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23/01/2017 | Así funciona el frente del ELN que tiene secuestrado a Odín Sánchez

Ariel Avila Martinez

La segunda guerrilla de Colombia se ha comprometido a liberar al excongresista el próximo 2 de febrero

 

Hace meses que sobre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y su falta de acuerdo ante el inicio de un proceso de paz con el Gobierno pesaba el rumor de que existía una división en la segunda guerrilla de Colombia. Una hipótesis que nunca llegamos a confirmar, ya que las informaciones que nos llegaban, de personas de las regiones donde se vivía esa supuesta división, eran otras. Entretanto, en medio de ese debate, se encontraba la situación de Odín Sánchez, el secuestro que bloqueaba el inicio formal de las conversaciones, y cuya liberación está prevista para el 2 de febrero, cinco días antes del arranque de las negociaciones.

Con ese escenario, León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación, me encargó una radiografía del ELN para tratar de lograr una interpretación de la realidad sobre el proceso de paz. Después de intentar contactarlos por un buen tiempo, fueron ellos los que finalmente dieron conmigo. Hace unos días pude hablar con toda la comandancia del Frente de Guerra Occidente: Fabián, el primer comandante; Uriel, el segundo al mando y otros guerrilleros con peso. En total, fueron dos reuniones, siendo la más reveladora la segunda, pues además de conversar con la comandancia y las comunidades de la región, estuve con la estructura que tenía las llaves de la puerta para comenzar la negociación. Y la abrieron.

En ese segundo encuentro, junto a los comandantes estaban cerca de 60 guerrilleros, muchos, si se tienen en cuenta la forma de operar del ELN. Esta guerrilla cree en un modelo de guerra insurreccional, en la cual la guerrilla es un pequeño componente. Es decir, tiene una estructura de pequeños comandos guerrilleros y no utiliza los grandes ejércitos guerrilleros.

Hacía poco más de tres años que no iba a la región del sur de Chocó. En aquel momento, las FARC eran los dueños de los ríos secundarios y los caños, mientras que los herederos del paramilitarismo, las denominadas bacrim o bandas criminales, controlaban las partes cercanas a las cabeceras urbanas. Esta vez era diferente, solo estaba el ELN: eran amos y señores. Lo controlaban prácticamente todo. Comprobé cómo la población los buscaba para que resolvieran todo tipo de conflictos sociales. Eran como un juzgado donde llegaba todo tipo de situaciones conflictos para que ellos dieran sentencia.

Las comunidades de la zona que visité viven de la economía informal e ilegal. La economía formal es casi inexistente. El narcotráfiao es el principal motor en la región, así como el tráfico de madera La población le está pidiendo al ELN que se meta más en el negocio, ya que hay un caos tremendo después de la salida de las FARC y las bandas criminales. “Se debe hacer algo, no ha entrado plata desde noviembre y ya estamos aguantando hambre”, me comentaba un campesino. Antes de noviembre, por la zona aparecían intermediarios narcotraficantes, a los que llamaban “mafiosos”. Previa autorización del grupo armado ilegal, entraban a comprar pasta base de coca. El gramo de pasta base estaba a 2000 mil pesos (70 centavos de dólar).

Los ciertos es que el crecimiento económico y militar es impresionante. Al Frente Che Guevara le conté más de 40 efectivos en el punto que estuve, y si se tiene en cuenta el territorio donde opera y las comisiones que debe tener en puntos estratégicos, fácilmente su número puede llegar a los 180 efectivos. En total, el Frente de Guerra Occidental cuenta con seis estructuras, cuatro frentes y dos estructuras móviles.

De las reuniones con los miembros del ELN, de las charlas largas con comunidades y de la revisión de documentos, tanto públicos como con algún grado de confidencialidad, fui aclarando varios asuntos: Sobre el rumor de la división del ELN se pueden decir al menos dos cosas. Por un lado, la toma de decisión dentro del ELN es bastante diferente a la de las FARC. Mientras que en las segunda la decisión final la tenía el máximo comandante, en el ELN aplica un principio que se denomina centralismo democrático. Es decir, se puede disentir o puede haber matices frente a una decisión, pero eso no implica una división. Para el Frente de Guerra Occidental hay factores que dejarían ver que no existen condiciones aceptables para un proceso de paz. Por ejemplo, la resistencia al cambio del modelo económico, la existencia de grupos privados de seguridad que ellos llaman paramilitares, entre otros. Además, argumentan que “el régimen lo que busca es la desmovilización de la guerrilla y no resolver las necesidades o problemas del pueblo”. A renglón seguido quedaba claro que, en todo caso, ellos se sometían a las decisiones que tomó el ELN frente a la paz y que si se llegara a dar un feliz término del proceso de paz ellos se acogerían sin ningún cuestionamiento a la decisión que tome el ELN. Una pruebra de ello, aseguran, es que tenían la llave de la negociación y liberarán al excongresista Odín Sánchez.

El Frente en el que estuve asegura que la demora en su liberación no obedecía a una disputa con el Comando Central del ELN, sino, según ellos, a un “incumplimiento del Gobierno de los acuerdos a los que habían llegado las partes para comenzar la fase pública de la negociación”. Es decir, para el ELN no era bueno ceder a la presión al inició de la mesa, aunque entendían que comenzar una negociación en medio de secuestros era muy difícil para el gobierno nacional.

El ELN y el Gobierno llegaron, a inicios de octubre de 2016, a un acuerdo para abrir la fase pública de las negociaciones. El acuerdo, según extractos publicado por la propia guerrilla, era que el ELN liberaba dos secuestrados antes del 27 de ese mes y otro más en el transcurso de la primera ronda de negociación. A su vez, el Gobierno se comprometía a declarar gestores de paz a dos miembros del ELN- Juan Carlos Cuellar y Eduardo Martínez- y a indultar dos guerrilleros en el transcurso de los 30 días siguientes al inicio de la fase pública.

Lo que argumenta el ELN es que Odín Sánchez saldría después de la instalación de la mesa, es decir, sería el tercer liberado. Por eso, dicen ellos, liberaron al exalcalde de Charalá, Fabio León Ardila y a un comerciante de Arauca días después del acuerdo del 6 de octubre. Por su parte, el Gobierno nacional manifiesta que es imposible comenzar una negociación en medio secuestrados una de las prácticas que más rechaza la opinión pública colombiana. Para ello siempre citan el ejemplo de las FARC, quienes en 2012 declararon el fin del secuestro como práctica de guerra. También afirmaban que Odín debía estar entre los primeros liberados y no el último.

Al final, hace cuatro días, se logró una hoja de ruta para destrabar las negociaciones. El día en que se anunció este acuerdo, me encontraba en reunión con los líderes del Frente de Guerra y pude observar los preparativos para la liberación de Odín Sánchez. “Lo vamos a entregar” sentenciaron.

El 2 de febrero está prevista la liberación. Cinco días después, se iniciará la fase pública de las negociaciones. Ahí arrancará el proceso de paz con la última guerrilla del hemisferio occidental. Un camino difícil y tortuoso pero la luz al final del túnel: la posibilidad de cerrar definitivamente un conflicto armado de más de 50 años.

Ariel Ávila es subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación.

El Pais (Es) (España)

 



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