Es por esto que se deben tomar en serio las aseveraciones de que la democracia está en juego. Quienes no confiamos ni en la derecha autoritaria de Viteri ni en el mesianismo populista de Noboa y buscamos un cambio contamos con las propuestas de Correa y Roldós. Pero tenemos que preguntarnos si estas garantizarán los derechos a la disensión, la rendición de cuentas y la participación efectiva del mayor número de ciudadanos.

Correa y su círculo íntimo han expuesto dos visiones sobre la democracia. La primera se basa en la búsqueda de formas de democracia directa como la asamblea vista como un espacio donde los ciudadanos sin la mediación de los partidos políticos debatirán y legislarán un nuevo pacto social. Todavía no se ha definido quiénes podrán ser elegidos y no está claro si se restringirá el papel de los partidos o si es que se utilizarán criterios corporativistas para ser electo. Por esto el mito de la asamblea no garantizará ni mayor participación pues no veo cómo todos podamos participar en esta a menos que deleguemos el poder a un asambleísta, ni una mejor representación pues a lo mejor se excluirá a los no organizados y a los miembros de algunas corporaciones.

Una segunda visión de los correístas es que la verdadera democracia está en las calles. La ocupación de espacios públicos a favor del líder y los abucheos a los oponentes son vividos como actos democráticos que se basan en una visión de la política como una lucha ética entre la partidocracia y los ciudadanos. Si a esto se junta la actitud instrumental ante las instituciones de la democracia liberal, como son solo aceptar los procedimientos y las reglas que convienen, tenemos una propuesta que, en nombre de mayor participación y democratización, promoverá la democracia de los tumultos, de los amarres en la asamblea y la imposición de la voluntad del líder que aparecerá como la figura situada por encima de las rencillas de sus seguidores. Si es que la política se transforma en una lucha entre rivales irreconciliables se atentará contra las libertades de quienes no estén de acuerdo con el líder. Además, llegaremos a niveles de polarización política entre quienes crean que Correa encarna la redención y sus adversarios que lo verán como la fuente de todos los males. Esta lucha a muerte entre enemigos sólo se la resolverá autoritariamente.

Roldós busca fortalecer las instituciones de la democracia liberal. Al basar su propuesta de una mayor democratización en seguir las normas y los procedimientos y al no utilizar un lenguaje confrontador y descalificador se generarán mejores posibilidades para que en lugar de atentar contra la democracia se la pueda afianzar y profundizar.

Con Roldós no se tirará a la basura toda la normativa progresista de la Constitución vigente, más bien se la reformará para que garantice la independencia de los organismos de control y para que se democraticen los partidos. A través de diálogos y consultas populares los ciudadanos participarán en la toma de decisiones trascendentales que no se las puede encargar al líder populista ni a la democracia del tumulto.