Rusia sigue teniendo problemas. La crisis del petróleo golpea duramente el país del que más de la mitad de los ingresos del Estado dependen de los hidrocarburos. Tampoco deben dejarse de lado las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea adoptaron contra Moscú por la anexión de Crimea y el apoyo a la rebelión armada separatista que asola las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk. En este contexto, el presidente del país, Vladímir Putin, ha aceptado finalmente que las sanciones también afectan de manera negativa el país.
“Las
sanciones tienen una implicación muy importante en la crisis económica por la
que atraviesa el país porque reduce el comercio exterior de Rusia y
por lo tanto, esto afecta al valor del rublo y también el precio del petróleo
está afectando a su economía”, explica el profesor del Máster en
periodismo político internacional de la UPF Barcelona School of
Management Albert Garrido. “Sin duda, las sanciones son una contracción de
las exportaciones”.
“Probablemente
en la primera fase de aplicación de las sanciones pesaba mucho más la
bajada del precio del petróleo pero después conforme ha ido pasando el tiempo
y, estas sanciones tienen ya un par de años, se ha acumulado la represión”,
detalla el experto. “Putin finalmente ha tenido que reconocerlo y además, con
la boca pequeña porque antes había asegurado que no”.
“La
situación de Crimea, después del referéndum, no tiene marcha atrás a corto
plazo”, señala Garrido. “Debe verse qué pasará con las relaciones entre
Rusia y Estados Unidos con la llegada de Trump pero en términos generales
ambos países tienen como objetivo disminuir la influencia, papel, peso y
cohesión interna de la Unión Europea”.
Putin
pretende reactivar la economía de Crimea con tres megaproyectospara
sacarle rentabilidad, sin embargo, el experto constata que, con la situación
económica de Rusia, tendrá que verse si es posible financiarlo y con cuántos
años podrá hacerse. “Para Rusia, de todos modos, lo más importante no es la
rentabilidad económica de Crimea si no el valor simbólico para el nacionalismo
ruso”, asegura. “Es más importante esta parte emocional que la económica en
sí”.
A pesar
de que el presidente ruso apunta a una salida rápida de la crisis, los números
no sugieren lo mismo. “La economía rusa tiene problemas estructurales, si
descontamos las exportaciones de gas y petróleo del producto interior bruto, la
economía que queda es poco desarrollada”, comenta el experto.
El
profesor expone que “Rusia necesita cambios estructurales muy significativos”.
“Los flujos de corrupción son muy importantes en el país,
los oligarcas condicionan el desarrollo de la economía y pocas
personas controlan determinados sectores con márgenes muy altos que repercuten
poco porque éstos no diversifican la economía ni la ayudan”, zanja.