Donald Trump es un crítico acérrimo tanto de los tratados multinacionales como de los organismos multilaterales de crédito a los cuales pertenece EEUU como el BID, Banco Mundial, etc., por considerar que los primeros no contemplan las prioridades estadounidenses y ponen los intereses comerciales por encima de la generación de empleo que él considera pivote de la economía; y a través de los segundos “desaparecen” fondos de los contribuyentes aportados a través del Tesoro, que fomentan la corrupción de los países o empresas del sector privado que los reciben.
El
Presidente Trump es un verdadero empresario, que su dinero lo ha hecho en el
sector privado, y no un capitalista latinoamericano, que ha vivido siempre de
la teta del Estado o de las empresas cartelizadas, y habla figurativamente
acerca del mercado, sin saber de qué se trata.
Todo lo que
ha prometido en su extensa campaña para llegar a la presidencia, Donald Trump
pretende cumplirlo en los primeros 100 días de gobierno. Basta recordar lo
dicho sobre el TPP, que era una de sus
promesas electorales y cumplió: en su primera jornada laboral como presidente,
Donald Trump firmó el lunes 23 de enero, una orden ejecutiva para retirar a Estados
Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas
en inglés).
Ha trascendido que los nuevos funcionarios de la era Trump en el Tesoro,
siguiendo sus directivas, ya estarían estudiando
trasladar la sede del BID, a la Ciudad de México, como una de las
compensaciones al Estado Mexicano, fruto
de la negociación prioritaria de la actual Administración del TLC, aunque este no es el único acuerdo comercial bajo la lupa
de la Administración Trump.
En este traslado de sede, el BID reduciría su tremenda burocracia, con la
consiguiente reducción de costos tanto de personal como de consultaría que se
abonan para obtener un préstamo o un donativo, que realidad, un muy alto porcentaje sale de los fondos del Tesoro
estadounidense, o sea de los contribuyentes estadounidenses. Además, al comenzar
a limpiar archivos servirá para sacar a la luz, préstamos otorgados al sector
privado, que nunca han sido devueltos al Banco (petroquímicas, correos, etc.),
aprovechando de esa enredada red de burócratas y de papeleo que se pierde
entre oficinas, de los tan pocos pisos del banco. La sede del Banco, puede ser
vendida, rentada o utilizada por el Tesoro para otras actividades. De concretarse el trascendido, será una
beneficiosa tarea emprendida por la Administración Trump, que todos los días no
deja de sorprender al mundo, con las audaces medidas tomadas con las OE, y que realmente
servirán para concretar un BID eficiente para la reducción de la pobreza, llegando los fondos a quienes realmente los necesitan .