Hoy es día de la ira. Como cada viernes:

- ¡Muerte a América!

- ¡Muerte a Israel!

Gritan con una pasión efervescente. En el salón de rezo del macro complejo religioso de Mosalla no cabe el pelo de una barba. No menos de diez mil fieles escuchan apasionados la homilía del ayatolá Ahmad Jatamí, líder espiritual de Teherán y uno de los hombres fuertes del clero. Su estrado, profusamente decorado e iluminado celestialmente como un portal de Belén, se eleva dos metros por encima del océano de cabezas, que el próximo 19 de mayo será un océano de votantes:

"A los partidos os digo: ¡No os ataquéis los unos a los otros por un puñado de votos! Cuidad vuestro lenguaje porque este tiene connotaciones y puede ser malinterpretado. Y, sobre todo, tened mucho cuidado con aquellos poderes extranjeros que quieran medrar en las elecciones", advierte Jatamí, interrumpido cada poco por la enfervorecida feligresía, puños al aire, pancartas, pupilas dilatadas, vozarrones:

- ¡Muerte a América!

- ¡Muerte a Israel!

Se elevan, se repiten, se atropellan las mismas proclamas desde que estalló la Revolución hace 38 años. El 'Muerte a América' sigue vigente, aunque ya huele a alcanfor. "Para los iraníes conservadores, el 'Muerte a América' es un recordatorio de su lucha contra el imperialismo estadounidense para traer su revolución; de que EEUU aún antagoniza a la revolución iraní (y a su forma de gobierno, si cabe también a los iraníes)", explica Hooman Majd, comentarista iranio estadounidense.

Pero Majd, autor de varios libros sobre la idiosincrasia de su país de origen, apaga las alarmas que estos eslóganes generan en Occidente. "Los iraníes usan la palabra 'muerte' un poco demasiado casualmente para todo tipo de cosas, y eso puede sonar alarmante. Además, 'Muerte a América' no significa desear la muerte de los americanos - como te contará cualquier conservador o iraní rigorista. Significa abajo con las políticas del gobierno de EEUU", advierte el escritor por correo electrónico.

Estas políticas incluyen, recuerda Hooman Majd, "el apoyo estadounidense a los estados árabes que están opuestos a Irán", como Arabia Saudita y Qatar, o que EEUU "evite que Palestina sea liberada de la ocupación israelí". Por último, según el analista, el grito se ha convertido en una insistencia en que "su revolución sigue viva - una de las motivaciones de la Revolución fue el anti americanismo y el anti imperialismo".

- ¡Muerte a América!

- ¡Muerte a Israel!

- ¡Soga a los sediciosos!

Irán no olvida el verano de hace ocho años, cuando denuncias de fraude electoral a favor del candidato conservador Mahmud Ahmadineyad desencadenaron grandes protestas, violentos choques callejeros, detenciones masivas, varias docenas de muertos y una profunda división social. Los "sediciosos", a ojos de los presentes, son los líderes reformistas del llamado 'movimiento verde' y sus seguidores. Aseguran que Occidente los tentó e instrumentalizó para desestabilizar el país.

- No debemos permitir que se repita lo ocurrido en 2009. El Oeste va a estar siguiendo estas elecciones muy de cerca, así que andad con mucho ojo alrededor vuestro.

Y prosigue el ayatolá arropado por su iluminaria:

"Ahora que se acerca el fin de año - el nuevo año iraní, llamado Noruz, se celebra alrededor del 21 de marzo coincidiendo con el equinoccio - nuestros políticos deben esforzarse para ofrecer bienestar a la población. Pero eso no significa que se tenga que hablar de la necesidad de una reconciliación nacional - en alusión a una solicitud reciente del político reformista Mohamed Jatamí -, porque aceptar su necesidad implica reconocer que hay un conflicto social, algo que no es cierto".

La homilía previa al rezo del viernes a primera hora de la tarde, conocido como namaz, tiene dos partes, explica el señor Rizí, empleado en el Mosalla. "La primera se enfoca en cuestiones generales; la segunda, en política nacional", describe. Las sentencias del ayatolá, que recuerda que "sin Irán, Daesh - Estado Islámico - habría tomado Siria" o que "no debemos fiarnos de los extranjeros, que apoyaron a Saddam Hussein contra nosotros", se leen como un mensaje del líder supremo Alí Jameneí a sus seguidores.

Un español contempla el Mosalla de Teherán con la misma perplejidad ue algunas desventuras arquitectónicas de Santiago Calatrava: una mole inmensa de hormigón armado, cuya construcción se eterniza, destinada a acabar con sobrecoste. La administración encargó su diseño al arquitecto Parviz Mohayyed Ahd. Se empezó a construir en 1990 y todavía no se ha terminado. Empezó valiendo cien millones de euros, pero en 2011 el gobierno comprometió 172 millones más para rematarlo.

El ejecutivo de Mahmud Amadineyad, anterior al del actual presidente Hasan Rohaní, dio un espaldarazo económico definitivo para finalizar el Mosalla, erigida en recuerdo del líder revolucionario Ruholá Jomeiní. "En el futuro tendrá hasta cinco grandes explanadas como esta en las que rezar, tanto al aire libre como bajo cubierto", dice orgulloso el señor Rizí. Albergará áreas para celebraciones religiosas, un centro cultural y un seminario. Hasta hoy ha acogido, además, numerosas ferias de muestras socioculturales.

- ¡Muerte a América!

- ¡Muerte a Israel!

El Mosalla es escenario de una de las demostraciones de fuerza más formidables del Irán piadoso. Aquel que se resiste, sin embargo, a usarlo en sustitución a la Universidad de Teherán, el otro gran escenario de rezos populares de los viernes teheraníes. Cerca del centro educativo se halla la céntrica y simbólica plaza de Enghelab (Revolución), uno de los epicentros del levantamiento popular que derrocó al Sha - aliado de EEUU e Israel - en 1979. Treinta y ocho años después, el puño sigue en alto.