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28/12/2017 | ''Es claro lo que quiere China con Latinoamérica, pero no lo que quiere Latinoamérica con China''

María Camila Hernández

China es el segundo socio comercial de la región, con fuertes inversiones en algunos países. Aunque su presencia e influencia crecieron en el 2017, el desconocimiento sobre China persiste en Latinoamérica y el Caribe.

 

La presencia de ambiciosos proyectos chinos es cada vez más común en todo el mundo. Megaproyectos como ‘Una franja, una ruta’, -que busca reestablecer la antigua Ruta de la Seda con multimillonarias inversiones en infraestructura y transporte-, vienen acompañados de un discurso de apertura comercial y cultural por parte de China.

Latinoamérica no es la excepción. La relación económica de la región con el gigante asiático es cada vez más fuerte, aunque se experimenta de maneras diferentes, según China. De acuerdo con Enrique Dussel Peters, coordinador de la Red Académica América Latina y el Caribe sobre China y docente de la Universidad Nacional Autónoma de México, se pueden identificar al menos cuatro fases en la relación de América Latina con China:

“Desde la década de los 90 se da una primera fase en términos de comercio. China hoy en día es el segundo socio comercial de América Latina; desde 2006 China se convierte en una fuente de financiamiento, estamos hoy viviendo más de 10 mil millones de dólares anuales de inversión y desde el 2013, masivos proyectos de infraestructura. Hoy en día tenemos más de 80 proyectos de infraestructura de la región”.

Según Camilo Defelipe Villa, experto en estudios de Asia Pacífico de Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, “en general América Latina es una región que exporta materias primas (…) todavía hay una dependencia en los recursos primarios y una dificultad por evolucionar hacia las transformaciones productivas con valor agregado, que es lo que está demandando el mercado chino en este momento”.

Este es el caso, por ejemplo, de Colombia, en donde la inversión china es mucho más baja que en otros países de la región. Según Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior, Analdex, “la principal característica del comercio de Colombia con China es que nosotros estamos exportando bienes primarios, minero-energéticos y estamos importando manufacturas y particularmente maquinaria y productos electrónicos (…) bienes de tecnología media y alta”.

Además de la brecha tecnológica que se da en este intercambio, hay un alto déficit comercial. Según cifras de Analdex, en el 2017 al mes de octubre las exportaciones a China fueron de 1.677 millones de dólares, mientras que las importaciones, fueron de 6.383 millones de dólares.

Relación desigual de los países latinoamericanos con China

Para Dussel, existen enormes diferencias en la relación de los países de América Latina y el Caribe con China. En el aspecto comercial, el caso de México dista mucho del colombiano o el de los países del Mercosur. “México es el país que presenta el nivel tecnológico más alto de sus exportaciones a China. Más del 60% de las exportaciones mexicanas son de nivel tecnológico medio y alto y se concentra más que todo en autopartes, automotriz y telecomunicaciones. En el caso de Brasil es menos del 3%”.

Sin embargo, así como en Colombia, México también presenta un alto déficit comercial en su intercambio con China. “La relación de las importaciones vs. exportaciones desde China en el 2016 fue de 14 a 1, que no es el caso con los países de América del Sur”, resaltó Dussel.

En un punto intermedio se encuentra Chile. La relación entre ambos países sigue siendo clave para jalonar el principal commodity chileno, el cobre, pero ahora también añadiendo el valor agregado de los automóviles eléctricos que son una de las grandes apuestas de China. Según le dijo a AFP Juan Carlos Guajardo, CEO de Plusmining, “los fundamentos del mercado del cobre han tendido a ir mejorando en los últimos tiempos, de la mano de un desempeño económico en China mejor de lo esperado, de la mano de la expectativa de un desarrollo de la electro-movilidad muy brillante y de la mano de los proyectos de infraestructura impulsados por China”.

De comprador a inversionista: los casos de Brasil y Ecuador

Con una inversión de más de 54.000 millones de dólares entre 2001 y 2016, Brasil es el país que más capital chino recibe en la región. Este año, según la Cámara de Comercio Brasil China, el país asiático tenía previsto invertir unos 20.000 millones de dólares en activos brasileros, lo que supone un aumento de más del 87% con respecto al año anterior.

Aunque sigue siendo un exportador de materias primas hacia China, Brasil también se ha convertido en receptor de flujos de inversión china. Según la consultora británica Dealogic, el porcentaje de capital chino en fusiones y adquisiciones en Brasil pasó del 3% en el 2016 al 12% en el 2017. Además, es el segundo destino de inversiones chinas en infraestructura a nivel mundial, solo superado por Estados Unidos.

Esta fuerte escalada inversionista puede venir acompañada de grandes retos para la región, en donde los gobiernos presentan altos índices de corrupción y problemas en la ejecución de proyectos. Es el caso de Ecuador, en donde la empresa china Sinohydro Corporation construye la principal hidroeléctrica del país, Coca Codo Sinclair, financiada en un 70% por el China Exim Bank y con una inversión de más de 2.000 millones de dólares.

Allí se han presentado accidentes y protestas por parte de los trabajadores debido a las condiciones laborales, así como críticas por la forma de adjudicación del proyecto. Alberto Acosta, exministro de energía de ese país declaró en algún momento que el problema era que se estaba tratando de reemplazar el imperialismo estadounidense con el imperialismo chino.

Para Dussel, Coca Codo Sinclair presenta las dificultades de cualquier proyecto de gran envergadura, y destaca la importancia del proyecto:

“Es un proyecto tecnológico generador de energía espectacular, atraviesa una montaña con unos tubos de 10 metros de diámetro; Quito no tiene metro, pero tiene prácticamente un metro dentro de Coca Codo Sinclair de más de 20 kilómetros y genera y el doble de la demanda eléctrica que la ciudad de Quito. Hay problemas de corrupción, de falta de diálogo con las comunidades locales y regionales, que desde mi punto de vista depende de las instituciones en Ecuador, más que de la empresa china”.

Más allá de una relación comercial deficitaria, la brecha tecnológica o los retos que implican los megaproyectos de infraestructura, en lo que coinciden los expertos es en el enfoque regional hacia China. “Es muy claro lo que China tiene planeado con América Latina, lo que no queda claro es lo que América Latina quiere con China. Hemos sido incapaces de lograr una estrategia como región”, asegura Dussel.

Para Defelipe, mientras que China se acerca más a Latinoamérica y el Caribe con mayor conocimiento de la región, no sucede lo mismo a la inversa. Aún es muy grande el desconocimiento en Latinoamérica sobre un país que ha sido y seguirá siendo clave en el desarrollo económico de la región.

France24 (Francia)

 



 
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