Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
En Parrilla  
 
20/01/2017 | Los 'Juegos del hambre' en la cárcel de Natal

Agnes T. Crane

No quedan celdas, ni barrotes, ni puertas. La prisión de Alcaçuz en Natal, capital de Rio Grande del Norte, está completamente destruida: "Lo único que se mantiene en pie son los muros de fuera para contener a los presos.

 

Estamos ante una situación extremadamente delicada", le contaba a El Mundo, Thadeu Brandão, profesor de Sociología de la Universidad Federal de Rio Grande del Norte (UFRN).

La rebelión en la prisión Estatal de Alacaçuz comenzó el pasado sábado (14) cuando una disputa entre las dos facciones que controlan la penitenciaría acabó con 29 presos asesinados. El Sindicato del Crimen de Rio Grande del Norte (facción local) lucha desde hace meses contra el Primer Comando de la Capital (PCC) de São Paulo, por la hegemonía de la prisión. A pesar de que los locales son mayoría, según Brandão el poder simbólico del PCC juega a su favor: "Ellos son la mayor red de crimen organizado del país, aunque en Natal sean pocos, son más fuertes".

Desde el domingo los 1.150 presos se encuentran sueltos por la penitenciaría. Muchos de ellos subieron hasta los tejados de diversos pabellones para colocar las banderas de sus respectivas facciones. El pasado miércoles el director de la prisión, Ivo Freire, decidió trasladar a 220 reclusos del Sindicato del Crimen a otra cárcel de la región para intentar calmar los ánimos: "El Gobierno no ejerce ningún tipo de control, no consiguen aislar a los presos, estas medidas no son efectivas", dice Brandão.



Desde primera hora del jueves la tensión entre los reclusos creció y se inició una batalla campal entre ambas facciones. Los presos "neutrales" tuvieron que escoger uno de los dos bandos y hacerse con armas improvisadas para defenderse. A lo largo del día diversas televisiones filmaron los enfrentamientos, el lanzamiento de piedras y de tejas, que se convirtieron rápidamente en las armas más socorridas.

Durante cinco horas varios helicópteros de la Policía Militar sobrevolaron el presidio, lanzaron bombas de efecto moral y dispararon hacia los pabellones destruidos. A última hora de la tarde los presos comenzaron a incendiar el pabellón cuatro y la Tropa de Choque se preparaba para entrar. Según el gobernador de Rio Grande del Norte, Robinson Faria, los policías militares "harían una pared humana" para separar a los reclusos de ambas facciones. La Policía Militar habla de varios heridos y también de víctimas mortales, pero por ahora no han dado a conocer más datos.

La guerra de la prisión también se sintió en las calles. Durante la madrugada del jueves dos comisarías fueron tiroteadas y se quemaron veintidós autobuses de línea regional y tres coches de la secretaria de Sanidad. Los incidentes se produjeron justo después de que se trasladaran a los 220 presos del Sindicato del Crimen: "El estado está perdiendo ventaja contra el PCC", dijo a El País Brasil, el presidente del Tribunal de Justicia de Rio Grande del Norte, Expedido Ferreira de Sousa.

"Que los maten"

"¿Cuánto va el marcador?" ironizaba el televidente, Vinicius Lima, sobre el posible número de muertos de la batalla campal que retransmitían en directo varias televisiones. Los comentarios en las redes sociales y los mensajes en los diarios online eran unánimes a favor de una nueva matanza: "Que los maten a todos", decía Regina Sequeira, en el diario G1. "Que cojan un avión de esos que apagan incendios y lo llenen de ácido sulfúrico y les pulvericen", decía Ricardo Rodrigues. "La policía podría tirar una bomba ahora mismo y acababa con el problema", contestaba, Rodrigo Santos. Otros se ponían cinematográficos: "Estos es como Los Juegos del Hambre, no podemos perdérnoslo". "Ya estoy con palomitas y un refresco, espero que no acabe rápido", contaba Allan Bryce.

Esta semana el juez de Ejecución Penal del Tribunal del Amazonas, reconocía para El Mundo que le "entristecía" ver cómo la sociedad brasileña quiere ver a la gente presa: "Somos la sociedad que dice bandido bueno, bandido muerto", señalaba el magistrado. El último informe del Laboratorio de Análisis de la Violencia de la UERJ, confirmaba que en 2016 el 40% de los brasileños aprueban esta frase.

Pero entre los políticos también se ha hecho apología de la violencia. Una de las declaraciones más llamativas fue la del entonces secretario nacional de la Juventud, Bruno Júlio (PMDB) que dijo que "debería haber una matanza de éstas por semana", en referencia a la masacre del pasado 1 de enero donde murieron 56 presos en la cárcel de Manaos. Dos días después el secretario tuvo que dimitir. No fue el caso del diputado federal Major Olimpio que puso en su cuenta de Facebook: "Manaos 56/Roraima33. Vamos Bangú (cárcel de Rio de Janeiro), vosotros lo podéis hacer mejor", animando a los de la penitenciaría carioca a superar el número de muertos que había habido en Manaos y en la cárcel de Roraima donde asesinaron a otros 33 el pasado 5 de enero.

Desde que comenzó el año han sido asesinados 126 presos en diversas cárceles del país, un tercio de los que murieron en todo 2016. La Pastoral Carcelaria recuerda que en el sistema penitenciario brasileño la mortalidad es 6,7 veces mayor que en las calles: "Lo que está sucediendo no es una crisis penitenciaria, es un proyecto fallido del Estado", sentencian.

El Mundo (España)

 



Otras Notas del Autor
fecha
Título
20/01/2017|
03/06/2015|
20/09/2009|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House