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24/12/2017 | Cambio Climático - La política regional y nacional podría sabotear la puja de Brasil para albergar la conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático

Guy Edwards

La política regional de América Latina y los problemas propios de Brasil se han filtrado en las recientes negociaciones sobre cambio climático de la ONU en Bonn, Alemania. En el marco de la conferencia, José Sarney Filho—Ministro de Medio Ambiente de Brasil—planteó el interés del país de ser la sede de la 25ª Conferencia (COP25) en 2019.

 

Brasil es actualmente el único país que ha manifestado al Secretario Ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) su interés de convertirse en sede de las negociaciones, las cuales están programadas para llevarse a cabo en un país de América Latina y el Caribe.

Siguiendo el protocolo, los candidatos a la presidencia de la COP deben presentar cartas de solicitud a la CMNUCC. Posteriormente, el grupo regional de la ONU, en este caso al grupo de 33 países de América Latina y el Caribe (GRULAC), discuten el tema antes de tomar una decisión por consenso. Si bien el GRULAC lleva a cabo reuniones regulares durante la COP, las discusiones sobre futuras presidencias de la COP pueden ser mucho más extensas.

En el último día de las conversaciones, un proyecto de decisión de la conferencia efectivamente nombró a Brasil como el anfitrión de la COP25. Pero aparentemente el presidente rotatorio mensual del GRULAC, en este caso Paraguay, notificó prematuramente a la Secretaría de la CMNUCC que el GRULAC había aceptado la candidatura de Brasil. Al ver el proyecto de decisión de la conferencia, Venezuela y Brasil expresaron su preocupación ante la indecisión y la poca preparación del grupo. La decisión corregida sobre la conferencia no menciona a Brasil y se encuentra a la espera de que el GRULAC reanude las discusiones.

En defensa del GRULAC, durante las dos intensas semanas de negociaciones, pueden ocurrir errores. Los cables se cruzan y mensajes importantes pueden enviarse demasiado tarde o demasiado temprano o simplemente malinterpretarse. Durante este período de alta tensión política regional, las decisiones se toman sobre arena movediza.

También se debe tomar en cuenta que el ambiente político de América Latina y el Caribe se encuentra en su punto más difícil desde hace algún tiempo debido a la crisis en Venezuela. En agosto, los ministros de relaciones exteriores de varios países, entre ellos Paraguay, México, Brasil, Perú y Argentina, firmaron la Declaración de Lima, que se pronuncia enérgicamente contra el régimen de Maduro y el quebrantamiento del orden democrático en Venezuela.

Es posible que Paraguay enviase la carta a la CMNUCC confirmando la candidatura de Brasil, deseando evitar un debate interminable dentro del GRULAC. No resulta extraño pensar que Paraguay podría haber actuado para tratar de impulsar la confirmación evitando cualquier enfrentamiento dentro del GRULAC, ante una negativa de Venezuela de apoyar la oferta de Brasil debido a su propio interés en ser sede de la conferencia, luego de una oferta fallida en 2014 para ser sede de la COP20, que perdió frente a Perú.

Pero en el caso de que el GRULAC no pueda llegar a un consenso sobre la futura sede de la COP, la Secretaría de la Convención seleccionaría otra región en su lugar. Esta sería la segunda vez que la crisis venezolana termina socavando un importante evento regional. Recordemos que el Grupo de Lima pidió en agosto que se pospusiera la cumbre entre Europa y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.

Dadas las extensas y espinosas discusiones entre los representantes del GRULAC, la candidatura de Brasil no está del todo asegurada. Por otro lado, la política doméstica del Brasil también podría plantear un riesgo.

El gabinete brasileño atravesará un periodo de reorganización durante las próximas semanas, que podría interferir con los esfuerzos para asegurar su oferta en la COP, partiendo del hecho de que no se ha confirmado si el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Aloysio Nunes, mantendrá su posición. Si bien es probable que su sucesor continúe apoyando la celebración de la COP25, la agitación política, producto de una reorganización, podría menoscabar la postura de la administración de Temer de invertir la energía necesaria para garantizar la nominación. Por otro lado, es probable que el ministro de medio ambiente, Filho, mantenga su posición hasta el próximo mes de marzo, antes de renunciar para postularse para el Senado. Se espera que mientras permanezca en el cargo continúe luchando junto con otros miembros del gabinete para asegurar la nominación.

No obstante, se rumora que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil está inquieto con la oferta. Simplemente el costo de organizar un evento para recibir a 20,000 delegados, incluyendo una veintena de ministros y jefes de estado, es bastante elevado. Asimismo, organizar una COP exitosa requiere no solamente de facilitar la logística del proceso, sino de generar confianza entre los países y demostrar una política doméstica contra el cambio climático con líneas de acción claras y convincentes. Dado que la COP25 se configura como uno de los eventos más importantes desde el Acuerdo de París 2015, Brasil se enfrentaría a una tarea titánica.

La COP25 es también importante ya que en 2020, los países deberán someter a revisión sus planes nacionales contra el cambio climático. El Informe de Emisiones de la ONU de 2017 revela que las metas actuales de los países para reducir las emisiones conducirían a un aumento de la temperatura en aproximadamente 3º Celsius hacia el 2100. Para cumplir con el objetivo de la temperatura acordada en París de limitar el calentamiento a 1.5º Celsius, el nivel de emisiones deberá alcanzar su punto máximo en 2020 para luego descender constantemente.  Brasil es uno de los países cuya promesa actualmente es incompatible con el objetivo de París y la presión aumenta en todos los países para elevar los niveles de sus objetivos.

En la actualidad, el compromiso mostrado por la administración de Temer para enfrentar el cambio climático es cuestionable. El mismo día que Brasil hizo su oferta COP25, el país ganó el premio “Fossil of the Day” de la Red de Acción Climática, un premio otorgado a países en calidad de rezago ambiental, como resultado de un proyecto de ley enviado al Congreso por el presidente Temer que subsidiará el nuevo desarrollo petrolero en aproximadamente $300 mil millones de dólares. También se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzadas el año pasado aumentaron un 8.9%, el nivel más alto desde 2008, principalmente debido a un aumento en actividades de agricultura y deforestación ilegal.

La debilidad de la agenda climática de Temer ayuda a explicar por qué Brasil presentó una propuesta para ser sede de la conferencia. Un grupo de organizaciones  ambientales brasileñas lograron persuadir al ministro Filho de que presentara la propuesta argumentando que en un momento de varios reveses para la agenda climática y ambiental de Brasil, organizar una COP podría ser una forma de aumentar la atención sobre estos temas y lograr un cambio de dirección.

Con los altos niveles de volatilidad política interna y la política regional en una coyuntura sumamente difícil, las probabilidades de que la nominación de Brasil para albergar la COP25 se alargue son muchas. Brasil, sin embargo, parece estar dispuesto a seguir jugando con las cartas sobre la mesa.

**Nota: Los gobiernos de Paraguay y Venezuela no respondieron a las solicitudes de comentarios.

***Guy Edwards es investigador y c-odirector del Laboratorio de Clima y Desarrollo de la Universidad de Brown. Es también co-autor de la obra “A Fragmented Continent: Latin America and the Global Politics of Climate Change” (MIT Press, 2015)

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