Así, el país sigue estancado por falta de definiciones concretas en reformas estructurales que ya se han pospuesto mucho, por ausencia de acuerdos legislativos, pero muy entretenido en discusiones políticas, a cual más espectaculares.

El indicador más reciente de dicho estancamiento es el reporte de competitividad global, elaborado por el Foro Económico Mundial (FEM), en el cual México avanzó al lugar 58, de entre 125 naciones, mejorando sólo una posición en un año, lo que es prácticamente nada, si se le compara con países como Panamá, Polonia, Grecia, Kuwait o Portugal, que avanzaron varias posiciones en estos últimos 12 meses.

El índice mide la capacidad que tiene un país para atraer y mantener un flujo constante de inversiones. Para ello considera la calidad de las instituciones gubernamentales, el desarrollo de su infraestructura, las condiciones generales de la economía, los niveles de salud y educación, la eficiencia de los mercados, el clima empresarial, la innovación y el desarrollo tecnológico.

El FEM atribuye el virtual estancamiento mexicano a su enorme reglamentación, a su excesiva burocracia y a instituciones públicas ineficientes, como las policías, así como a un sistema judicial lento y discrecional.

Eso sí, los diagnósticos sobre la problemática sobran, como asegura el secretario de Economía, Sergio García de Alba, quien reconoce que han sido pocas las acciones para acelerar los procesos de cambio y buscar mayor competitividad como país.

El atorón legislativo que el país ha experimentado en los últimos años ha impedido avanzar en las reformas laboral, fiscal y energética que el país requiere para ponerse a tono con el resto de economías mundiales, que están sacando provecho de su respectiva posición en el mundo. Los actores políticos han tomado a la economía como rehén de sus negociaciones partidistas y el resultado de estos desencuentros no es otro que este franco deterioro económico.

Resulta interesante notar que el gran avance político que México ha vivido desde 1997, cuando la pluralidad invadió al Congreso, va de la mano con este estancamiento en decisiones económicas de largo plazo.

El mundo no nos va a esperar. Los mercados emergentes tienen claras sus metas. Además de los países mencionados por el índice de competitividad como los más sorprendentes en avance, están también naciones como India, Corea del Sur y China.

México no puede seguir detenido por falta de acuerdos políticos. La economía es demasiado frágil como para abandonarla a su suerte. El bienestar de los mexicanos depende, entre otras muchas cosas, de que seamos capaces de destrabar todo aquello que el FEM y los variados estudios sobre competitividad señalan como obstáculos al desarrollo. Por ese bienestar de los mexicanos, los políticos deben privilegiar los acuerdos. Estamos en un delicado punto de quiebre que no podemos ignorar.