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25/09/2016 | Colombia- Retrato de las FARC

Jose Fajardo y Saldud Hernadez Mora

Nueve guerrilleros narran sus testimonios a EL MUNDO y sus expectativas ante la nueva etapa que se abre en Colombia

 

Durante la Décima Conferencia en la que las FARC decide su tránsito a la vida civil y política, nueve guerrilleros narran sus testimonios a EL MUNDO y sus expectativas ante la nueva etapa que se abre enColombia.

Rusvel, el camarógrafo 'mocho'

Mientras manipulaba unos artefactos explosivos, 'Rusvel', de 24 años, se quedó 'mocho' (perdió las dos manos). Hoy manipula la cámara de fotos y vídeo del equipo de prensa de las FARC-EP con sus dos muñones. "Sucedió en 2010. Yo era 'explosionista', el Ejército nos estaba rodeando y el comandante decidió que pusiéramos varias minas para evitar que nos atraparan. La explosión me impactó de lleno y dejó a otros tres compañeros heridos por las esquirlas". En lugar de salir de las filas 'farianas' [de las FARC], como tantos otros compañeros lisiados que regresan a la vida civil porque ya no sirven en el frente, 'Rusvel' decidió que quería ayudar al área de prensa. Hoy manipula los botones de su cámara con destreza y asegura que quiere ser DJ, le encanta la música 'reggaeton'. "Los superiores me dieron cinco días de permiso para hacer un cursillo para aprender música".

Tatyana, la 'tuitera' de la guerrilla

Un superior recomendó a Tatyana, de 32 años, que hiciera un cursillo de redes sociales. "Nos hemos dado cuenta de que es una herramienta para poder difundir lo que hacemos". Acostumbrados a estar aislados en la selva, ahora pueden llegar a cualquier rincón del mundo a través de la cuenta @FARC_EPazLo que más le ha sorprendido es enterarse al instante de lo que sucede en Nueva York o en Madrid. Por el momento las FARC no han desarrollado todo el potencial comunicativo que ofrecen las nuevas tecnologías, pero desde el proceso de paz en La Habana han renovado su noticiero en vídeo y cuidan hasta el mínimo detalle sus declaraciones oficiales a los medios. "Todavía estamos aprendiendo, el problema es que la señal de internet en estas zonas rurales es muy débil", dice Tatyana, que todavía no sabe qué quiere hacer en el futuro. "Qué se yo qué hará una, seguir trabajando y buscar una casa en mi tierra, en Villavicencio (Meta), eso me gustaría".

'Kuntakinte', el hombre de acción

A la pregunta de si se arrepiente de algo de lo que ha hecho durante sus 36 años en las FARC, 'Kuntakinte', de 54 años, asegura que no, que por qué iba a hacerlo, si hasta ahora él ha vivido dentro de una guerra. No le da muchas vueltas. Estefornido guerrillero es conocido por distintas acciones bélicas durante el conflicto. "Uno se acostumbró a eso, todo el día pensando en matarse con el enemigo". Dice que ahora viene lo raro para él: vivir en paz. "Jamás pensé que llegaría el día en que dejaríamos las armas. No me cabía en la cabeza", confiesa. Eso sí, quiere dejar claro que no le tiene miedo a la vida más allá de la jungla: "Si uno sobrevivió en lo más difícil para una persona, que es la guerra, ¿cómo no se va a adaptar a vivir en sociedad? Ahora toca cambiar los fusiles por los teléfonos móviles", bromea, mientras pide una cerveza.


Viviana y Snaider, una historia de amor en las FARC

Hace tres años Viviana (28 años) y Snaider (33 años) comenzaron una relación sentimental dentro de la guerrilla. "Somos libres, acá cada uno elige a la persona con la que quiere estar". Cuentan que si estás en una unidad distinta a la de tu pareja antes sólo se podía dormir juntos los miércoles y los domingos, para "evitar el cansancio físico y ahorrar problemas de coordinación en el campamento". Respecto a la prohibición de tener hijos en el frente, lo asumen como algo lógico. "Somos un Ejército y hay que tener normas. No era viable, porque una embarazada y un bebé te hacen débil en la jungla y con más razón si estás en guerra. Todavía seguimos la planificación". Respecto a sus planes de futuro, si quieren tener bebés, insisten: "Haremos lo que nos diga el Partido. Nosotros trabajamos para el pueblo".

