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05/06/2018 | Europa - La piratería informática genera pérdidas de medio billón de euros al año

Josep Lluís Micó

Los analistas calculan que hay más de 300.000 ‘hackers’ por todo el mundo, sobre todo en Rusia, China, Corea del Norte y Europa del Este.Los sabotajes, las estafas y el resto de infracciones que perpetran estos delincuentes sólo les proporcionan beneficios a ellos.Hay administraciones que mantienen auténticos ejércitos de ‘hackers’ para desestabilizar la política internacional.

 

La piratería informática se ha convertido en una industria en expansión. Desde luego, no es un sector convencional, con una actividad regular y una legislación de referencia. De hecho, su campo de acción se extiende justo allí donde no rigen las normas. Lo cierto es que las fechorías de los hackers que actúan por su cuenta, los que están al servicio de empresas y los agentes a las órdenes de gobiernos como el ruso, el chino o el norcoreano desencadenan enormes movimientos de dinero.

Estas transacciones no son como las que se dan en las industrias convencionales. Los sabotajes, las estafas y el resto de infracciones que perpetran estos delincuentes sólo les proporcionan beneficios a ellos. Los demás —las instituciones, las compañías, las entidades y los ciudadanos— pierden. Los analistas han calculado que a las economías de todo el mundo los piratas les cuestan aproximadamente medio billón de euros al año. Por esa razón se les puede ver como actores de un sector autónomo. Y, a la vez, por ese motivo no forman parte de una industria normal, porque se desenvuelven fuera de la ley.

Hay administraciones que mantienen auténticos ejércitos de hackerspara desestabilizar la política internacional. Su peligro es muy superior al que representan quienes hacen espionaje industrial. Sus objetivos son hospitales, infraestructuras de comunicación, medios de transporte e incluso las fuerzas armadas. Están a sueldo de gobernantes cuya finalidad es poner o quitar presidentes, e incluso influir en el desenlace de grandes conflictos y guerras. En un contexto como éste, la sustracción de información parece un problema menor.

Los expertos creen que la cantidad de piratas profesionales asciende a 300.000 a escala internacional. En algunos paísos del este de Europa, Rusia, China y Corea del Norte, esta cifra va en aumento. Asumen esta tarea como un trabajo, cuentan con la formación adecuada para ello, se actualizan regularmente y ejecutan los encargos que les llegan con eficiencia. Buscan entradas vulnerables a las redes para, a través de esos agujeros, introducirse sin consentimiento y robar datos, falsear contenidos, alterar equipos…

Sus antagonistas son los especialistas en ciberseguridad, que insisten en que las medidas de protección y las audiorías, preferentemente independientes, son imprescindibles. Según señalan, habría que examinar cada labor, cada proceso… e incluso evaluar la capacidad de las plantillas y los cuadros directivos para confirmar que no hay fugas ni fisuras. Aún así, eso no bastaría. Las organizaciones con las que se relacionan tendrían que hacer lo mismo, porque hasta las gestiones que en apariencia son más inocentes pueden entrañar un riesgo terrible.

Por ejemplo, prácticas cotidianas como introducir una contraseña o consultar un correo electrónico pueden dejar al descubierto un ordenador, es decir, la puerta de acceso al sistema. Ante esta grave amenaza, el Instituto nacional de estándares y tecnologías (NIST, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos ha desarrollado una serie de fórmulas para mejorar el diseño de las estrategias de ciberseguridad.

La Vanguardia (España)

 



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