La noticia de una mujer supuestamente sepultada con vida ha dado la vuelta al mundo. Pero los testimonios contradictorios de familiares y funcionarios se acumulan, y nadie sabe bien qué sucedió. "Cuando llegué frente a la tumba, escuché golpes desde dentro", ha declarado una vecina. "No se ha realizado ninguna autopsia. Mi superior se equivocó", dice un inspector al cargo del caso.
"Fue enterrada viva". "No es verdad, es un
bulo". "Se ha hecho una autopsia y el médico que la ha
realizado asegura que murió en enero en el hospital de muerte natural".
"No se ha hecho la necropsia todavía, mi jefe se ha equivocado. Es necesaria
la autorización de un juez". Los testimonios contradictorios de
familiares y funcionarios se acumulan, y a día de hoy, nadie sabe con certeza
todavía lo que sucedió. La historia de la brasileña Rosângela Almeida dos
Santos ha dado la vuelta al mundo, reproducida por varios periódicos y
programas de televisión europeos, pero en Brasil la
noticia recibió una cobertura mucho más discreta, en parte porque nadie
se creyó demasiado los argumentos de los parientes de la fallecida
sobre su supuesta reanimación bajo tierra.
Rosângela, de 37 años, recibió sepultura el 29 de enero
en Riachão das Neves, un pueblo de unos 10.000 habitantes localizado
a 960 kilómetros de Salvador de Bahía, en Brasil. Según el certificado de
defunción, la mujer falleció de un choque séptico, una infección generalizada
que causa una insuficiencia múltiple de los órganos y una caída de la presión
sanguínea hasta niveles peligrosos. Su muerte fue constatada el 28 de
enero en el Hospital del Oeste en Barreira, a 90 kilómetros de donde
la mujer fue sepultada al día siguiente.
El 9 de febrero, 11 días después de la inhumación, un grupo
de vecinos abrió el túmulo y se encontró con el ataúd abierto. "Cuando
llegué frente a la tumba, escuché golpes desde dentro", dijo
una mujer. Otra asegura haber oído gemidos. Los familiares de Rosângela
llamaron a la Policía denunciando que la mujer había sido enterrada
viva.
Ahora, tanto la familia como los vecinos tienen que responder ante la justicia por un
delito de violación de urna funeraria, según lo que establece el artículo 210
del Código Penal de Brasil. "Vamos a buscar a un abogado y saldremos
adelante. Mi hermana se desmayaba mucho, pero siempre volvía del
desmayo. No queremos culpar a los médicos. Pero mi madre quiere saber a qué
hora murió exactamente y pide que se haga una autopsia. Todo lo que
quiere es un informe médico", asegura Isamara Almeida, hermana de
Rosângela, a El Confidencial.
"Está claro que ha sido un rumor, fruto de la imaginación popular.
Rosângela estaba muerta cuando fue enterrada. Le inyectaron un litro de
formol. ¿Quién aguanta un chute como este sin moverse, si todavía está con
vida?", asegura a este periódico Arnaldo Montes, el jefe de la Policía
Civil encargado de investigar este caso siniestro.
En una conversación telefónica con la autora de este
reportaje, la hermana Isamara desmiente la versión policial. "Estoy segura
de que estaba viva cuando fue sepultada. Mi hermana murió con la boca cerrada y
cuando abrimos el ataúd tenía la boca abierta. Además, su cabeza
estaba girada de un lado y la mano estaba herida, como si hubiese estado dando
golpes para salir. La flor que estaba encima de su mano había caído. Y parte de
su cuerpo estaba caliente, muy caliente", señala. "La
Policía ni siquiera quiso hacer un informe pericial. Dijo que estaba ocupada y
que no iba a investigar", denuncia con un fuerte acento bahiano.
¿Autopsia sí o no?
El asunto es muy controvertido y todos los intentos de este
periódico de esclarecer los detalles del caso han generado más
preguntas que respuestas. Dos periodistas locales entrevistados
telefónicamente aseguran que se ha tratado de un gran equívoco. El dolor de una
madre que no acepta la realidad le habría llevado al engaño. "No hay
ninguna posibilidad de que Rosângela haya sido enterrada con vida. Ha
sido una locura general fruto del imaginario colectivo",
asegura Carlos Alberto Reis, del periódico 'O Expresso'.
Lo más contradictorio es que Rivaldo Luz, comisario de la
Policía Civil y jefe directo de Arnaldo Montes, aseguró a este periódico
que ya se había realizado la necropsia para confirmar la causa
y la fecha de la muerte de Rosângela Almeida. "He hablado personalmente
con el médico que la ha hecho y aunque el informe no ha sido publicado todavía,
en una conversación informal me ha confirmado que Rosângela efectivamente murió
por una infección generalizada. Ha sido constatado que el cuerpo no se
movió, que estaba en la misma posición en la que había sido colocado en el
momento de la sepultura. No hubo ningún tipo de alteración", afirma este
inspector.