Tatiana, ser madre en el seno de la guerrilla

Hace un año habría sido imposible ver a una guerrillera con su barriga de embarazada al aire y 'ropita' de bebé en su caleta del campamento. Estaba prohibido alumbrar niños y quien incumplía, además de recibir un castigo, debía someterse a un aborto obligatorio o, en el mejor de los casos, dejar a su hijo al cuidado de otros. "Los niños no son para la guerra", argumentaban los mandos y todas las guerrilleras debían usar anticonceptivos desde que ingresaban al grupo armado. Fueron decenas las chicas, adolescentes y adultas, forzadas a deshacerse de su hijo tras quedar preñadas, algunas con siete y ocho meses. Pero, coincidiendo con las negociaciones que avanzaban en Cuba, las FARC derogaron la norma y permitieron a sus mujeres ser madres. Tatiana es una de ellas. Está de seis meses y medio. Esta vez podrá hacer lo que fue imposible al poco de entrar en las FARC. Quedó embarazada de adolescente y debió dejar al pequeño en casa de sus padres y verlo muy de vez en cuando. "Le voy a llamar Omar Estiven y me gustaría tener otro chico", dice. Lleva casi toda su vida en las FARC, ingresó a los 13 años y tiene 36. Le gusta la vida del campo y quisiera que le dieran una finca para trabajarla.

Concepción, la madre que reencontró a su hija

Concepción sufrió lo indecible sus 20 años de ausencia. Las noticias de la guerra le angustiaban. Los bombardeos a los campamentos guerrilleros, en especial cuando el Ejército dio de baja al 'Mono Jojoy' porque pensó que podría estar con él, los combates que las noticias relataban entre militares y guerrilleros en cualquier parte del país. "Estoy feliz de saber que en tantos años no la han matado", cuenta la mujer, de 52 años. Conserva el recuerdo nítido de la mañana en que su hija Haydi, la mayor de nueve hijos, desapareció. "Estaba deprimida porque el papá de su hija le quitó a la niña. Me levante a las seis de la mañana y ella no estaba. Me di cuenta después que se fue a la guerrilla", cuenta. Unos años más tarde supo que estaba viva por un 'papelito' que le mandó con un guerrillero. Siguieron las notas, pero eran muy esporádicas.

En cuanto Concepción oyó del proceso de paz, se sintió esperanzada. Hace unas semanas recibió el mensaje de que la hija, una rubia fornida y guapa que prefiere no hablar, estaría en la Décima Conferencia y podría visitarla. "Lloramos cuando nos abrazamos". Llegó a El Diamante acompañada de una de sus nietas. "La hija de Haydi ya es una señorita, creció con la familia del papá. Espero que pronto vea a su mamá".

Ruby, la comunista convencida

En 2014, cuando el proceso de paz avanzaba en Cuba, se encontró ante una encrucijada: empezar la Universidad o alistarse a las FARC. Le pareció más atrayente la guerrilla, y dejó la carrera para más adelante. Por alguna razón que no puede explicar, a Ruby le nació un espíritu reivindicativo y la pasión por la política. Así que se alistó al Partido Comunista. Creía que con gritar consignas en manifestaciones y tirar piedras a la policía cuando escalaba la protesta no lograba sus propósitos. Sentía que se quedaba corta. Había que dar un paso más largo, combinar las formas de lucha y decidió acercarse a la guerrilla.

Aunque la guerrilla le había atraído siempre, sentía cierta inquietud por el tratamiento a las mujeres. Que las obligaban a abortar, que eran las esclavas sexuales de los comandantes, que asesinaban sin más. "Son temores que te han inculcado desde niña los grades medios de comunicación", dice. Desechó todo lo que había escuchado y leído en sus escasos 18 años de existencia y aunque admite que cometieron "errores", al igual que la "otra parte".

Ya viste uniforme y tiene su fusil que solo ha disparado contra las dianas en los entrenamientos. Le ha tocado la última etapa de una guerrilla que logró sentar al Gobierno a negociar por el poderío terrorista que aún conserva. "Ahora toca ir a las bases sociales y unirlos al partido que formemos para conseguir los fines que siempre nos hemos propuesto".

