El intento fallido de Riad de interferir en la política del Líbano con la dimisión de su primer ministro se suma a otros fracasos de la diplomacia saudí en Siria, Yemen y Qatar.
Son malos tiempos para la diplomacia saudí. De Siria al Yemen, pasando por Qatar, Arabia Saudí lleva una época sumando pequeños fracasos
en su intento de ganarle la partida a Irán, la potencia
chií contra quien Riad (suní) se disputa el dominio de Oriente Medio. El último: su intento
fallido de interferir en el Líbano provocando
la dimisión del primer ministro Saad Hariri con el fin de hacer
creer a la comunidad internacional que el país está controlado por Teherán
mediante el partido de Hizbulah,
su socio político y militar. No sólo no ha conseguido su objetivo, sino que se
le ha girado en su contra.
La misma semana que el primer ministro libanés retornaba
a su país y rechazaba presentar la dimisión, tal y como quería Riad; Irán enviaba un mensaje de poder al
mundo mientras se reunía en Sochi con Rusia y Turquía para decidir el fin de la guerra de Siria. Otro batacazo
para la Casa Saud. “Desde un punto de vista de imagen política y poder de
influencia Arabia Saudí está en un momento bastante débil”, apunta el
doctorando de Estudios de la Guerra en el King’s College de Londres Gabriel
Garroum.
…” Desde un punto de vista de imagen política y poder de
influencia Arabia Saudí está en un momento bastante débil” … GABRIEL
GARROUM, Doctorando de Estudios de la Guerra en el King’s College de Londres
Explica el académico que detrás de la jugada del reino saudí
sobre Hariri se escondía la intención de provocar que Israel tomara cartas sobre el asunto y atacase
al Líbano (como ya hizo en la guerra de 2006) con el fin de derrotar a
Hizbulah, que se está haciendo cada vez más fuerte en la región. Más allá del
Líbano, donde tiene una prominente influencia política, su facción paramilitar
está ayudando a ganar la guerra siria al presidente Bashar el Asad, perteneciente a la rama chií alauí, contra
el casi derrotado Estado Islámico.
Al otro lado, Arabia Saudí financia grupos rebeldes de tendencia salafista, que
perdieron batallas como la de Alepo, y apoya a la coalición de Estados Unidos contra
los yihadistas.
Pero ni Israel ha movido ficha, ni la crisis política ha
estallado en el Líbano. “Todas las facciones libanesas han rechazado la
dimisión de Hariri y criticado que fuera tratado como una marioneta. Incluso
los suníes libaneses (entre los que pertenece el primer ministro) demostraron
no estar dispuestos a entrar en el juego”, apunta Garroum.
…”Ante una interferencia externa, ha surgido entre la
población libanesa un renovado sentimiento de orgullo nacional”… EDUARD SOLER, Investigador
del CIDOB
Paradójicamente, las acciones de Arabia Saudí, que buscaban
la división, han conseguido unir al Líbano. “Ante una interferencia externa, ha
surgido entre la población libanesa un renovado sentimiento de orgullo nacional
que ha dejado de lado las diferencias religiosas; con carteles pidiendo el
retorno de Hariri o dedicándole la maratón de Beirut”, explica el investigador
sobre Oriente Medio del Centre d’Informació y Documentació de Barcelona
(CIDOB), Eduard Soler. “El país ha demostrado tener una madurez política mayor
de la que muchos esperaban”, añade Garroum.
Rivales enfrentados en guerras subsidiarias
En la región existe una rivalidad histórica entre Irán y Arabia
Saudí que, si bien está intrínsicamente ligada a la división entre
musulmanes, chiíes y suníes, va más allá del sectarismo. Lo suyo es un
afán encarnizado por dominar Oriente Medio, algo que por el momento está
alcanzando la República Islámica de los ayatolás en todas las guerras
subsidiarias donde se enfrentan ambas potencias.
Los iraníes presumen de controlar cuatro capitales
árabes: Bagdad, Beirut, Damasco y
Saná que, sobre el mapa, dan la sensación de un cierto cerco a las monarquías del
petróleo y a Arabia Saudí, en particular. Además, el dominio iraní
sobre Siria y, supuestamente, el Líbano, permite a la potencia chií unir las
orillas del Pérsico y el Mediterráneo. “A los saudíes les preocupa que si nadie
frena a Irán el siguiente paso será la desestabilización dentro de la misma
Arabia Saudí o de alguna potencia del golfo con minorías chiíes”, apunta Soler.
Este recelo se ha visto agravado tras el acuerdo nuclear con Teherán en 2015,
que ha retornado a Irán en el tablero geopolítico.
“La diferencia fundamental entre Irán y Arabia Saudí es que
la segunda no ha logrado establecer grupos (en otras naciones) sobre los que
confiar, crear lealtades y construir una estrategia para salvaguardar sus
intereses”, escribe la profesora de Ciencias Políticas de París y especialista
en Oriente Medio en un artículo para el Anuario del Institut Europeu de la
Mediterrània (IEMEd), Angès Levallois. Y pone como ejemplo la derrota de Alepo
donde los rebeldes cayeron ante Asad.
