Ese mismo miércoles, antes de la conferencia, circulaban susurros comprometedores. Varios medios, entre ellos CNN, habían publicado que el servicio secreto ruso tenía en su poder información sensible sobre el hombre más poderoso del mundo, relacionada a sus negocios pero también a su vida privada. Y Trump reaccionó. Dijo que había periodistas que eran mentirosos. En Twitter escribió que "las agencias de inteligencia nunca deberían haber permitido que estas 'noticias falsas' fueran filtradas al público” y preguntó si acaso estaba en la Alemania nazi.

Es algo fuerte. Y refleja nuevamente la compleja y amenzante situación que atraviesa la sociedad estadounidense.

La relación de los políticos con la prensa es por definición complicada. Se trata de intereses opuestos. En el caso de Obama, la relación tampoco fue fácil. Esto prodría explicar, en parte, el estilo agresivo de Trump. Así como el hecho de que se haya valido de los nuevos medios de comunicación para difundir mentiras. Por ejemplo, referidas a su situación tributaria personal o a la economía de Estados Unidos.

Aún más peligroso, sin embargo, es la desconfianza de Trump concretamente en el trabajo de los periodistas. No importa cuán rigurosos sean los informes críticos, serán simplemente descartados como "noticias falsas”. Con estas reglas, cuestionar al gobierno se vuelve casi imposible. Lo que no se encuadre dentro de su visión de mundo, será catalogado de mentira.

Esto vale no sólo para Trump. La contracara son aquellos dispuestos a creer y difundir cualquier cosa que se diga en contra de Trump. Las acusaciones sobre informes distorsionados de los medios liberales no siempre es errónea. 

Lo que no se responde

El miércoles, Trump le mostró al mundo cómo se comportará con los periodistas críticos. Se negó a responderle a un periodista de CNN, alegando que su medio publicaba noticias falsas. Esquivó las preguntas complicadas de los colegas de otros medios y casi no hubo respuestas a las preguntas realmente importantes.
Es que, en rigor, no se trató de una conferencia de prensa. Fue más bien un adelanto de cómo el próximo presidente de Estados Unidos se relacionará con la prensa crítica. "Estás despedido”, fue lo último que dijo. Una broma dirigida a su hijo en caso de que no administre bien los negocios familiares. Entre los periodistas presentes nadie se río.