Trece ciudadanos y tres compañías rusas fueron acusadas formalmente el viernes por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de interferir en las elecciones presidenciales de 2016. Una de las tres empresas rusas señaladas tiene sede en San Petersburgo, y fue identificada como la principal responsable de operaciones que el Departamento de Justicia califica de "guerra informática contra EEUU a través de identidades ficticias en redes sociales y otros medios de internet".

El Ministerio de Exteriores ruso ha reaccionado con sarcasmo preguntándose cómo "13 rusos pudieron más que los presupuestos multimillonarios de los servicios secretos, más que la inteligencia y la contrainteligencia de EEUU". Para Moscú acusar a 13 ciudadanos rusos de interferencia en los comicios presidenciales de EEUU en 2016 es tan "absurdo", que refleja la "realidad política del momento en Estados Unidos".

A los 13 se les acusa de "violar las leyes criminales para interferir en los comicios y los procesos políticos", señaló la oficina del fiscal especial Robert Mueller, que investiga la presunta interferencia rusa en la campaña.

De entre los imputados, tres fueron acusados de conspiración para cometer fraude electrónico, mientras que cinco fueron acusados de robo de identidad. La portavoz de Exteriores, Maria Zajarova, ha sugerido incluso que Washington utiliza precisamente el número 13 por las connotaciones negativas que rodean a la cifra entre los supersticiosos.

Una de las tres empresas rusas señaladas tiene sede en San Petersburgo y fue identificada como la principal responsable de las operaciones que el Departamento de Justicia califica de "guerra informática contra EEUU a través de identidades ficticias en redes sociales y otros medios de internet". Uno de los ciudadanos rusos señalados en la acusación, Evgeny Prigozhin, apodado "el chef de Putin" por organizar caterings en citas del presidente. El oligarca negó haber participado en la manipulación de las elecciones pero se le señala como impulsor de la "granja de trolls de San Petersburgo".

Moscú ha negado siempre cualquier tipo de intromisión en las eleccionespresidenciales norteamericanas, y cree que las acusaciones que se están vertiendo en su contra son para Moscú "gratuitas" y "carentes de fundamento". Pero el documento sostiene que los acusados se hicieron pasar por estadounidenses y abrieron cuentas financieras en su nombre y gastaron miles de dólares al mes para comprar publicidad política.

También usaron espacio en servidores de EEUU con la intención de ocultar su procedencia. Desde ahí promovieron mítines políticos suplantando la personalidad de ciudadanos reales de EEUU y propagaron información despectiva sobre Hillary Clinton.

En la llamada "granja de trolls" se crearon grupos temáticos en redes sociales sobre temas de actualidad, tanto en Facebook como en Instagram.