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07/06/2016 | La UE hará del control migratorio la clave de sus relaciones con África

Beatriz Navarro

Bruselas propone reforzar la ayuda al desarrollo y usar los visados como aliciente

 

Vuelco en las relaciones exteriores con África y los países de origen y tránsito de la inmigración hacia Europa. La Comisión Europeapropondrá hoy a los estados miembros dar un giro a la estrategia actual para poner todos sus instrumentos al servicio de un objetivo: lograr su colaboración en el control de los flujos migratorios. Aquellos países que más cooperen, serán premiados con mejores condiciones comerciales, más ayudas y facilidades por ejemplo en materia de visados. Quienes no lo hagan, por el contrario, estarán sujetos a un trato peor, o menos beneficioso.

“El mensaje de que las cuestiones migratorias tienen prioridad en la agenda de relaciones exteriores de la Unión Europea no ha sido suficientemente transmitido ni apreciado por nuestros socios”, afirma el último borrador del documento, al que ha tenido acceso este diario. El modelo que cita es el acuerdo con Turquía (control y retorno de irregulares a cambio de dinero, diálogo político e impulso a la liberalización de visados), aunque las iniciativas que propone se parecen mucho a las que España ha puesto en práctica los últimos años para reducir la llegada de emigrantes: más inversiones y ayuda al desarrollo, y apoyo al desarrollo de capacidades administrativas y materiales para controlar sus fronteras .

Condicionar la cooperación a este objetivo es un paso que los países del norte se resistían históricamente a dar pero en la cumbre UE-África de La Valeta (Malta) en noviembre, con la ruta balcánica abierta, quedó claro que era el camino a seguir. “Los países con frontera exterior pedían hace tiempo establecer un vínculo entre el control de fronteras y las relaciones con terceros países pero no ha sido posible hasta que el problema no ha afectado a todos”, reconocen fuentes europeas. Las asociaciones pro derechos humanos temen que con este enfoque Europa cierre los ojos a los abusos.

Bruselas aboga por firmar acuerdos específicos ( migration compacts, en la jerga comunitaria) con cada país y fijar objetivos cuantificados. “Todo el abanico de políticas e instrumentos de política exterior de la UE deben ponerse a disposición” del objetivo de sellar este tipo de acuerdos con países como Túnez, Jordania, Líbano, Mali, Níger o Etiopía. Se trata de utilizar “una mezcla de incentivos positivos y negativos”, para lo que propone alicientes como facilidades arancelarias o en la política de visados, así como reorientar y reforzar los instrumentos financieros actuales.

Hasta el 2020, calcula que hay unos 8.000 millones de euros disponibles para respaldar este enfoque (potencialmente, porque parte son contribuciones pendientes de los estados miembros). A largo plazo, para “atacar las causas de raíz”, Bruselas propone buscar modelos más innovadors que los actuales de cooperación con inversores privados mediante un Plan de Inversiones Exteriores con 3.100 millones de euros que a través de fórmulas de apalancamiento servirían para movilizar hasta 62.000 millones.

La situación de cada país es diferente y los acuerdos bilaterales deberían reflejarlo, plantea la Comisión. Los países de origen “necesitarán ayuda para ayudar a la gente a tener sustento y estabilidad en casa”, los de tránsito “se enfrentan a una aguda presión para “dar asistencia humanitaria y servicios a refugiados y emigrantes” y luchar contra las redes de tráfico de personas. Este objetivo sólo se logrará “si la gente se da cuenta de que no merece la pena correr el riesgo de pagar altas sumas de dinero para llegar a la UE” porque aquellos que no tengan derecho a protección internacional serán devueltos. “Hasta ahora la experiencia muestra que los resultados en materia de retorno y readmisión no están a la altura de las expectativas”, reconoce Bruselas, que propone pactar cifras y porcentajes concretos con los países en cuestión. Otra novedad consiste en involucrar en el diálogo a los estados miembros “con lazos políticos, históricos y culturales” con los países en cuestión, para “explotar” esa experiencia a favor de la UE (hoy, reconoce, ocurre más bien lo contrario). 

El giro político forma parte de la estrategia europea para, en la crisis de Siria, descargar a los países vecinos y lograr que “los socios de la UE asuman su parte de responsabilidad”, para lo que propone que las Naciones Unidas diseñen un plan global de reasentamiento de refugiados.

La Vanguardia (España)

 



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