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25/02/2017 | Los presidentes 'boomerang'

Luis Tejero

Daniel Ortega, Michelle Bachelet y Tabaré Vazquez repitieron en el cargo en América Latina

 

Dicen que los cementerios están llenos de gente que se creía imprescindible. En América Latina, también las urnas suelen estar repletas de ex presidentes que se tienen a sí mismos como irreemplazables. El caso de Rafael Correa, que antes de irse ya amenaza con regresar, es apenas el último de una extensa lista de mandatarios contagiados por la tentación de recuperar los sillones, despachos y palacios que ocuparon durante años. Y a menudo lo consiguen.

A sus 53 años y tras una década en el Palacio de Carondelet, Correa asegura que volverá a presentarse si los ecuatorianos entregan el Gobierno a la oposición y "destrozan todo lo logrado" durante su mandato. Un discurso comparable al de Lula da Silva, de 71, que lleva tiempo calentando la precampaña de 2018 para defender su legado y reconquistar el poder que los diputados y senadores brasileños arrebataron a Dilma Rousseff y su Partido de los Trabajadores (PT).

"Que se preparen, porque, si es necesario, voy a ser candidato otra vez", advirtió Lula en enero. En realidad, nadie puede reprocharle que alguna vez haya ocultado su deseo incontenible de retornar al Palacio de Planalto. Así lo reconocía ya en diciembre de 2010, dos semanas antes de pasar el relevo a su ex ministra Dilma: "No puedo decir que no volveré, porque estoy vivo y soy un político nato".

La diferencia es que entonces surfeaba una ola de más del 80% de aprobación y hoy su situación política y judicial queda lejos de ser tan idílica. Por un lado, los sondeos señalan que el antiguo sindicalista mantiene el apoyo de una cuarta parte del electorado, margen probablemente suficiente para alcanzar la segunda ronda. Por otro, las acusaciones de corrupción podrían llegar a impedir su candidatura en caso de que fuera condenado en firme.

Si Lula o Correa tuvieran éxito en sus hipotéticas campañas, se sumarían a una larga colección de presidentes de ida y vuelta por toda la región. A ese club pertenecen tres de los actuales gobernantes latinoamericanos: Daniel Ortega, que ya había presidido Nicaragua hasta 1990 y volvió en 2007; Michelle Bachelet, que dirigió Chile de 2006 a 2010 y retomó nuevamente los mandos en 2014; y Tabaré Vázquez, también al frente de Uruguay en dos periodos no consecutivos, primero entre 2005 y 2010 y por segunda vez desde 2015.

Los uruguayos ya tenían la experiencia reciente de Julio Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) y los chilenos no descartan continuar con esa tendencia en las elecciones del próximo noviembre. Dos ex, Sebastián Piñera y Ricardo Lagos, aspiran a instalarse una vez más en el Palacio de la Moneda, aunque todo indica que el primero cuenta con más opciones de disputar la batalla final frente al senador independiente Alejandro Guillier.

El fenómeno no es sólo regional. Basta con recordar las trayectorias de Silvio Berlusconi en Italia y Shinzo Abe en Japón, las repetidas sucesiones entre Vladimir Putin y Dimitri Medvedev en Rusia o el intento fallido de Nicolas Sarkozy de resurgir en las primarias del centro-derecha en Francia. Pero es en América Latina donde los líderes van y vuelven con más naturalidad.

El peruano Alan García y el costarricense Óscar Arias son otros dos ejemplos que, además, ocurrieron casi de forma simultánea. Ambos gobernaron desde mediados de los 80 hasta 1990 y reaparecieron con respectivas victorias electorales más de una década después, en 2006.

Igualmente solía suceder en la Venezuela prechavista, donde dirigentes como Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez se alternaron en la Presidencia durante gran parte de los 70 y 90. O en la Argentina del siglo pasado, con Hipólito Yrigoyen hasta 1930 y Juan Domingo Perón en dos etapas diferentes, por un total de 10 años antes de morir en el cargo en 1974.

¿Querrá apuntarse al club Cristina Fernández de Kirchner? "Espero que no tenga que volver en 2019. Ojalá no sea necesario que yo esté para que las cosas se hagan", dijo en una ocasión. Pero eso fue antes de que Mauricio Macri, su antítesis liberal, se convirtiera en el nuevo ocupante de la Casa Rosada. La ex presidenta ha hablado más recientemente de "volver", aunque sin especificar si se refiere a su propia candidatura o al movimiento que ella y su marido iniciaron en 2003.

En cualquier caso, con o sin Lula y Cristina en las urnas, sólo futuras reformas constitucionales podrían impedir que tantos líderes de diversas orientaciones ideológicas sigan sucumbiendo al impulso irrefrenable de intentarlo otra vez. Mientras tanto, que colmen o no sus ambiciones dependerá de los votantes.

El Mundo (España)

 



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