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12/05/2016 | Brasil ya tiene su propio Trump en estrella conservadora en ascenso

Simón Romero

Jair Bolsonaro es uno de los políticos más influyentes de Río de Janeiro, donde lo eligieron para un séptimo mandato en el Congreso. Grita sus opiniones como un regaño. Sus comentarios son calificados de misóginos, homófobos o racistas

 

En un asalto verbal desde el podio en el Congreso de Brasil, Jair Bolsonaro le dijo a una compañera legisladora que ella no valía la pena que él la violara. “Usted no es digna de eso”, dijo Bolsonaro, exparacaidista del Ejército.
En otro incidente, el congresista describió su aborrecimiento por la homosexualidad. “Sería incapaz de amar a un hijo gay”, dijo Bolsonaro, de 61 años, quien tiene cinco hijos. “Preferiría que se muriera en un accidente”. 
Después, Bolsonaro justificó su voto del mes pasado por el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff con el elogio que le hizo al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, quien supervisó la tortura de los disidentes durante la dictadura militar de 1964 a 1985 en Brasil.
Ustra, quien murió el año pasado a los 83 años de edad, personificaba “el terror de Dilma Rousseff”, proclamó Bolsonaro en una referencia clara: Rousseff, una agente de una organización guerrillera en su juventud, aguantó repetidas sesiones de tortura a manos de los colegas de Ustra.
Tales declaraciones venenosas podrían indicar el final de la carrera de un político en algunos lugares. Sin embargo, no es así en Brasil, donde el ascenso de Bolsonaro a la prominencia nacional refleja un giro hacia la derecha y una fuerte crítica a medida que crece el desencanto hacia la elite política.
Ya es uno de los políticos más influyentes de Río de Janeiro, donde lo eligieron en el 2014 para un séptimo mandato de cuatro años en el Congreso, con más votos que ningún otro legislador. Ahora, Bolsonaro está subiendo entre quienes tienen la vista puesta en la presidencia para el 2018.
Bolsonaro, al vituperar a los inmigrantes, promover la compra de armas y defender la tortura de los narcotraficantes, dice que se aproxima su momento mientras una desacreditada elite política se tambalea a causa de la agitación que rodea la campaña para destituir a Rousseff. 
“Planeo colaborar con el destino de mi país”, dijo Bolsonaro en una entrevista muy diversa, en la que detalló sus ambiciones presidenciales y expresó admiración por los dirigentes del Partido Republicano en Estados Unidos, incluido Donald Trump.
Bolsonaro, quien grita sus opiniones como si estuviera reprendiendo a un subordinado, hace algunas comparaciones con el posible candidato republicano a la presidencia estadounidense, por su atractivo para el electorado desilusionado. “Tal como Trump, Bolsonaro está aprovechando las reservas de resentimiento para surgir como una prominente figura en contra de la elite”, dijo Esther Solano, una académica en relaciones internacionales, en la Universidad Federal de Sao Paulo, quien estudia los movimientos conservadores en Brasil.
Muchos brasileños todavía consideran una presidencia de Bolsonaro como algo remoto, hasta como una posibilidad de pesadilla, y tratan de tomárselo a risa con chistes. 
Un elemento constante en las márgenes del Congreso, Bolsonaro ha expresado puntos de vista extremos desde los 1990, cuando dijo que los soldados de la dictadura debieron haber matado a Fernando Henrique Cardoso, el sociólogo que estuvo exiliado y fue presidente de Brasil de 1995 al 2002.
Sin embargo, el rencor en las calles de las ciudades de Brasil, donde los manifestantes han dado rienda suelta a su furia antigobiernista en el último año, ahora está reforzando a los políticos de derecha por todo el país.
Bolsonaro, a quien es frecuente que lo reciban con aplausos estruendosos en los vestíbulos de los aeropuertos y en mítines callejeros por todo Brasil, quedó en cuarto lugar entre los potenciales candidatos presidenciales en una encuesta de opinión pública que levantó la empresa encuestadora Datafolha en abril.
Con ocho por ciento de apoyo, Bolsonaro clasificó adelante del vicepresidente Michel Temer, quien solo obtuvo dos por ciento. Este, del centrista Partido Movimiento Democrático, está maniobrando para asumir la presidencia si se destituye a Rousseff en una votación en el Senado este mes.
