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16/12/2015 | Alemania privatiza la acogida de refugiados

Carmen Valero

Las autoridades alemanas están privatizando la acogida de los refugiados que llegan al país ante la falta de infraestructura pública y capacidad logística para dar techo y alimentar al casi el 1,5 millones de personas que habrán llegado al país a finales de año. Un negocio surgido de la emergencia del que participan empresas de servicios sociales, de transportes, catering, hostales, inmobiliarias, fabricantes de módulos prefabricados y hasta las iglesias.

 

Las autoridades alemanas están privatizando la acogida de los refugiados que llegan al país ante la falta de infraestructura pública y capacidad logística para dar techo y alimentar al casi el 1,5 millones de personas que habrán llegado al país a finales de año. Un negocio surgido de la emergencia del que participan empresas de servicios sociales, de transportes, catering, hostales, inmobiliarias, fabricantes de módulos prefabricados y hasta las iglesias.

Los 6.000 millones de euros que el Gobierno de la canciller Angela Merkeldestinará este año a los refugiados conforman un pastel que da para muchos trozos. Y no sólo en Alemania, pues las carpas y las viviendas-contenedores para refugiados, por ejemplo, se han convertido en un bien tan preciado que la crisis ha acabado con las existencias en el mercado europeo.

"El producto está agotado. Nosotros las hemos tenido que importar de Turquía, Asia y Rusia. Hace unos días incluso nos trajimos de Sochi una de las carpas utilizadas los Juegos de Invierno", declaró a este diario el portavoz de la empresa de servicios sociales European Homecare, el profesor Klaus Kocks.

Según el director gerente de la Federación de sistemas de construcción CHB, Günther Jösch, de los 150.000 contenedores para vivienda temporal y oficinas que hay en Alemania, entre el 20% y el 30% acogen actualmente a refugiados. El resto está sujeto a contratos de larga duración con distintas industrias y en consecuencia no disponible.

Precios elevados

El mercado ha vivido una sacudida tal, que el gerente de la empresa de contenedores y oficinas berlinesa CHB, Peter Bonizt, augura que los fabricantes no podrán servir antes de mayo o junio del año que viene y que, además, lo harán a precios más caros.

"Los precios se han disparado. En las últimas semanas el alquiler de un contenedor, sin cargos adicionales ni extras, era de 200 euros por mes y el precio de compra unos 6.500 euros, un 10% más caro que antes de la crisis de los refugiados", agregó Bonitz. Hay empresas y distribuidores que han llegado a pedir hasta 20.000 y 30.000 euros.

En la primera mitad del año, la oficina de Bonitz en Berlín ha proporcionado 1.600 contenedores en alquiler por un precio de 23 millones de euros, "diez veces más de lo que el negocio suele generar".

Se trata, a su juicio de un precio excepcional, pero razonable, ya que la operación "tiene grandes riesgos". Muchos de los contenedores no podrán volver a ser utilizados.

También en la crisis de los refugiados rigen las leyes de la oferta y la demanda. Y eso explica que en Berlín, con 68.000 refugiados, se hayan debido construir por la vía de urgencia seis asentamientos de contenedores para 2.186 refugiados por un costo de 42,7 millones de euros, a los que se añadirán 36 grandes centros para 7.200 personas por 160 millones.

Aunque los precios de los contenedores han subido como la espuma, European Homecare ha hecho acopio de 3.000, lo que ha permitido a esta empresa familiar con sede en la ciudad de Essen (oeste) pujar por contingentes de refugiados con ventaja de mayorista.

Ha logrado adjudicarse la atención de 14.000 refugiados -12.000 de ellos viviendo en contenedores- a "11 euros por cabeza y día" lo que supone 154.000 euros al día o 4,6 millones al mes o 55,5 millones al año.

El 'Aldi' de los servicios sociales

"Es muy poco, pues estamos hablando de 11 euros diarios por techo y tres comidas", dijo el profesor Kocks y subrayó que para European Homecare eso significa "servir 120.000 comidas completas al día en 120 centros repartidos en todo el país", un servicio dado en subcontrata a una de las mayores empresas de catering de Alemania. En algunas ciudades se da por ello la circunstancia de que los niños en las escuelas, los universitarios en las cantinas, los enfermos en los hospitales y los refugiados, comen lo mismo.

