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09/02/2016 | Colombia: la otra Cuba de Obama

Juan Carlos Iragorri

Ni todo lo que pretende Obama se hará realidad ni todo lo que afirma Santos se va a producir

 

Una recepción estupenda le ofreció el jueves pasado Barack Obama a Juan Manuel Santos en la Casa Blanca. El presidente de Estados Unidos quería, primero, celebrar los 15 años del Plan Colombia, aquella iniciativa bipartidista por la cual Estados Unidos le ha dado al país suramericano 10.000 millones de dólares con el fin de combatir el narcotráfico y las guerrillas. Y, en segundo término, reiterar su apoyo al proceso de paz del propio Santos con las FARC y traducir ese respaldo en ayuda contante y sonante. La celebración les salió bien a los dos mandatarios, pero lo que anunciaron tiene sus bemoles. Obama no pudo haber escogido un mejor sitio para atender a Santos. En ese mismo lugar, en el East Room, o Sala Este, fue donde en 1962 el entonces presidente John F. Kennedy rindió un homenaje a decenas de premios Nobel y les dijo, en discurso memorable, que en ese recinto jamás se había reunido “tanto talento humano”, tal cantidad de conocimiento, con la posible excepción “de cuando Thomas Jefferson comía solo”.

Obama recibió a Santos con unas palabras muy emotivas, reveló que el Plan Colombia será ahora reemplazado por un nuevo programa llamado Paz Colombia y señaló que en los próximos meses le pedirá al Congreso en Washington más de 450 millones de dólares al año para ayudar a los excombatientes colombianos una vez firmado un acuerdo de terminación del conflicto.

Santos, en un inglés magnífico y acompañado de medio gabinete ministerial, empresarios, directores de medios de comunicación, deportistas y reinas de belleza —algunos de los cuales viajaron desde Bogotá a bordo de los dos aviones destinados para la delegación— respondió con un discurso lleno de datos y también de esperanzas en que el proceso de paz llegará a buen puerto. Y al día siguiente, cuando finalizaba una agenda impecable y tras reunirse con el secretario de estado de Estados Unidos, John Kerry, dijo incluso que Washington no le pondrá condiciones a Colombia para desembolsarle el dinero.

Pero ni todo lo que pretende Obama se hará realidad ni todo lo que afirma Santos se va a producir. Para Obama, festejar los 15 años del Plan Colombia y anunciar Paz Colombia significa por una parte apuntarse un éxito en política exterior que se suma al restablecimiento de las relaciones diplomáticas con La Habana. Porque Colombia es hoy, para la Casa Blanca, otra Cuba. Lo cual le viene muy bien a Obama porque su gestión en otros frentes diplomáticos es verdaderamente gris: nadie vislumbra una solución al conflicto árabe-israelí, Kim Jong-un hace lo que le da la gana, Putin invade países cuando quiere, Bachar El Asad sigue mandando en Siria y el Estado Islámico mata y está vivo.

Cuando Obama le pida al Congreso en Washington los 450 millones de dólares para Colombia, deberá superar varios escollos. El primero es que se enfrentará a un Senado y a una Cámara de Representantes donde la oposición del Partido Republicano no solo es mayoría sino que se ha negado en redondo a las solicitudes que él le ha hecho. Pónganse ustedes a pensar: los congresistas, pese a la horrenda muerte a bala hace tres años de 20 niños en un colegio elemental de Connecticut, ni siquiera accedieron a reglamentar el porte de armas como pedía el presidente. Más grave aún es que semejante terquedad es peor hoy en día cuando el próximo noviembre se llevarán a cabo no solo las elecciones presidenciales sino también los comicios para renovar a los 435 miembros de la Cámara de Representantes y a un tercio de los 100 senadores. Así, pues, la tarea de lobby en el Congreso, por parte de Obama y de Colombia, apenas comienza y será difícil. Por eso hay quienes se preguntan si no era mejor seguir con el Plan Colombia, que comprende 310 millones de dólares al año.

A todo ello hay que agregarle un factor adicional y es que el propio John Kerry dijo frente a Santos que a los combatientes que firmen la paz en Colombia debe aplicárseles una “justicia significativa” y que no debe haber exoneraciones para los agentes del Estado vinculados a ejecuciones extrajudiciales. Eso, léase bien, es el anticipo de las condiciones que Estados Unidos va a ponerle a la eventual ayuda a Colombia. Pero hay más porque lo mismo escribió el sábado en su editorial el diario The New York Times, para el que hay aspectos vagos en los acuerdos con las FARC, y lo mismo señaló en una columna de opinión el precandidato presidencial republicano Marco Rubio, que sube en las encuestas.

Obama ha quedado bien con Colombia. Santos ha sido objeto de un apoyo enorme como el que en su momento les dieron Bill Clinton a Andrés Pastrana y George W. Bush a Álvaro Uribe. Hace cinco o seis años, la suerte del Tratado de Libre Comercio estuvo en manos de las mayorías demócratas del Congreso en Washington. Ahora los republicanos tienen la palabra.


(Juan Carlos Iragorri es periodista colombiano)

El Pais (Es) (España)

 



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