Adriana, la médico de las FARC

Entre sus recuerdos de médico de guerra, aún conserva con nitidez los cuatro días de lucha para salvar la vida de una compañera. La treintena de intervenciones quirúrgicas que le practicaron mientras huían del Ejército, el empeño en recuperarla, y su muerte. Le pregunto por qué en lugar de correr por la selva con una persona herida de muerte, no dejaron que los militares la encontraran y la evacuaran en helicóptero. Tal vez aún viviera. "Hemos velado siempre por la salud de nuestros compañeros y no los dejamos tirados. En ese momento los torturaban y los remataban, y nosotros teníamos las condiciones para atenderla".

Adriana, 35 años, no ha estudiado Medicina ni Enfermería, pero ha podido ejercer la profesión que le apasiona. Creció en una familia humilde de San Vicente del Caguán, en el Caquetá, donde estudiar era una quimera. La menor de 10 hermanos, su padre se ganaba la vida como jornalero y nunca ganaba lo suficiente. Al cumplir los 15 años, le pareció que las FARC podían ser una salida a un futuro sombrío. Por medio de unos parientes que simpatizaban con la guerrilla, hizo un contacto y se alistó. No volvió a ver a los suyos en estos 20 años hasta hace unas semanas.

No sólo curaba heridas de bombas y fusiles, también guiaba la planificación de las guerrilleras y "se practicaban abortos. Las mujeres somos libres de determinar (si abortan)". Sobre los forzados, admite que "en un tiempo hubo fallas. Es que en una condición de nosotras como luchadoras nos queda difícil tener hijos", responde desviando la mirada.

Su sueño es estudiar Medicina y practicarla cuando dejen las armas. Piensa que deberían abrirle un camino especial, individualizado, para que tengan en cuenta la experiencia acumulada. "Yo quiero trabajar y ayudar a mi familia". Lo que emprenda, en todo caso, será bajo el paraguas del movimiento político que forme la guerrilla, a la que quiere seguir vinculada.

'Iván', el veterano que se fugó de la cárcel

Dos fugas de la cárcel, 12 disparos en igual número de combates, 30 años de vida guerrillera y un parecido extraordinario al 'Mono Jojoy', jefe militar de las FARC durante lustros hasta que murió en un bombardeo. 'Iván' lleva tantos años viviendo en las selvas y sabanas, recorriendo a pie la exuberante geografía colombiana, al frente de partidas de guerrilleros y acatando las órdenes de sus altos mandos, que siente vértigo al pensar en dejar atrás una existencia en la que se sentía cómodo, para iniciar una andadura incierta.

Tiene varios hijos de distintas madres regados por varias partes, pero su familia verdadera, la de sus entrañas, a la que se siente unido con lazos inquebrantables, es la guerrilla.

"Es muy duro estar en las cárceles, yo quisiera que todos fuéramos libres, nosotros hemos cometidos faltas por la necesidad de conseguir dinero para sostener el ejército revolucionario", comenta en referencia a los secuestros. "Yo estuve tres años larguitos en una celda de dos por dos que viven seis personas, hacíamos las necesidades en un tarro y pienso eso es inhumano. Nosotros hemos fallado, pero el Estado, también".

'Iván' se incorporó a los 18 años a las FARC y tiene 48. "Todo el mundo dice que soy el doble del "Mono" (rubio). Yo me ganaba operativos militares porque yo pasaba y a veces civiles, informantes, avisaban, que pasó el "Mono", y era yo", recuerda.

Las tres décadas en las FARC, buena parte de ellas en el Bloque Oriental, del que es coordinador, le pesan a la hora de dar el salto a la civilidad. "Va a ser bastante difícil amañarse a la otra vida. Los temores míos y los de toda la guerrillera es que el Gobierno los incumpla, que comience a matarnos como ha hecho con otras guerrillas. Nosotros queremos la paz, yo que he vivido la guerra, en la cárcel, con tiros, cirugías, eso no es bueno. Pero si el Gobierno no cumple, volvería a coger las armas, mil veces lo haría, es la vida".

El Mundo (EspaƱa)

 



 
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