El asesinato del expresidente Saleh supone un punto de inflexión para una guerra en la que 19 millones de personas dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir. La paz parece aún más lejana.
Dar pasos de baile sobre cabezas de serpientes”. Así
resumía cómo era gobernar Yemen el expresidente Ali Abdulá Saleh, asesinado
este lunes por sus antiguos aliados, los rebeldes hutíes, cuando intentaba huir
de la capital, Saná. Su muerte supone la desaparición de la figura política más
importante de una compleja ecuación que ha sumido al país más pobre del mundo
árabe en la peor crisis humanitaria de la actualidad. Un punto de inflexión en
una guerra que ha llegado a un callejón sin salida. Todo, tras 10.000 muertos
contabilizados, 19 millones de personas dependiendo de la ayuda humanitaria
para sobrevivir, dos millones de desplazados y una epidemia de cólera sin
precedentes.
El mariscal Saleh firmó su sentencia de muerte el sábado
al anunciar que rompía con el movimiento rebelde chií -apoyado por Irán- y
ofrecerse a negociar con el que hasta entonces era su enemigo común: la
coalición árabe liderada por Arabia Saudí, que pretende restaurar a Abdrabbo
Mansur Hadi como presidente. Las represalias por el asesinato de Saleh no se
han hecho esperar: la coalición lanzó hasta 255 bombardeos durante la madrugada
del martes contra zonas densamente pobladas de la capital.
Tras la muerte de Saleh, cuyo entendimiento con Arabia
Saudí era una de las pocas opciones de poner fin a la guerra, la paz parece
todavía más lejana. El asesinato podría desencadenar una serie de venganzas
entre los bandos y, por ende, un recrudecimiento del conflicto. Saná ha sido
hasta este martes escenario de cruentos combates -con morteros, tanques y
armamento pesado- entre las fuerza leales a Saleh y los rebeldes hutíes que han
dejado 234 muertos y 400 heridos, según el Comité Internacional de la Cruz
Roja. Los civiles, especialmente en el sur de la ciudad, han tenido que
esconderse en sus casas, sin agua corriente, electricidad ni suministros
básicos.
Saleh, un militar sin estudios que en 1978 se hizo con el
poder en Yemen del Norte con un golpe de estado y que tras la unificación del
país en 1990 se convirtió en su primer presidente, ha jugado un papel clave en
el descenso a los infiernos de Yemen. Tras más de tres décadas como gobernante,
su caída en 2012 en medio de las revueltas de la Primavera Árabe le llevó a
refugiarse en Arabia Saudí después de sobrevivir a un atentado en su palacio.
Fue entonces cuando su 'segundo', el prosaudí Abdrabbo Mansur Hadi, alcanzó la
presidencia.
Dos años más tarde, Saleh puso en marcha su jugada más
arriesgada: forjó una inesperada alianza con sus antiguos enemigos, los
rebeldes hutíes, para posibilitar la toma de Saná y expulsar a Mansur Hadi,
quien terminó refugiándose en Arabia Saudí como su predecesor. Era una alianza
condenada al fracaso pero pocos podían prever que el hombre que luchó contra
los rebeldes en seis guerras (2004-2011) acabaría asesinado por la milicia
chií.
Mientras duró, aquel acuerdo benefició a los dos bandos:
Saleh aprovechó el poder de los hutíes en armas y combatientes; los rebeldes se
beneficiaron de las redes de inteligencia y seguridad que controlaba. La
ecuación cambió el sábado, cuando Saleh anunció que cambiaba de bando y buscó
abrir una negociación con Arabia Saudí en un intento por aumentar su poder en
Saná, la capital que los rebeldes ocuparon en septiembre de 2014 expulsando al
Gobierno de Mansur Hadi.
Con la muerte de Saleh, los hutíes se convierten en el
actor clave del norte de Yemen, al menos a corto plazo, porque el sistema de
que estableció el expresidente se verá tremendamente debilitado. No obstante,
considerando el apoyo tribal, popular y militar del que gozaba el expresidente,
cabe esperar que la guerra se recrudezca. Su hijo mayor, Ahmed Abdulá Saleh,
quien lideró la guardia republicana hasta 2014 y mantiene una gran popularidad
entre los seguidores de su padre, ya ha anunciado su intención de combatir
“hasta expulsar al último hutí de Yemen”.
Arabia Saudí también ha visto en el asesinato de Saleh
una oportunidad para “deshacerse” de los hutíes. El movimiento rebelde ha
fracasado en su objetivo de conquistar el país por completo y fue expulsado del
vital estrecho de Bab el-Mandeb como consecuencia de la intervención de Riad en
2015. Pero, mientras para los hutíes la victoria es básicamente la
supervivencia, para el reino saudí el éxito pasa por restablecer al gobierno
reconocido internacionalmente.
**https://www.elconfidencial.com/mundo/2017-12-05/yemen-sabes-que-es-la-crisis-humanitaria-mas-grave-pero-no-como-hemos-llegado-a-esto_1488801/