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22/02/2018 | México - Los candidatos y la ¨mordida¨

José Gil Olmos

CIUDAD DE MÉXICO - El combate a la corrupción es la bandera de campaña que los tres principales candidatos a la presidencia han tomado para estas elecciones. Se trata del principal tema político que José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Andrés Manuel López Obrador mencionaron en sus discursos al tomar posesión de sus respectivas candidaturas, asegurando que la abatirán en cuanto lleguen a Los Pinos.

 

No es la primera vez que la corrupción es tomada como bandera de campaña, pues en 1982 Miguel de la Madrid lo hizo, pero la consideró como un asunto de ética social que había que combatir tras los grandes escándalos de corrupción de su antecesor José López Portillo y su familia, principalmente de su hermana Margarita. 

La promesa de campaña, sin embargo, ahora se topa con una realidad más preocupante porque la corrupción ya no es un problema de ética social sino de Estado, y la adolecen todos los partidos que apoyan a los candidatos, a los empresarios y a todos los gobiernos, afectando el tejido social y la economía del país.

Todos los días los índices de corrupción han aumentado de manera alarmante en México. Según los últimos datos, la corrupción le cuesta al país aproximadamente 347,000 millones de pesos al año, que representa 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional y según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), de Transparencia International (TI), México ocupa el lugar 95 de 168 países.

El Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) presentó no hace mucho su estudio “México: Anatomía de la Corrupción”, realizado por María Amparo Casar, en el cual se hace un retrato de este mal del que adolece no solo la clase política, sino también los empresarios, la iglesia católica y todos los sectores sociales.

En costos económicos, la corrupción afecta la inversión hasta en 5 por ciento; la pérdida en el ingreso de las empresas se estima también en un 5 por ciento cada año en las ventas anuales, y la piratería genera que se pierdan 480 mil empleos al año.

Los costos políticos de la corrupción son muy preocupantes porque generan la insatisfacción con la democracia: sólo el 27 por ciento se encuentra satisfecho con ésta; el 91 por ciento no confía en partidos políticos; el 83 por ciento no confía en legisladores, y el 80 por ciento no confía en instituciones del sistema judicial, según el Barómetro Global de la Corrupción, Transparencia Mexicana.

Mientras, entre los costos sociales, está en el impacto de la economía familiar ya que el 14 por ciento del ingreso promedio anual de los hogares está destinado a las famosas “mordidas”, con las que se soborna a las autoridades para conseguir ciertos favores, y hay una correlación directa entre corrupción y los niveles de violencia.

De acuerdo con el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, entre 2008 y 2014, México cayó 31 posiciones. Y según el Barómetro Global de la Corrupción 2013 de Transparencia Internacional, el 88 por ciento de los mexicanos pensamos que la corrupción es un problema frecuente o muy frecuente, y la mitad considera que la corrupción ha aumentado mucho en los últimos años.

Muestra de la importancia de la corrupción en la agenda nacional es la creciente atención que sirve por parte de los medios: entre 1996 y 2014, el número de notas sobre corrupción en la prensa tuvo un crecimiento de más de cinco mil por ciento. Pasó de 502 a 29,505 notas en 18 años.

Por cierto… La corrupción tiene muchos nombres en México: se le llama soborno, moche, tronche, diezmo, ten per cent, mordida y hasta pecado, como dijo el Papa Francisco en su visita. En la política está implícita en el compadrazgo, tráfico de influencias, nepotismo, enriquecimiento oculto y en la simbiosis con el crimen organizado. Y en el periodismo se le llama “chayote”, porque es un tema espinoso.

***José Gil Olmos, reportero desde 1998. Colaboró en el periódico El Nacional y en el diario La Jornada. Desde el 2001 es reportero de la revista Proceso. Es autor de Los Brujos del Poder, La Santa Muerte la virgen de los olvidados, Los reporteros mexicanos en la guerra de Chiapas y Batallas de Michoacán.

Proceso (Mexico)

 



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