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20/12/2015 | Ataques deliberados a civiles

Mariano Aguirre

Los ataques contra poblaciones e infraestructuras civiles han sido habituales en las guerras y el terrorismo. Pero, impactar de forma premeditada contra la población civil es una tendencia en aumento.

 

Los ataques contra poblaciones e infraestructuras civiles han sido habituales en las guerras y el terrorismo. Pero, impactar de forma premeditada contra la población civil es una tendencia en aumento en las últimas décadas. Pese al desarrollo de armas de alta precisión, cada vez hay más civiles entre las víctimas mortales de los conflictos. Es el caso reciente de un hospital en Afganistán, los ataques de Israel contra escuelas de Naciones Unidas en Gaza, el uso de aviones no tripulados estadounidenses y de la fuerza aérea saudí sobre núcleos urbanos en Yemen, y la práctica sistemática del Gobierno sirio de arrojar barriles con combustible inflamable sobre ciudades.

En 2009 el prestigioso Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) indicó que, en contraste con la violencia en el campo de batalla, que puede afectar indiscriminadamente a civiles, se detecta crecientemente desde los 90 el uso de violencia directa e intencionada contra civiles por parte de fuerzas armadas y grupos no estatales.

Esta violencia contradice y repercute negativamente sobre los avances que se han logrado desde el siglo XIX en el Derecho Internacional Humanitario que regula lo que se permite y prohíbe en la guerra, y las múltiples normas jurídicas que establecen la protección de civiles.

Las razones de esta grave tendencia son varias. Por una parte, gobiernos democráticos y represivos usan con frecuencia la fuerza indiscriminadamente con dos fines. Primero, combatir a grupos armados no estatales que se insertan, o son parte, de núcleos urbanos. Segundo, generar terror y destruir infraestructuras para lograr una victoria rápida (por ejemplo, la intervención de EEUU y sus aliados en Irak en 2003) o combatir a grupos terroristas (Rusia en Chechenia entre 1999 y 2009).

Por su lado, grupos no estatales, como el IS y Boko Haram, impactan contra civiles con identidades étnicas y religiosas diferentes a fin de generar terror en el marco de guerras sectarias. Las guerras de guerrillas a partir de la II Guerra Mundial estaban orientadas a liberar colonias y construir estados que incluyesen a todos los ciudadanos. El IS y otros grupos sectarios luchan contra gobiernos adversarios y comunidades a las que consideran herejes. El objetivo es eliminarlas en vez de integrarlas en su proyecto de sociedad futura.

M. Aguirre dirige el Norwegian Peacebuilding Resource Center de Oslo.

El Mundo (España)

 



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