancia
de que, en más de 150 ocasiones, salafistas radicales se han introducido en los
albergues tanteando la ideología de los recién llegados y preparando el terreno
para contactos más asiduos de adoctrinamiento. La Oficina de Protección de la
Constitución (BfV) invita a los refugiados a informar a los responsables de los
centros de acogida sobre estas visitas. "No se trata de denunciar a nadie.
Sencillamente queremos saber qué puede suponer un peligro para la seguridad
interna de nuestro país", ha defendido Maasen.
El
salafismo, tal y como lo define la BfV en sus documentos de trabajo, es una
ideología teñida por el wahabismo cuyo fin último es jerarquizar una severa
interpretación de los preceptos del Corán y una versión temprana del islam por
encima del Estado laico, de sus leyes, de los derechos individuales y de las
libertades civiles. "En Alemania hay actualmente más de 8.350 personas
pertenecientes a grupos salafistas. Esta cifra ha aumentado notablemente en los
últimos meses. A finales de septiembre eran 7.900", anota Maasen,
advirtiendo contra el gran caladero de reclutamientos que estos grupos
radicales ven en los refugiados procedentes de Oriente Próximo.
“Las
redes salafistas promueven una gran campaña para atender a los refugiados.
Muestran gran preocupación por el hecho de que los musulmanes recién llegados
puedan terminar abandonando su religión o convirtiéndose al cristianismo. Se
presentan en las estaciones de tren ofreciendo ropa, comida, ejemplares del
Corán y alfombras para arrodillarse y orar. Incluso se ofrecen a acoger a
refugiados en el seno de sus propias familias”, describe Susanne Schröter,
directora del Centro de Investigación del Islam Global (FFGI), “estas personas
llegan en condiciones muy extremas y cualquier manifestación de solidaridad o
simpatía que reciban caerá en suelo fértil”. Schröter considera que es
importante diferenciar, puesto que quienes huían de Estado Islámico no se
sentirán atraídos por los salafistas, mientras que otros musulmanes devotos que
huían de las fuerzas de Bashar al Assad están más predispuestos.
Predicadores
del odio
En los
últimos meses, las fuerzas de seguridad alemanas aseguran haber evitado que se
llevasen a cabo 11 atentados terroristas planeados en el país. No hay evidencia
alguna de que en Alemania hayan entrado terroristas entre las oleadas de
solicitantes de asilo. Según Maassen, se han estudiado hasta cien casos de
posibles yihadistas o criminales de guerra entre los refugiados, casi siempre
tras recibir información de otros solicitantes de asilo, pero en la mayoría de
los casos se trataba de confusiones o de intentos de desacreditar a otra
persona. En la actualidad hay abiertas diez investigaciones.
Por otra
parte, la inteligencia alemana sigue desde hace décadas muy de cerca a destacados
líderes salafistas en su territorio y es difícil que establezcan contactos
firmes sin que la BfV tome nota. Pierre Vogel, por ejemplo, predica desde 2006
contra los atentados contra inocentes y contra los crímenes de honor, pero su
estricta identificación entre lo musulmán y lo bueno, y consiguientemente entre
lo no musulmán y lo malo, sumada a la gran popularidad de que goza entre la
población más joven, contribuye a la rápida radicalización de sus seguidores.
Hassan
Dabbagh, alemán de origen sirio e imán de la mezquita Al- Rahman en Leipzig, ha
difundido escritos que atentan contra la Constitución alemana y ha sido
perseguido por la fiscalía. Al igual que grupos como Tauhid Germany, Hlefen in
Not, Ansarul Aser o Comunidad Islámica Milli Görüs e.V (IGMG) ofrece
orientación y ayuda a los refugiados que acaban de llegar a Alemania buscando
nuevos adeptos. Maassen confía en que la buena voluntad de muchos refugiados
favorezca los avisos y evite el reclutamiento y el aumento de nivel de la
amenaza.