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20/11/2017 | IA - Cómo ganar el empleo a un robot

Mayte Rius

Fluidez de ideas, versatilidad, habilidades sociales y destreza manual serán capacidades muy valoradas en el futuro.

 

Las advertencias sobre el impacto de los robots en el empleo no dejan de sucederse. Según la consultora McKinsey, el 45% de los puestos de trabajo son susceptibles de ser automatizados, porcentaje que el Banco Mundial sitúa por encima del 60%. Y la experiencia (o mejor dicho la investigación realizada por dos economistas del MIT sobre lo ocurrido en Estados Unidos entre 1990 y el 2007) dice que por cada robot que se incorpora se destruyen unos seis empleos. De ahí que los economistas del Foro de Davos vaticinen la pérdida de unos cinco millones de trabajos antes del 2020.

Pero también hay quienes consideran que, en la pugna por el empleo, la moneda no tiene por qué caer siempre del lado de las máquinas. Peter Sondergaard, de la consultora Gartner, aseguraba hace unos días en un simposio celebrado en Barcelona, que la inteligencia artificial hará desaparecer 1,8 millones de empleos hasta el 2020 pero creará 2,3 millones de ocupaciones, así que el balance será 500.000 nuevas oportunidades de trabajo. Y la clave es prepararse para ellas, dotarse de las habilidades y capacidades que requerirán esos empleos en los que los humanos tienen ventaja frente a las máquinas.

Por cada robot que se incorpora se destruyen unos seis empleos

Pero ¿cuáles son esas habilidades? “Ya hacen falta, y aún serán más necesarias en la próxima década, personas formadas en tecnologías de la información y las comunicaciones, con habilidades robóticas, capaces de diseñar máquinas, de construirlas, de mantenerlas y de arreglarlas cuando se estropeen. También está claro que se necesitará gente capaz de enfrentarse a problemas complejos y resolverlos, competentes para hacer análisis críticos de las situaciones, con curiosidad y creatividad”, opina el investigador del CSIC y director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA) Ramón López de Mántaras.

De todos modos, advierte que es “complejo” saber cómo formar ahora a las personas que trabajarán dentro de 15 o 20 años porque se desconoce qué necesitarán saber. “Hace diez años no se sabía qué era un community manager o un analista big data y ahora son perfiles muy buscados”, ejemplifica el experto en inteligencia artificial.

Aún así, educadores, empresas, padres, madres y muchos jóvenes anhelan saber qué competencias se necesitarán para trabajar en 2030. En busca de esa respuesta, investigadores de la fundación británica Nesta, de la empresa Pearson (especializada en educación) y de la Oxford Martin School han analizado cómo afectarán los cambios tecnológicos a los futuros requerimientos de las empresas en cuestión de competencias.

Capacidades y habilidades que los robots pueden desempeñar mejor, o peor, que los humanos

Primero identificaron las ocupaciones que parecen más fáciles de ser automatizadas –como las relacionadas con la logística o el transporte, y aquellas que probablemente crecerán a pesar de la expansión tecnológica, incluidos investigadores en biotecnología, enfermeros, ingenieros, profesores...Después examinaron las habilidades que son más comunes en cada una de estas ocupaciones para determinar las competencias que pueden resultar más útiles tras la propagación de los robots. En sus conclusiones, recogidas en un artículo publicado en MIT Technology Review hace unas semanas, identifican cinco habilidades –capacidad de juicio y de toma de decisiones, fluidez de ideas, aprendizaje activo, estrategias de aprendizaje y de resolución de problemas, y originalidad– que consideran que serán más importantes que cualquier conocimiento específico porque están muy lejos de ser conquistadas por cualquier máquina al nivel de los humanos.

La investigación –titulada T he Future of skills: Employment in 2030 (El futuro de las habilidades: Empleo en el 2030)– también toma en consideración el impacto de otras tendencias como la globalización, la sostenibilidad ecológica, la creciente disparidad económica, la incertidumbre política o el cambio demográfico, y las interacciones que ocurren entre ellas y que conforman el horizonte laboral para el 2030. Y su propuesta es focalizar la educación en habilidades y competencias netamente humanas para las cuales los robots no ofrecen una alternativa viable, como la empatía, el trato personal, las relaciones de grupo y el trabajo en equipo..., al tiempo que capacita a las personas para el aprendizaje y el reentrenamiento constantes porque esa será la premisa imprescindible para mantener la empleabilidad en el futuro.

Sobre las capacidades y habilidades que los robots pueden desempeñar mejor o peor que los humanos también se han pronunciado los expertos en Educación de la OCDE. Stuart Elliot, analista de la Dirección de Educación y Habilidades de la organización, decidió evaluar las capacidades de resolución de problemas de las computadoras sometiéndolas a las preguntas de la Encuesta de Habilidades para Adultos que se usa para medir las competencias de las personas. Y sus hallazgos –según explica el director de Educación y Habilidades, Andreas Schleicher, en un artículo publicado en la revisa de tendencias en educación Wise ed.review–, son que la competencia de dos tercios de los trabajadores de la OCDE para leer y escribir, para manejarse con los números y para resolver problemas digitales es similar al de las computadoras, y sólo el 13% de los empleados humanos realizan a diario esas tareas con mayor competencia que las máquinas.

Schleicher matiza que el análisis sólo cubre un reducido número de habilidades de trabajo, demasiado limitado para valorar si las máquinas pueden desempeñar las tareas laborales mejor o peor que las personas, pero debe tenerse en cuenta porque da idea de las dificultades de empleabilidad para las personas menos competentes. Reconoce, no obstante, que para comparar realmente el nivel de desempeño de un puesto de trabajo por parte de una persona y de una máquina habrían de evaluarse otras habilidades como el sentido común, el razonamiento experto, la visión, el movimiento físico y la interacción social, entre otras.

López de Mántaras, conocedor de las capacidades reales de la inteligencia artificial, explica que los trabajos rutinarios, desde el punto de vista físico o intelectual son claramente sustituibles por máquinas, mientras que aquellos que requieren habilidades sociales, destreza para manipular objetos con finura, creatividad, capacidad de comprensión a partir de la observación o versatilidad no se verán amenazados durante bastantes años.

“Los trabajos administrativos, contables y con mucha burocracia sí pueden ser desempeñados por máquinas, pero veo difícil que el fontanero, el electricista o el albañil que te viene a hacer reparaciones en casa, o las personas que cuidan enfermos o ancianos, vayan a ser sustituidos por robots, porque necesitan relacionarse, proponer ideas y desarrollar soluciones creativas en función de lo que observan y del problema de cada casa”, reflexiona.


La Vanguardia (España)

 



 
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