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06/10/2017 | El espía que surgió de los Papeles de Panamá

Rosalía Sánchez

El hecho de que Werner Mauss fuera la extensión del brazo del coordinador de los servicios secretos germanos Bernd Schmidbauer, en tiempos del canciller Helmut Kohl, ha despertado incluso sospechas de que tras los millones ocultos hubiera también operaciones políticas dudosas

 

Es una leyenda viva del espionaje alemán y disponía de licencia para matar en arriesgadas misiones por medio mundo, desde la liberación de rehenes hasta casos vinculados con redes terroristas y narcotráfico, que llevaba a cabo bajo el nombre en clave de Claus MöllnerWerner Mauss se había retirado en 2000 de la vida activa del espionaje con todos los honores y disfrutaba de una acomodada y tranquila jubilación hasta que su nombre, el auténtico, apareció por casualidad en un CD de datos que los funcionarios de Hacienda del estado federado alemán de Baja Sajonia compraron a un empleado de un banco suizo. El disco contenía la identidad e información bancaria de evasores alemanes y resultó que Mauss había ocultado del fisco alemán 15 millones de euros. Ahora, a sus 77 años de edad, y después de aparecer también en los Papeles de Panamá, ha sido condenado por diez casos de delito fiscal y tendrá que pagar una multa de 200.000 euros que irán a parar a instituciones de ayuda social.

El origen de los millones no ha sido aclarado durante el juicio, pero sí ha sido probado que fueron depositados bajo tres de sus múltiples identidades falsas en diferentes bancos extranjeros y que se sirvió de fundaciones y paraísos fiscales para moverlos y disponer de ellos. El hecho de que Mauss fuera la extensión del brazo del coordinador de los servicios secretos germanos Bernd Schmidbauer, en tiempos del canciller Helmut Kohl, ha despertado incluso sospechas de que tras los millones ocultos hubiera también operaciones políticas dudosas, pero la información clasificada y el silencio del espía no han permitido a la Audiencia provincial de Bocumaclarar más las cosas. Buena parte de su actividad secreta la desarrolló en Colombia, en años en que la guerrilla del ELN y los narcotraficantes manejaban cantidades ingentes de dinero, por lo que hay pistas que apuntan a que ese sería el origen de parte de su fortuna. Pero tampoco ha podido probarse en el juicio.

Una venganza contra él

Mauss, por su parte, ha mantenido hasta el final su declaración, en la que asegura que las acusaciones de fraude fiscal no están fundadas. Sus abogados sostuvieron durante el proceso que su defendido ha cumplido escrupulosamente con sus obligaciones ante la Hacienda alemana y que los fondos depositados en empresas panameñas no le pertenecían sino que procedían de diversas organizaciones y se trataba de dinero destinado a «fines humanitarios». Ha alegado, por ejemplo, que algunas de esas cuentas las abrieron servicios secretos occidentales para crear un fondo en Panamá en los años ochenta destinado a pagar el rescate de rehenes. Otra parte de esos depósitos, que llegaron a acumular 35 millones de euros en intereses, estaban según su versión destinados a pagar operaciones secretas por todo el mundo: 1,6 millones para secuestradores, 250.000 euros para alquilar un avión, pagos a informantes y alquiler de pisos francos. Incluso ha llegado a sugerir durante el juicio que todo el proceso no es más que una venganza cuyo autor no ha identificado, por el mismo motivo por el que tantos cabos de este juicio han quedado sueltos: «No estoy autorizado a revelar esa información».

A lo largo de su carrera, se estima que Mauss contribuyó a la detención de unos 2.000 criminales en más de cien países y que salvó la vida a más de 40 personas. Los agentes del servicio secreto lo conocían como «Institución M» o «el hombre con nueve dedos», porque le falta un dedo en la mano izquierda. Sus vecinos pensaban que se llamaba «Richard Nelson» y apenas podían creer lo que veían cuando su rostro apareció en las noticias, porque les resultaba imposible imaginar al anciano como una gente que se movía como pez en el agua entre numerosas organizaciones criminales internacionales.

En Colombia, el país cuyo nombre ha sido pronunciado más veces en las sesiones de Bochum, estuvo preso junto a su esposa Ida durante meses, entre 1996 y 1997, tras haber intervenido como mediador en la liberación de una ciudadana alemana secuestrada por el ELN. Aquella intervención dio pie incluso a su participación en negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla que nunca llegaron a buen puerto. Fue seguramente el momento cumbre de una carrera que había comenzado mucho antes, en una tienda de aspiradoras.

Nacido en la ciudad de Essen en 1940, Mauss creció en la dura postguerra alemana y descubrió que tenía una habilidad especial para ganarse la confianza de los desconocidos mientras trabajaba como comercial de electrodomésticos de limpieza. Antes de cumplir los treinta años, fundó una agencia de detectives privados con su primera esposa. Maridos infieles y estafas a las compañías de seguros protagonizaron sus primeros casos, pero pronto pasó a espiar a organizaciones criminales haciéndose pasar por un intermediario interesado en comprar coches robados, pieles o joyas y fltrando la información a la policía para obtener recompensas.

Su historia en un documental

El periodista Stephan Lamby, que realizó un documental sobre Mauss en 1998, su método consistía en «pasear a su presa por distintas estancias psicológicas» para luego plantearle algunos retos intelectuales que le obligaban a proporcionarle más información de la deseada. Así fue cómo, desde 1970 hasta 1996, estuvo conectado con prácticamente todos los grandes casos criminales de la Alemania Occidental. Según una biografía escrita por el periodista Stefan Aust, el espía aseguraba que solamente entre junio de 1970 y mayo de 1971, detuvo a 162 traficantes de diamantes, ladrones o narcos, batiendo todos los récords de la inteligencia alemana y obteniendo la categoría de espía estrella.

En 1976, detuvo a un miembro de un grupo terrorista de izquierdas, la banda Baader-Meinhof, en un kiosco de Atenas. En 1983, el Gobierno le confió la misión de recuperar 41 barriles de residuos tóxicos que se habían extraviado. El espía los localizó en una granja del norte de Francia. Y a finales de los ochenta, empezó a trabajar en misiones internacionales. Negoció con Hezbollah la liberación de empresarios secuestrados en Líbano y participó en operaciones inconfesables de la Guerra Fría. Durante esta última misión, el Gobierno colombiano descubrió su identidad.

Durante su jubilación y desde su finca privada de 16.200 hectáreas, situada en la región de Hunsrück, en el suroeste de Alemania, y adquirida a finales de los 70, volaba de vez en cuando en monomotor a diferentes capitales europeas para gestionar sus cuentas. El fiscal general de Alemania ha probado que costeaba esa vida de lujo con dos cuentas de UBS situadas en Luxemburgo y las Bahamas.

El Pais (Es) (España)

 



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