Pero la cita fue organizada por Trump a su manera, como un espectáculo de masas, un reality show, lo que sabe hacer muy bien, considerando su pasado en televisión. La reunión hasta incluyó una película en la cual Donald Trump le muestra a Kim Jong-Un, con mucho detalle, lo que podría ser Corea del Norte si él se deshace de todas sus armas nucleares. El filme muestra además cómo sería Corea de Norte con la ayuda de EE.UU., y como si eso fuera poco, Trump le dijo a Kim que su país tenía todo para construir maravillosos condominios en sus playas, un consejo que Trump hizo con la autoridad que le da su condición de Magnate del Real State.

Pero más allá de la teatralidad que hemos visto en Singapur, lo único positivo que parece emerger de esta cumbre, y que nadie puede negar, es que EE.UU. y Corea de Norte han abierto una conversación, aunque sea poco probable que llegue a un buen final, dada la historia de Corea del Norte y la dinastía que la gobierna. En el pasado, tanto Kim Jong-il, su padre, como él mismo en tratativas con Bill Clinton y George Bush, se comprometieron a renunciar a las armas nucleares, pero terminaron incumpliendo esa promesa.

Por otra parte, lo resultados inmediatos de la cumbre muestran que por ahora Kim Jong-Un ganó este primer round. Primero, porque la cumbre lo elevó a la altura de dignatario de nivel mundial, al mismo nivel del presidente de los EE.UU., incluyendo concesiones simbólicas, lo que en diplomacia y política son muy importantes. Por ejemplo, las banderas de Corea del Norte al mismo nivel de las banderas de EE.UU. Pero sobre todo por las expresiones condescendientes de Trump respecto a Kim Jong-Un: "Es un tipo muy talentoso", afirmó, y agregó que llega al poder a los 26 años, y ser capaz de asumir ese desafío, es porque tiene un talento destacado. "Kim es un presidente amado por su pueblo", agregó Trump, una frase difícil de digerir cuando se refiere a uno de los dictadores más brutales y sanguinarios de este siglo, ejecutor desde el 2011 a la fecha de 340 personas, de manera sumaria. Resultan incomprensible las alabanzas a un dictador y que hace apenas una semana insultara brutalmente a Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, uno de los aliados más cercanos de EE.UU., durante la reunión del G7, cita de la que Trump además se retiró antes que terminara, negándose a firmar el comunicado conjunto del G7.

En lo concreto, la declaración conjunta de la cita de Singapur es muy genérica y no ofrece un timeline para la desnuclearización de la península de Corea. Por otro lado, Donald Trump hizo una gran concesión a Kim al comprometerse a suspender los juegos de guerrra que realiza junto al Ejército de Corea de Sur, lo que es un gran error básicamente porque no consiguió nada a cambio. Peor aún, tampoco conversó previamente sobre esta medida con Corea del Sur y Japón, aliados históricos en Asia, lo que muestra una vez más no solo una falta de respeto, sino el desdén que Trump siente por sus aliados históricos.

Para empeorar las cosas, a través de su Twitter dijo que EE.UU. ahorraría dinero, ya que los ejercicios con Corea del Sur son muy costosos para los contribuyentes americanos. Este tipo de aseveraciones pone muy nerviosos a sus aliados en Asia, particularmente a Japón, donde algunos han señalado la necesidad de modificar la Constitución japonesa que prohíbe al país el desarrollo o adquisición de armas ofensivas, lo que quedó plasmado durante la ocupación de Japón por EE.UU., despues del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Otro punto que preocupa es que en la declaración conjunta tampoco hay ninguna mención sobre la verificación de la destruccion de las armas nucleares y todos los sitios e infraestructura para su producción, a pesar que en todo momento, tanto el secretario de Estado, Mike Pompeo, como Jhon Bolton, el belicoso asesor de seguridad nacional del presidente Trump, lo han mencionado como un factor indispensable para cualquier acuerdo posible.

A su llegada a EE.UU., Trump anunció con bombos y platillos que ahora los norteamericanos pueden dormir tranquilos porque se acabó la amenaza nuclear que venía de Corea del Norte, lo cual no solamente no es serio, ni es verdad, sino peor aún: es peligroso. AméricaEconomía considera que el mundo debe continuar con las sanciones a Corea de Norte, pese a que las declaraciones de Trump invitan a los americanos y a los países a relajarse en esta materia. Prueba de este mensaje peligroso es que China ha moderado la aplicación de esta sanción. 

Como latinoamericanos nos parece bien que EE.UU. esté conversando con Corea del Norte, y ojalá se llegara a un acuerdo entre ambos países para beneficio de toda la Humanidad, pero no confiamos. No solo en Kim Jong-Un; tampoco en Donald Trump, quien ha mostrado su gran falta de comprensión del mundo. Ejemplos sobran: la salida del acuerdo nuclear con Irán que venía siendo cumplido por este último país y que estaba siendo monitoreado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA); la salida del Acuerdo de Paris sobre medio ambiente; la humillación y el bullying a sus aliados europeos.

Quizás su posible motivación para todo esto sea tener un logro importante que mostrar antes de las eleciones de medio término en EE.UU., a realizarse en noviembre, donde una derrota electoral no solo podría impedirle proseguir y profundizar su agenda nacionalista, sino también un impeachment.

O que su motivación sea multifactorial. Pese a todo, no debemos descartar que lo más importante sea la satisfacción de su propio ego. De hecho, una información importante avala esta hipótesis: durante el gobierno de Ronald Reagan, cuando el gobierno se encontraba negociando los tratados de limitación de misiles nucleares intercontinentales, Trump se ofreció como negociador, señalando que su experiencia como tal en el campo de los bienes raíces lo ponía en mejor posición que muchos de los políticos que asesoraban al gobierno de la época.

Si bien Corea de Norte es mucho más insignificante que la Unión Soviética de aquellos tiempos, tal vez sea suficiente para que Trump pueda cumplir su sueño juvenil y poner a prueba la estabilidad del planeta.