Desde tal perspectiva, el llamado superciclo de las commodities que, según parece, se agotó definitivamente el año pasado fue una anomalía pasajera, que siempre tuvo los días contados, posibilitada por el crecimiento industrial muy rápido de China. Sin embargo, casi todos los gobiernos de los países coyunturalmente beneficiados por el "boom" creyeron que hasta nuevo aviso los recursos naturales valdrían más que la inteligencia y la creatividad, o sea, que la "economía del conocimiento" seguiría siendo un concepto utópico, cuando no un pretexto, como creen muchos populistas latinoamericanos, para justificar "el saqueo" de países que son naturalmente ricos por los tecnológicamente más avanzados. 

Es en buena medida por tal motivo que Brasil, Venezuela, Rusia y muchos otros países están en graves problemas. Sus gobernantes se las ingeniaron para atribuir los ingresos abultados que les aportaba el "boom" de las commodities a sus propios méritos, para entonces gastar el dinero en programas sociales politizados o, en el caso de Rusia, militares, sin pensar en aprovechar plenamente lo que fue una oportunidad acaso irrepetible para llevar a cabo reformas que, andando el tiempo, los harían menos dependientes de los precios del petróleo y otras materias primas en los mercados internacionales.

Para los líderes de muchos países que de repente vieron entrar miles de millones de dólares resultó irresistible proclamarse resueltos a dar prioridad a cuestiones sociales largamente postergadas, una revolución que supuestamente estaba en marcha o la defensa de la soberanía nacional, pero les hubiera convenido recordar que las decisiones en tal sentido suelen tener consecuencias concretas. Si bien los brasileños y rusos, a diferencia de los venezolanos que aún subordinan todo a su credo chavista, parecen entender que cometieron un gran error al suponer que en adelante los mercados internacionales se mantendrían estables, ya les es demasiado tarde para hacer mucho más que lamentar su mala suerte. Tal y como están las cosas, no tienen más alternativa que la de resignarse a enfrentar una etapa tal vez prolongada de austeridad.

Aquí la situación política es un tanto distinta. A diferencia de la brasileña Dilma Rousseff, el venezolano Nicolás Maduro y el ruso Vladimir Putin, el presidente Mauricio Macri no se vio favorecido por el "boom" de las commodities y por lo tanto no es responsable de los errores estratégicos cometidos por los mandatarios, entre ellos la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que actuaron como si creyeran que los buenos tiempos se perpetuarían. Así y todo, al nuevo gobierno no le será fácil convencer a la ciudadanía de que las dificultades que con toda seguridad enfrentará la economía nacional en los meses próximos serán agravadas por lo que ya está sucediendo en China, donde el temor a un aterrizaje forzoso está sembrando pánico no sólo en las bolsas locales sino también en las de Europa y América del Norte. Puesto que la Argentina se verá perjudicada por la devaluación del yuan y la prevista caída del precio de la soja, además de la probabilidad de que la Reserva Federal estadounidense aumente el tipo de interés, los organismos internacionales más influyentes pronostican que este año la tasa de crecimiento será, a lo mejor, virtualmente nula. Están en lo cierto los macristas cuando insisten en que les ha tocado encargarse de una economía grotescamente distorsionada en circunstancias internacionales que le son muy adversas, pero tales argumentos no impresionarán por mucho tiempo a los decididos a acusarlos de sacrificar el bienestar del pueblo en aras de una ideología reaccionaria. 

Cuando del funcionamiento de la economía se trata, en todas partes la mayoría propende a culpar al gobierno de turno por las deficiencias coyunturales y agradecerle si todo va viento en popa, lo que a menudo es muy injusto por depender tanto de factores externos o de medidas que fueron tomadas muchos años atrás. Así, pues, se da el riesgo de que el gobierno de Macri pague los costos de los errores perpetrados por otros que, por su parte, ya están procurando sacar provecho de los problemas que ellos mismos causaron.