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07/09/2016 | El pasado de los Clinton acecha a Hillary a 60 días de la elección

Manuel Erice

Los estadounidenses ven a Trump más honesto y fiable que la candidata demócrata. Bill Clinton recibió 17 millones de una universidad privada que fue agasajada por Hillary cuando era secretaria de Estado

 

La casi unanimidad de los expertos, analistas y pronosticadores, que en Estados Unidos son legión, coinciden en atribuir a Hillary Clinton la condición de favorita clara en noviembre. Incluso a pesar de que los últimos sondeos hayan estrechado el margen. Larry J. Sabato, prestigioso profesor de la Universidad de Virginia, conocido por su Crystall Ball (Bola de Cristal), le otorga hoy un triunfo por 348 delegados a 190. FiveThirtyEight.com, el sitio web de predicciones por excelencia, que dirige Nate Silver, sitúa a la exsecretaria de Estado con un 70%-30% de margen favorable. Hace unos días, The New York Times ampliaba el pronóstico a casi un 90-10. Este martes, The Washington Post concluía en un análisis que Clinton sigue encabezando con claridad, por «al menos cuatro puntos», los estados decisivos.

Casi nadie cree que Donald Trump pueda ganar, pero los pronósticos ya erraron en las primarias republicanas. Claro que la elección presidencial no es un proceso interno de partido. Sin embargo, la bruma de un pasado discutido y polémico del matrimonio Clinton sigue emitiendo señales de duda. La última encuesta, difundida este martes por la CNN, arroja más sombras a la aspirante a ser la primera presidenta del país: los estadounidenses dan una victoria a Trump por 50% a 35% en honestidad y confianza. En una elección tan atípica, muy movilizado y receloso el voto antiestablishment, la letra pequeña indica que hay partido.

Con dos meses de batalla por delante, Hillary Clinton ha hecho del acercamiento a la prensa uno de los pilares del sprint final de campaña. Su imagen de falta de transparencia sigue siendo fuente de inquietud. 275 días después, la candidata demócrata intentaba disipar con una conferencia abierta el malestar de los periodistas que le siguen, ansiosos por obtener declaraciones de una desaparecida aspirante a presidenta. El escenario, un nuevo avión que compartirá Clinton con los reporteros para recorrer los kilómetros que faltan de campaña. Dos gestos en uno.

La resurrección del escándalo de los e-mails, que va a perseguir a Clinton hasta el pie de las urnas, ha vuelto a mermar su ventaja en las encuestas. Agosto la recibió con una amplia diferencia sobre Trump, de siete a diez puntos, tras una exitosa convención demócrata. El final del verano estrecha las diferencias. La misma encuesta televisiva reflejaba este martes un empate técnico entre ambos. Globalmente, el magnate supera en dos puntos a la exsecretaria de Estado. En votantes registrados, Clinton se sitúa tres puntos por encima. Otro dato: el voto de las mujeres da una diferencia holgada a la senadora por Nueva York, 53-38, pero no tanta como se podría pensar para un aspirante considerado el enemigo público número uno de la condición femenina. En el voto masculino, Trump se impone 54-32.

El juicio político que acecha a la exsecretaria de Estado por el uso de un servidor privado durante su gestión (2009-2012), no se detiene. Una comisión del Congreso, liderada por los republicanos, ha pedido a la Fiscalía General investigar si Clinton y su equipo pidieron a una empresa el borrado de los miles de e-mails que confesó haber hecho desaparecer, «por ser de contenido privado». El FBI no recomendó en su día actuar contra la candidata, a pesar de considerar que su gestión y la de su equipo fueron «extremadamente descuidados» en su gestión, que incluyó decenas de correos considerados secretos y «clasificables» por la Agencia. En tres semanas, Clinton tendrá que responder, por orden del juez, a 25 preguntas, elaboradas por la organización conservadora Judicial Watch.

Remuneraciones de Bill Clinton

El sinfín de pequeños frentes de los e-mails sólo es comparable con el goteo de informaciones que vinculan a la demócrata con la Fundación Clinton, con el Departamento de Estado como nexo de unión. La última de ellas, publicada este martes por The Washington Post, desvela que el expresidente Bill Clinton recibió una remuneración de 17,6 millones de dólares, durante cuatro años, como «canciller honorario» de la Universidad Internacional Laureate. El hecho en sí no tendría nada de particular, si no fuera porque la institución con ánimo de lucro fue invitada a uno de los almuerzos organizados por la secretaria Clinton, durante su etapa al frente del Departamento de Estado, con este requerimiento de su titular: «Hay que invitarles porque son amigos de Bill».

En las investigaciones políticas y periodísticas abiertas en torno a la campaña, su rival Donald Trump no deja de martillear una y otra vez en el clavo del presunto trato de favor que la familia habría recibido gracias a la gestión de Hillary Clinton, en especial la controvertida Fundación Clinton, en forma de donaciones a veces de origen dudoso.

ABC (España)

 



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