Qatar, Yemen y el heredero
A eso se añade el papel del futuro heredero de la
corona saudí, Mohammed bin Salman,
a quien se le atribuye una postura
más intervencionista, que queda ampliamente reflejada en la guerra del Yemen. El conflicto en el
país, considerado por Arabia Saudí su patio trasero, marca un giro importante
en la diplomacia saudí, al meterse de lleno en un enfrentamiento armado, según
comenta Levallois.
Yemen lleva más de dos años sumido en una contienda entre
el movimiento rebelde de los
hutíes y la coalición
árabe encabezada por Arabia Saudí, que respalda al presidente
yemení, Abdo Rabu Mansur Hadi,
ahora exiliado en Riad. Los hutíes, cuyos misiles están financiados por Irán según los saudíes pero
la ONU lo niega, resisten en la capital, Saná, el aeropuerto, el
puerto más importante del país y las provincias del oeste. Entre tanto, la
población civil está pagando un alto precio: más de 5.000 víctimas, 8.000 heridos y una hambruna que amenaza a 7 millones de personas, según cálculos
de la ONU de la pasada primavera.
En este sentido, la semana pasada se produjo otra imagen de
la división imperante en el país. Los miembros de la Alianza Militar Islámica Contra el Terrorismo,
cuyo germen era vencer al grupo insurgente yemení, se reunieron en
Riad el domingo 26 de noviembre bajo el auspicio del príncipe Bin Salman y
con cuatro significativas ausencias: Irak, Siria, Irán y Qatar, pese a ser miembro fundador.
Qatar es otra piedra en el historial saudí. El Gobierno de
Doha acusa a saudíes y egipcios de empujar el país en brazos de Irán con el bloqueo económico impuesto
hace más de cinco meses por cuatro de los países del Consejo de Cooperación
para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG): Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos
(EAU), Bahréin y Omán, con excepción de Kuwait, que intenta mediar.
La ruptura de relaciones entre Arabia Saudí y Qatar es la
crisis diplomática más grave de los últimos años entre los países del Golfo
La ruptura de relaciones entre Arabia Saudí y Qatar es
la crisis diplomática más
grave de los últimos años entre los países del Golfo. Estos acusan
a Doha de financiar el terrorismo y de aliarse con Irán, aunque
los motivos económicos – Qatar es el mayor exportador mundial de gas
natural licuado y el país más rico del mundo – pesan todavía más en la decisión
de cortarle las alas al emirato, que en los últimos años decidió volar fuera de
la órbita saudí.
Sin embargo, al igual que pasó con el Líbano, apunta Eduard
Soler, que la interferencia extranjera provocó en Qatar una mayor unión y no la
desestabilización del emirato que se esperaba.
A pesar de que son muchos los expertos que vinculan la nueva
política de confrontación con el auge de poder del príncipe saudí, el
investigador del CIDOB señala que Bin Salman no actúa solo: “Mohamed bin Zayed,
príncipe heredero de Emiratos
Árabes Unidos, es el mentor de Bin Salman; son inseparables. Es una de
las fuerzas detrás de algunas de las decisiones que se están tomando”.
…”Mohamed bin Zayed, príncipe heredero de Emiratos Árabes
Unidos, es el mentor de Bin Salman”… EDUARD SOLER, Investigador sénior del CIDOB
En este sentido, el antiguo embajador de EAU en Moscú (su
nuevo destino será Francia), Omar Saif Ghobash, en una entrevista reciente
para LaVanguardia.com valoraba muy positivamente las intervenciones
de Bin Salman. “Sé que mucha gente en Occidente no entiende esto, pero vemos
que lo que Irán hace es debilitarnos y amenazarnos como árabes del Golfo (en
Irak, Siria, Líbano, el Yemen…) Básicamente desde todos los flancos. Una Arabia
Saudí más centrada, receptiva y juvenil es algo a lo que todos damos la
bienvenida. Tenemos muchas ganas de que asuman el liderazgo en todos estos
asuntos”.
Ante esta nueva lógica menos previsible que ha asumido
Arabia Saudí en los últimos años cabe preguntarse, apunta Soler, si se trata de
una estrategia de forzar la
máquina o de disimular
los fracasos. Con todo, la mayoría de expertos coincide en rechazar que
el renovado ímpetu saudí acabe alimentando una guerra directa entre Riad y Teherán.
“Pero no es totalmente descartable. En Oriente Medio el abanico de lo posible
se ha ampliado mucho”, concluye el investigador.
…”En Oriente Medio el abanico de lo posible se ha ampliado
mucho”…EDUARD SOLER, Investigador sénior del CIDOB
***Más:
http://www.lavanguardia.com/internacional/20171204/433337178535/arabia-saudi-amenaza-iran-oriente-medio.html