"El hecho de que su cuerpo no estuviese en estado de
descomposición se debe al formol que le fue aplicadopara
preservarlo. Sí tenía heridas en una mano, pero esto no demuestra que fue
enterrada viva. El ataúd no tenía marcas de sangre. Las excoriaciones en las
manos se pueden deber a que el ataúd estaba muy apretado y su cuerpo se hinchó
por el formol. Esta semana se va a realizar otra necropsia para
confirmar que estaba realmente muerta cuando fue sepultada",
agrega Rivaldo Luz.
Pero el inspector Arnaldo Montes contradice a su jefe: "No se ha realizado
ninguna autopsia porque la muerte se dio por causas naturales. La
Policía solo actúa cuando la muerte es por causas violentas", asegura.
"Mi superior se equivocó cuando conversó con usted. Lo que se ha hecho
hasta ahora ha sido una investigación forense en el lugar para verificar la
violación de la sepultura. En este caso, un juez tiene que autorizar la
autopsia. Creo que para finales de febrero o inicio de marzo podremos
entregar la investigación al juez, que puede autorizar la exhumación en el caso
de que lo considere oportuno", añade.
Rivaldo Luz, el comisario jefe desautorizado por su
subordinado, insiste en que Germana de Almeida, la madre de Rosângela, nunca ha
denunciado que su hija fuese sepultada con vida. "Le hemos tomado
declaración y ha confirmado que el cuerpo estaba de la misma forma en
que fue enterrado. Pero Riachão das Neves es una ciudad muy pequeña del
interior y enseguida han empezado a multiplicarse los rumores. Hablamos con la
madre, con el enterrador y con la persona que la desenterró. Todo el mundo ha
confirmado que el cuerpo no se había movido. No hay ninguna evidencia de
que fue enterrada viva", insiste el comisario Rivaldo Luz.
El policía Arnaldo Montes también asegura la madre de
Rosângela no denunció anomalía alguna. ¿Pero qué dice Germana? En una larga
conversación telefónica, El Confidencial preguntó más de 10 veces a esta madre
si su hija había sido enterrada viva. La mujer evitó pronunciarse de
forma concluyente, mostrando cierto temor ante el juicio que debe enfrentar
por violación del túmulo.
"El cuerpo estaba caliente"
"El cuerpo no estaba del revés, pero el cuello estaba
torcido y la boca estaba abierta. No había ni rastro de mal olor",
declara Germana, que tiene otros cinco hijos. "Cuando la enterramos, las
manos estaban una encima de la otra y la flor también, pero cuando abrieron el
ataúd, la flor ya no estaba encima de sus manos. Se había caído. La gente decía
que estaba gimiendo, que el ataúd estaba abierto, que ella estaba viva. Pero
cuando yo la vi, ya estaba muerta", agrega con un acento del
interior muy pronunciado.
Germana habla de forma inconexa. Denuncia reiteradamente que
los médicos entubaron a su hija y que el último día le impidieron verla.
Repite una y otra vez que el cuello presentaba hematomas de color violeta, pero
en ningún momento se posiciona de forma clara, ni afirma de manera contundente
que su hija estuviese viva en el momento del sepelio. Atribuye a los vecinos la
información sobre los supuestos gemidos procedentes de la tumba e intenta
eximir a los médicos de cualquier responsabilidad, delatando su preocupación
por las consecuencias penales y administrativas de este siniestro embrollo.
"Cuando llegué al cementerio, había mucha gente. El ataúd ya estaba
abierto y el pie estaba blando. La puerta del cementerio también estaba
abierta. No me pueden condenar", se desahoga entre sollozos.
Su hija Isamara, hermana de la fallecida, es más atrevida a
la hora de reconstruir la historia. "El hombre que metió la mano en el
ataúd dijo que el cuerpo estaba caliente y el pie estaba blando.
Parecía que estuviese viva. Pero al día siguiente ya se había endurecido",
afirma. "Mi madre tenía un presentimiento. Usted sabe cómo son las madres
cuando están desesperadas. Llegan a hacer locuras. Sí creemos que fue enterrada
viva, pero no fue por culpa de los médicos. Es porque mi hermana se
desmayaba", añade Isamara.
Ambas mujeres cuentan que Rosângela era una chica alegre, pero que sufría de
frecuentes desvanecimientos desde que tenía siete años, llegando a pasar horas
o incluso días en este estado. Cuando este periódico les pregunta si la
fallecida padecía narcolepsia, no saben responder. "Se desmayaba
profundamente desde pequeña. No podía trabajar. Su marido cuidaba de ella. Pero
después de un tiempo volvía a la normalidad", explica Isamara.
Germana pide entre lágrimas que se investigue el caso de su
hija. "Yo no quiero castigar a nadie, pero hay que tener mucho
cuidado. La gente te mete muchas cosas en la cabeza", afirma Germana.
"Hacer una autopsia ahora no tiene mucho sentido porque está casi
comprobado que la madre padece un problema mental. Hemos pedido a la Secretaría
de Sanidad que le realice un examen psicológico. En cuanto lo reciba, cerraré
la investigación y pasaré toda la información al juez responsable. Será él
quien decida cómo proceder y si es necesario exhumar el cuerpo",
zanja el inspector Montes. De momento, la incertidumbre persiste.
**Mas:
https://www.elconfidencial.com/mundo/2018-02-24/mujer-supuestamente-enterrada-viva-brasil_1525891/