"Naturalmente buscamos beneficio, como cualquier empresa privada, pero no a costa de la calidad, sino comprando en grandes cantidades y barato. Somos el Aldi de los servicios sociales", afirmó el profesor en referencia a esa cadena de supermercados, una de las más económicas del país.

Se calcula que Europan Homecare, convertida con la crisis en el operador de campamentos de refugiados más grande de Alemania, ha incrementado sus beneficios desde 2013 un 80%.

No es la única. Según el diario económico Handelsblatt en la actualidad hay más de un centenar de empresas, asociaciones, empresas de autobuses para el traslado de los refugiados a los centros de acogida y cadenas de hostales que venla afluencia de migrantes como un verdadero plan de relanzamiento económico. Y no todos con los mismos escrúpulos.

De los 390 pensiones y hostales que aceptaron como moneda de cambio el "pagaré" de 50 euros que el Senado berlinés entregaba a los refugiados para que ellos mismo se buscaran alojamiento, desbordados como estaban en las oficinas de registro y sin instalaciones municipales donde alojarles, quedan un tercio.

Sigue en la lista de establecimientos colaboradores el hostal de mochileros Rixpack, aunque su dueño, Stefan Richter, haya sido acusado de meter hasta 10 refugiados en habitaciones de cuatro camas, algunas rotas, sin sitio para sentarse, apenas mobiliario y con aseso y ducha compartidas.

"Para esta clienta el mobiliario debe ser robusto, como en las cárceles" responde Richter a las críticas. "La limpieza no es la primera prioridad para ese tipo de huéspedes".

Supresión del pagaré de 50 euros

Las autoridades de Berlín suprimieron en octubre el pagaré de 50 euros en favor de una concertación directa, más controlada y a mejor precio con los hostales, a los que ahora paga entre 12 y 30 euros por refugiados.

El responsable de Servicios Sociales del barrio berlinés de Neu Kölln, Bernd Sczecepanski declaró al respecto que "no puede ser que los refugiados tengan en vivir en condiciones indignas y que encima tengamos que pagar como si estuvieran en Adlon", en referencia al hotel que se alza junto a la Puerta de Brandeburgo y cuya fachada dio la vuelta al mundo con la imagen de Michel Jackson mostrando a su hijo desde la ventana.

El Rixpack, no sólo no fue clausurado por servir hacinamiento y suciedad sino que cualquier turista que entre en su página web podrá leer: "At this time we host refugees only. Touristic rooms are nor available" ("En estos momentos sólo acogemos refugiados. No hay habitaciones turísticas disponibles").

También han reenfocado el negocio hacia los refugiados la cadena City54, conhabitaciones y desayuno a partir de 12 euros. Claro que donde antes cabían 208 turistas ahora caben 700 refugiados.

Y por esa misma regla de tres, el Baxpax, con varios establecimientos en la ciudad, se plantea habilitar una planta entera sólo para refugiados. Serían unas 220 camas en habitaciones dobles al precio de entre 90 y 100 euros noche con un máximo de seis meses, lo que según su director, Ante Zelck, aseguraría al establecimiento unos 300.000 euros mensuales, "mucho dinero para un hostal de nuestras características".

En una respuesta a la fracción del partido Die Linke, el gobierno de Berlín afirmó que entre el 1 de enero y el 18 de junio, la Oficina de Berlín para la Salud y los Servicios Sociales (Lageso) asumió 3.000 pernoctaciones para 5.667 personas, lo que supuso un desembolso de 14,5 millones de euros.

Esa cifra se habrá duplicado al añadir los pagos del segundo trimestre, si bien en estos momentos, de los 35.000 refugiados que hay con perspectivas de quedarse en Berlín, sólo hay viviendo en hostales unos 750, aseguró a EL MUNDO una portavoz de Lageso.

Lo que no dijo es que muchos de los hostales que se apuntaron al negocio se han borrado de la lista porque cambiaron de idea o se los comieron las deudas, pues Lageso tarda meses en pagar las facturas. Es tal el atasco administrativo de Lageso que su presidente, Franz Allert, se ha visto obligado a dimitir.

En esa situación de impago no se vería jamás a European Homecare . El profesor Kockus aseguró a este diario que ellos cobran "siempre por adelantado".

La necesidad urgente de techo para el millón largo de refugiados que han legado al país también ha tenido efectos en la venta y alquiler de carpas y tiendas de campaña.