A algunos brasileños les confortó que el apoyo total a Bolsonaro sigue siendo de un solo dígito. (Lo que refleja el desencanto general con la clase política de Brasil es que los punteros en la encuesta, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva obtuvo solo 21 por ciento y Marina Silva, exministra del ambiente, 19 por ciento.)
No obstante, una evaluación más minuciosa reveló algunas sorpresas en la encuesta, que se levantó el siete y el ocho de abril entre 2,779 personas. El margen de error de la muestra fue de más o menos dos puntos porcentuales.
El favorito de la elite 
Bolsonaro surgió como el candidato preferido entre los brasileños más ricos, con 23 por ciento de apoyo entre los de mayores ingresos, dijo Datafolha. Los brasileños con formación universitaria lo calificaron en segundo lugar con 15 por ciento de apoyo, después de Marina Silva, según la misma firma.
Tales conclusiones provocaron sorpresa en todo el país. 
“Jair Bolsonaro es ahora el aspirante presidencial preferido de una parte considerable de la elite brasileña”, dijo Fernando de Barros e Silva, el editor de Piauí, una revista centrada en la política y la cultura brasileñas. “Se trata de un retrato de un momento terrible que estamos aguantando”.
Bolsonaro está gozando el momento. Surgió de la oscuridad como un joven oficial del ejército en los 1980, cuando un tribunal militar lo exoneró de los cargos de planear colocar pequeñas bombas en edificios públicos para presionar a las autoridades para que aumentaran el salario de los soldados.
Utilizó esa atención recién adquirida para ganar un escaño en el Congreso y se ha forjado una especialidad en la política brasileña al elogiar a personajes militares autoritarios del país mientras que afianza posiciones que sus oponentes califican de misóginas, homófobas o racistas.
Como militante del conservador Partido Social Cristiano, parte del influyente caucus evangélico en el Congreso, expresa alarma, por ejemplo, por los refugiados que llegan de Siria y otros países, una cantidad relativamente reducida. Arguye que: “la escoria del mundo está llegando a Brasil, como si no tuviéramos suficientes problemas que resolver”. 
En la entrevista, Bolsonaro reservó una ira especial hacia Haití y los inmigrantes haitianos en Brasil, describió con repulsión las condiciones sanitarias y de pobreza que presenció en un viaje a Port-au-Prince, la capital de Haití, donde Brasil ha mantenido una fuerza de paz.
“Vi a una mujer que ofrecía sexo, perdóneme por decirlo, sin absolutamente ninguna higiene”, dijo Bolsonaro, y también sostuvo que los inmigrantes haitianos que llegan a Brasil están trayendo enfermedades al país.
Elogia a torturadores 
Alarmante para muchos en el país donde hace poco se expandieron políticas socialmente liberales, como la discriminación positiva y la legislación sobre los matrimonios del mismo sexo, las posiciones de Bolsonaro atraen a una creciente legión de partidarios.
“Los valores morales que él promueve, su conservadurismo, son los que yo quiero para mis hijos”, comentó Antonio Carlos Pires, de 26 años, un enfermero en Sao Paulo que expresó admiración por Bolsonaro en una reciente protesta contra el gobierno.
Algunos, no obstante, siguen horrorizados con Bolsonaro. 
Minutos después de que elogiara a un denigrado torturador durante la votación para el proceso de sustitución, Jean Wyllys, un legislador de izquierda, de Río, le escupió en el piso, en el Congreso. (Eduardo Bolsonaro, de 31 años, también congresista e hijo de Bolsonaro, le escupió a Wyllys después, lo que refleja el estado del decoro en el Congreso brasileño.)

Los aplausos de Jair Bolsonaro para la dictadura han hecho que sus críticos cuestionen la razón por la que debe gozar de una posición judicial especial como congresista, lo que le asegura que las demandas en su contra por observaciones de odio avancen a paso de tortuga en la Corte Suprema.

“Utiliza su inmunidad para amenazar explícitamente con terminar la democracia en el país, mientras defiende crímenes atroces”, escribió Míriam Leitao, una historiadora de la economía y comentarista, en el periódico O Globo. Leitao, de 63 años, a quien torturaron cuando era una joven disidente en 1972, agregó: “¿La democracia realmente debería coexistir con alguien que la amenaza?” 

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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