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24/07/2017 | ¿Por qué ha caído tan bajo el discurso político en Colombia?

Catalina Lobo-Guerrero

Colombia cerró la semana pasada con un acalorado debate en las redes sociales entre defensores y críticos del ex presidente Álvaro Uribe, después que éste acusara al periodista Daniel Samper Ospina de ser un “violador de niños”.

 

El episodio, en el que Twitter se transformó en una plaza pública y en el que llegó a intervenir hasta ‘Popeye’, el ex jefe de sicarios de Pablo Escobar, reflejó la degradación del discurso político en el país, el bajísimo nivel al que ha caído en el último año, y volvió a poner sobre la mesa el debate de quién controla lo que se dice en Twitter y Facebook.

“Sicario moral”, “mariquita perfumado”, “Uribe paraco”, “asesino”, “guerrillero”, “bandido” y “rata” son algunas de las repetidas expresiones que se cruzan unos y otros y que se han convertido en términos ya comunes.

Los políticos han protagonizado semana tras semana fuertes rifirrafes virtuales con sus críticos. Son incontables, por ejemplo, las veces en las que en los últimos siete años el senador Uribe ha arremetido contra el presidente Juan Manuel Santos, y viceversa.

“Tras de bufón, ladrón”, “canalla”, “traidor”, le ha dicho Uribe a su ex ministro de Defensa en varias oportunidades. Santos, por su parte, le ha respondido con la misma moneda y con calificativos como “rufián de esquina”, “pajarraco y buitre al acecho” y “enemigo de la paz”.

Pero como si fuera una bola de nieve, congresistas uribistas y miembros del gabinete del presidente Santos han intercambiado lamentables acusaciones de lado y lado en Twitter.

“Lagarta, rica y gay. Es una estadista santista. Pobre politiquera”, dijo en tuiter el senador uribista José Obdulio Gaviria a mediados del 2015 contra la entonces ministra de Educación, Gina Parody, quien se ha declarado abiertamente homosexual y quien minutos antes se había referido a Uribe como “mafioso” y lo había vinculado con paramilitares, despertando el molestar de los defensores del ex mandatario.

Un episodio similar lo protagonizó Ernesto Macías, senador del Centro Democrático, el partido de Uribe, con un tuit contra la congresista Claudia López, una de las principales opositoras del ex mandatario: “Que la senadora se preocupe por los calzoncillos de ella y deje que nosotros sabremos qué hacer con el Centro Democrático”.

Desde el gobierno del presidente Santos también han llovido tuits, incluso publicados por la misma familia de mandatario.

Martín Santos, hijo mayor del Presidente, lanzó un mensaje en Twitter que luego borró y en el que insinuó que su primo Pedro Santos, hijo del ex vicepresidente Francisco Santos, es homosexual: “Qué pensará Pacho Santos y en especial su hijo Pedro cuando su amo y coequipero discriminan homosexuales y dicen que no tienen valores?”. Y así sobran los ejemplos.

La paz polarizó el país, dicen expertos

El debate político en Colombia ha llegado a tal punto que varias voces han hecho un llamado a ‘desarmar’ la palabra, como el ex jefe de negociación del gobierno con las FARC, Humberto de la Calle, quien ha propuesto un plan nacional de valeriana para bajar la “dosis de odio”.

“Hay mucho odio en Colombia, se ha degradado la discusión política y hay una polarización muy seria”, aseguró de la Calle en una entrevista con el Nuevo Herald en junio pasado.

El congresista Rodrigo Lara también pidió la semana pasada desde Twitter “recuperar la civilidad del debate público y debatir sin destruir la honra y el buen nombre de nuestros contradictores”.

Analistas consultados por el Nuevo Herald coincidieron en que se ha llegado a este punto, en gran medida, por la división que generó en los colombianos el proceso de paz con las FARC y por la falta de regulación a lo que se dice en las redes sociales.

A juicio del constitucionalista Juan Manuel Charry, este fenómeno obedece a “estrategias facilistas y simplistas de dividir a la opinión y a los ciudadanos entre adeptos y opositores, amigos de la paz o de la guerra”.

“Todos son responsables de lo que estamos viendo: los políticos que las plantean, los medios que le hacen eco y los ciudadanos que los adoptan. Este es un esquema muy efectivo, pero muy costoso socialmente. No cohesiona a la sociedad, sino que la disgrega”, aseguró.

Por su parte, la politóloga Sandra Borda afirmó que esta “no es más que una estrategia política clara que cobra vida en las redes sociales, donde no funciona el poder regulador que tienen los medios de comunicación”.

“En un medio tradicional estas cosas no se podrían decir al aire. Mientras que en las redes las dicen sin ningún problema. El discurso va escalando, sin que nadie regule y ese fenómeno está pasando en todo el mundo”, añadió.

Por su parte, el abogado Andrés Barreto señaló que se debe a que “la paz no pudo unir a los colombianos, sino llevó a una degradación completa de la sociedad”.

“Hay acusaciones de todo tipo de lado y lado y esto refleja que la polarización ha llegado a niveles en los que nunca se había estado. El lenguaje político está totalmente degradado y si el mismo presidente y un ex presidente se expresan así, ¿qué se le puede pedir al resto de los colombianos?”, concluyó.

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 



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