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14/01/2017 | Opinión: La resignación latinoamericana frente a Trump

Sergio Mota

El escritor francés Albert Camus, notable por su independencia intelectual ante las presiones de los existencialistas de su época, se negó a aceptar la trampa de la esperanza y dijo: “De la caja de Pandora, en la que se agitaban todos los males de la humanidad, los griegos sacaron en último lugar la esperanza, como el más terrible de todos ellos. No conozco un símbolo más conmovedor. Puesto que, al contrario de lo que se cree, esperanza equivale a resignación. Y vivir no es resignarse”.

 

Esta profunda reflexión de Camus viene a propósito de la actitud negligente de los jefes de Estado y partidos políticos de América Latina de no decir ni hacer nada respecto a las amenazas de Trump. Esta actitud es reprobable porque sus sociedades les han encargado la tarea de representarlos.

Por ello es apreciada la opinión de Ernesto Samper Pizano, expresidente de Colombia y secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), cuando dice: “La amenazante política hacia Latinoamérica del nuevo presidente de los Estados Unidos debe ser vista en la región como una oportunidad para cerrar filas en defensa de los intereses hemisferios, fortalecer los procesos de integración en curso y consolidar alianzas con otros países y regiones del mundo, como China y el Pacífico”.

Todo está dicho pero como lo olvidamos hay que repetirlo. Trump va a perseguir migrantes y los intereses de Estados Unidos supuestamente se guarecerán con el proteccionismo, la defensa del trabajo adentro del país y la inversión local; castigar con altos aranceles los productos importados. Es una apuesta por la autosuficiencia, en oposición a las tendencias que han caracterizado a un mundo interdependiente y con fronteras permeables, en donde el mayor éxito de las empresas se encuentra cuando se hacen globales.

Políticamente, hay grandes interrogantes acerca de la posición norteamericana sobre Cuba; los acuerdos de paz entre el gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia dentro de una tesitura heterodoxa; el diálogo político que se ha establecido sobre Venezuela con las iniciativas de Unasur y el Vaticano.

A diferencia de Trump, algunos gobiernos norteamericanos se distinguieron por realizar políticas favorables para América Latina. Una de ellas fue la Política del Buen Vecino del presidente Roosevelt en 1933. Los resultados fueron tan apreciables que Roosevelt dijo: “La política de El Buen Vecino ha tenido tanto éxito en el hemisferio de la América que su extensión al mundo entero parece ser el siguiente paso lógico”.

Otra iniciativa valiosa fue la Alianza para el Progreso del presidente Kennedy, un programa de ayuda para mejorar el nivel de vida de los habitantes de su país.

También, se pueden contar experiencias nefastas con las intervenciones militares estadounidenses en Cuba, México, Haití, Panamá, República Dominicana y Nicaragua.

Y para oponerse a la probable intervención militar en Centroamérica por parte del gobierno de Reagan, surgió la iniciativa Contadora, que involucró a México, Costa Rica, Panamá, Colombia y Venezuela, logrando neutralizar vía diplomática la intención de crear un infierno, una especie de Vietnam centroamericano. Y funcionó.

El Economista (Mexico)

 



 
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