45.000 en tiendas de lona

Aunque las cifras oscilan y la estructura federal de Alemania impide dibujar con definición dónde están y cómo se han alojado a los refugiados, se calcula que en este momento hay más de 45.000 viviendo en tiendas de lona, lo que asegura, con las primeras nieves y pese al bombeo incesante de generadores y recubrimiento con plásticos, situaciones humanitarias e imágenes poco deseables.

Consciente de ello, Holger Kappler, propietario de una carpintería en el estado de Renania-Palatinado, ha ideado módulos de madera, un material más aislante que la lona y más amigable que la chapa. En su taller se trabaja a marchas forzadas en la primera entrega con cabida para 200 refugiados. El lugar asignado es un descampado próximo al aeropuerto de Hamm, próximo a la ciudad de Dortmund (oeste).

Negocio más sustancioso es el alquiler de carpas climatizadas de hasta 2.000 metros cuadrados de superficie, igualmente "agotadas", según el gerente de la empresa sajona Tarter Zelte AG, Sven Tarter, cuyo teléfono, asegura "no para de sonar desde hace semanas".

Hay pudor a la hora de revelar el costo, pero diversas fuentes señalan que rondan los dos millones de euros mensuales.

Pero no sólo las empresas están incrementado sus ingresos en este resurgir de los servicios sociales. También las asociaciones, fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro aumentan sus arcas con donaciones, alquiler de instalaciones o prestación de servicios a los refugiados.

La Cruz Roja Alemana atiende actualmente a cerca 15.000 refugiados en medio centenar de campamentos en todo el país. Los gastos van a cargo de los ayuntamientos concernidos.

Igual hacen las iglesias Católica y Evangélica, con casi 3.000 refugiados en régimen de alquiler en centros parroquiales, casas convento, asilos, albergues y un sinfín de propiedades repartidas por todo el país.

La caridad no necesita alquiler

Que las Iglesias pasen el cepillo a las administraciones públicas por atender a los refugiados chirría a muchos cristianos y muy especialmente a quien tiene que dar el ok a muchas de esas facturas, el ministro de Finanzas del estado federado de Baviera, Markus Söder, del partido socialcristiano (CSU).

Söder apeló a las Iglesias a que hicieran esa labor "gratis" porque "ayudar a la gente no es sólo responsabilidad del Estado" y porque "la caridad no necesita alquiler".

"Si renunciamos al pago del alquiler y servicios prestados, no podríamos ayudar a los refugiados. No se puede prestar ayuda gratis porque eso acabaría con los fondos previstos para otras actividades sociales", declaró a modo de respuesta el arzobispo de Múnich, cardenal Rainhard Marx.

El ministro contraatacó recordándoles que cada año reciben del Estado unos cien millones de euros de la recaudación de impuestos, pero ese argumento tampoco parece haber tenido mucho calado.

Tras el sínodo de otoño celebrado a mediados de noviembre por los obispos en Freising (sur), el cardenal Max declaró: "He recomendado seguir con nuestra práctica. El dinero se queda en las parroquias".

Eso sí, las organizaciones que dependen de la Iglesia Católica harán una rebaja al ministro y alquilarán un 10% por debajo del precio de mercado.

No fue posible obtener una cifra, siquiera una estimación de los ingresos por alquiler y atención a los refugiados que cargan las organizaciones religiosas. El discurso oficial es que se destina a ayudas más de lo que se recibe, pues "no se acoge por dinero sino para ayudar".

"Nos vemos en la obligación de ayudar, pero en las condiciones correctas y en pie de igualdad respecto a otras entidades privadas", declaró un portavoz del arzobispado muniqués.

El jefe de la Iglesia Evangélica de Múnich, el obispo Bernhard Keller, sigue la misma línea pues "la única manera de seguir prestando ayuda es percibiendo alquiler. Si renunciamos a ese dinero aliviaremos las arcas del Estado, pero no la situación de los refugiados".

El dramaturgo alemán Bertolt Brecht escribió en La madre coraje y sus hijos, que la guerra alimenta mejor a su gente, un buen título para la

industria de los servicios sociales que ha surgido en Alemania con la llegada masiva de refugiados. Si el Gobierno les reconoce finalmente el derecho a la reagrupación familiar, el negocio podría multiplicarse por cuatro.

El Mundo (España)

 



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