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09/06/2018 | Opinión - La OEA no le hace cosquillas a Maduro

Fausto Pretelin

Los múltiples fracasos de la agrupación reflejan que el organismo vive en el siglo XX.

 

La Organización de Estados Americanos (OEA) ya no vive en la Guerra Fría, momento en el que Estados Unidos la utilizaba para justificar intervenciones militares. Ahora se encuentra descolocada.

Una prueba que demuestra lo anterior es la existencia del Grupo de Lima, una especie de OEA Plus en donde no están Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, entre otros. Sí están Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Guayana y Santa Lucía.

Se puede ver que la vieja OEA está dividida y colapsada. El Grupo de Lima nació el año pasado tras el fracaso de la OEA por la imposible forma de encontrar mayorías equivalentes a los dos tercios del grupo (24 votos) durante la Asamblea que se llevó a cabo en Cancún.

Dos bloques de países aportaron lo que cada uno de ellos les pareció la mejor resolución. La primera de ellas fue promovida por México y 13 países más, y tenía que ver sobre el cese de la violencia y que se impidiera la creación de la Asamblea Nacional Constituyente.

El segundo texto, impulsado por los 14 países de la Comunidad del Caribe, era mucho más tibio y apenas pedía el diálogo entre el chavismo y la oposición. En ningún caso exigía la liberación de los presos o hacía referencia alguna a la Constituyente.

No es necesario identificar el nombre de los países que propusieron la segunda resolución. Lo que es cierto es que Venezuela llevó al grupo más numeroso de funcionarios para negociar con países caribeños. La moneda de transacción, el petróleo. La resolución de Videgaray no logró el voto de 24 países.

Delcy Rodríguez, la entonces canciller venezolana, abandonó Cancún con la satisfacción de haber impedido que la resolución de Videgaray y 13 países más fuera aprobada.

Así nació el Grupo de Lima: por la impotencia de no poder aprobar resoluciones por las dos terceras partes de los países de la OEA.

Los pasados lunes y martes se llevó a cabo la Asamblea 48 en Washington. El primer error lo cometió el secretario de Estados estadounidense, Mike Pompeo. Durante el fin de semana reveló que los 24 votos necesarios para suspender a Venezuela de la OEA los tenía amarrados. Se tuvo que conformar con la aprobación (por mayoría —18 votos— pero sin lograr los 24) de una resolución que abre las puertas para que, en un futuro, la OEA pueda suspender a Venezuela. Lo importante para Pompeo, quizá, no era lograr los 24 votos, sino aprobar una resolución simple vinculada a los artículos 20 y 21 de la Carta Interamericana de la OEA, que establecen que se puede intervenir en un Estado cuando se haya producido la ruptura del orden democrático.

El Grupo de Lima tiene que subsistir porque ni la OEA de Luis Almagro ni la visión de los radicales venezolanos (representados por el senador republicano Marco Rubio), asentados en Florida, tienen la medicina política para encontrar el alivio de la crisis venezolana.

En el corto plazo, el Grupo de Lima se enfrenta a varios riesgos. Uno de ellos es el cambio de presidente en México. Si López Obrador ganara, México perdería interés por intentar salvar a los venezolanos de la dictadura.

@faustopretelin

Globali... ¿qué?

Fue profesor investigador en el departamento de Estudios Internacionales del ITAM, publicó el libro Referéndum Twitter y fue editor y colaborador en diversos periódicos como 24 Horas, El Universal, Milenio. Ha publicado en revistas como Foreign Affairs, Le Monde Diplomatique, Life&Style, Chilango y Revuelta. Actualmente es editor y columnista en El Economista.

El Economista (Mexico)

 



 
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