Un fantasma recorre Europa. Algo más de 168 años después, la advertencia de Marx y Engels ya no tiene forma de revolución, sino de papeletas, pero el efecto que puede provocar en el futuro de la Unión Europea puede ser mayor que el de las fallidas revoluciones liberales de 1848. Los actores son parecidos: Francia,Holanda y (lo que ahora es) Alemania, además de Italia. Países clave, los más poderosos e influyentes de la Unión, o de lo que quedará de ella después del'Brexit'. Y todos con sus líderes al borde del fracaso.

Entre octubre de 2016 y el otoño de 2017, los ciudadanos tendrán que decidir si apoyan o no el polémico y potencialmente autodestructivo referéndum constitucional convocado por Matteo Renzi, quien prometió, con la boca pequeña, hacerse a un lado si pierde la consulta. En marzo, los holandeses deberán decidir si dar un mandato más al sobrio Mark Rutte, al frente de un Gobierno de coalición, o si Geert Wilders, con una pierna en el populismo y la otra en la abierta xenofobia, logra convertir los miedos e inseguridades de una sociedad con serias dudas sobre el multiculturalismo y la integración en votos.

En abril, el partido socialista galo afronta su implosión. Las encuestas, y los analistas, consideran que las primarias de la derecha, con siete candidatos pero sólo dos nombres fuertes, Alain Juppé y Nicolas Sarkozy, son el fondo unas primarias presidenciales. François Hollande y su ex ministro rebelde, Macron, parecen sin opciones en los sondeos. Y la mitad del país reza para que la izquierda, en una hipotética segunda ronda frente a Marine Le Pen, vuelva de nuevo a las urnas con la nariz tapada y evite el triunfo de la hija como impidió el del padre.

Todas ellas son citas fundamentales, y no están descartadas otras. Por ejemplo, las terceras elecciones en España, aunque ahora parezcan más distantes que nunca. Las del 4 de diciembre (el mismo día que el referéndum italiano y las legislativas rusas) en Austria, para elegir un presidente, tras imponer los tribunales la repetición de las de julio por irregularidades y tras un bochornoso retraso de las que estaban previstas para el 2 de octubre por el fallo del pegamento de los sobres.O las de Lituania, Serbia o República Checa.

Fecha clave

Sin embargo, la fecha clave en el calendario es la de otoño, con los comicios alemanes, en una fecha por determinar entre finales de agosto y finales de octubre. Por primera vez desde su llegada al poder, Angela Merkel se muestra débil, o al menos debilitada. Su apuesta en la política de refugiados fue muy arriesgada, y aunque se muestra firme y defiende a ultranza su decisión, la crisis generada se nota tanto dentro de su coalición y de su propio partido como en el auge, lento pero constante, de formaciones tan preocupantes como Alternativa para Alemania (AfD en sus siglas).

Más allá de clichés, los 'think tanks' de Bruselas y las instituciones comunitarias afrontan los próximos 12 meses como los más decisivos en una generación. Por un lado, porque se espera que en marzo, coincidiendo con la llamada a las urnas de los holandeses, la primera ministra británica, Theresa May, invoque el artículo 50 del Tratado de la UE y comiencen oficialmente las negociaciones para salida del Reino Unido. Para la ruptura de la UE, exactamente 60 años después de la firma del Tratado de Roma.

La Unión Europea camina ahora sin un rumbo claro. Incapaz de cubrir las expectativas de millones de ciudadanos e inmensa en un debate de inmenso calado sobre si se debe reforzar con prisa la integración o si por el contrario, como piensa ahora mismo una mayoría de Estados Miembros, apretar el botón de pausa, reordenar las fuerzas y dar un respiro a quienes se sienten presionados por un proceso político que va demasiado deprisa y demasiado lejos.

Las consecuencias

Es en ese marco en el que se encuadran los comicios. Que Renzi salga victorioso o no de su apuesta tendrá efectos en la gobernanza económica europea. El italiano es el que lidera, junto a Francia, la facción de los rebeldes contra la ortodoxia. Abogan, contra los halcones representados por el ministro alemán Wolfgang Schäuble, por el crecimiento y la flexibilidad, y han conseguido en los últimos 18 meses que el discurso de la austeridad pase a un segundo plano.

En el caso de Holanda y Francia el peligro para la UE es mucho más evidente. Tanto Le Pen como Wilders tienen un discurso rupturista, de choque. Contra la Unión, contra el euro, contra una integración a 28, contra los ideales que ahora defienden la Comisión y el Parlamento. Los holandeses decidirán primero, y una victoria clara de Wilders o si sus adversarios no logran formar una coalición sólida repercutirá en Bruselas y tendrá eco en los próximos años en todas las capitales. El populismo más peligroso estará en el núcleo fundador, apenas a unos cientos de kilómetros del corazón comunitario.

El impacto de una victoria de Le Pen en Francia y sobre todo una derrota de Merkel cambiarían completamente la Unión Europea que ahora conocemos, sustentada sobre el eje franco-alemán, y todavía más tras el anuncio de 'Brexit'. Merkel ha sido la piloto de Europa en los últimos ocho años. La que ha marcado las líneas rojas y el ritmo. La que ha cerrado las negociaciones más duras en persona.Alemania es la que más aporta y la que más en serio se toma la UE. La que tiene una idea más clara sobre qué somos y qué debemos ser, y cuál debe ser el camino a seguir.

La UE puede seguir adelante perfectamente sin ella. Ha habido padres fundadores y líderes decisivos antes y los habrá después. Pero no se puede infravalorar el impacto si Merkel y su equipo son derrotados. Durante meses, y precisamente en sus horas más bajas, Europa estaría sin brújula. Y los muchos que esperan el fracaso de la Unión, dentro y fuera de sus fronteras, tendrían todo de cara. De nuevo.