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29/06/2018 | Opinión - Emmanuel Macron: cruzada católica en el templo laico

Enric Gonzalez

El propósito del presidente Macron de reparar los "vínculos estropeados" entre el Estado y la Iglesia desata la polémica entre los defensores del laicismo en Francia.

 

La cuestión religiosa sigue siendo terreno pantanoso en Francia. Pero Emmanuel Macron ha decidido zambullirse en él. En un solemne discurso ante la Conferencia Episcopal, anunció su propósito de "reparar" los "vínculos estropeados" entre el Estado laico y la Iglesia católica. ¿Qué se propone Macron? Unos elogian su reconocimiento del cristianismo como matriz cultural francesa, otros temen que erosione la laicidad republicana y hay también quien considera que el presidente podría estar realizando una exhibición de cinismo refinado.

Una de las vigas maestras de la República contemporánea es la ley de 1905 sobre la separación entre el Estado y las religiones, cuyo artículo 2 proclama que Francia no reconoce ningún culto. Esa ley fue recibida como una mortificación por un amplio sector del catolicismo, que llevaba un siglo luchando contra la democracia y a favor del retorno de la monarquía, pero hoy ya sólo es discutida por algunos ultramontanos. Pese a crisis como las de 1984 y 1994, referidas a proyectos de reforma escolar, las relaciones entre los presidentes y los obispos han sido casi siempre distantes pero fluidas. Hasta que la batalla por la legalización del matrimonio homosexual, entre 2012 y 2016, fue considerada por el grueso de los católicos como una ruptura. Y todo se envenenó.

Los obispos cometieron entonces un serio error: ampararon desde 2012 el movimiento La manif pour tous (La manifestación para todos, en contraposición al llamado "matrimonio para todos"), que poco a poco derivó en una organización de derecha y ultraderecha por más que se definiera como "apolítica". Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de Jean-Marie Le Pen y entonces dirigente del Frente Nacional, se convirtió en su figura más destacada. Y acabó transformándose en partido político, básicamente por razones fiscales. Una de sus emanaciones, Sens commun, apoyó al fallido candidato conservador François Fillon en las pasadas presidenciales. La Iglesia católica se vio enfangada en luchas partidistas.

El entonces candidato Emmanuel Macron, en busca de votos de todos los sectores, lamentó durante la campaña electoral la "humillación" sufrida por los católicos a causa del matrimonio homosexual. Eso le valió la inquina de sus antiguos compañeros de gobierno bajo la presidencia de François Hollande, y la perplejidad de muchos: ¿dónde estaba la humillación?, ¿había que haberse plegado a las presiones de un movimiento más homófobo y tradicionalista que religioso?

En abril, Emmanuel Macron se convirtió en el primer presidente que aceptó pronunciar un discurso ante los miembros de la Conferencia Episcopal católica, acompañados por representantes de otras religiones. Además de expresar su voluntad de recomponer los "vínculos estropeados", Macron invitó a los católicos, "profundamente desconocidos por la clase política", a participar abiertamente en la vida política de Francia y de Europa. El portavoz de los obispos dijo que habían escuchado "una versión de la laicidad que se corresponde con lo que deseamos" y se declaró "muy contento".

Los laicistas pusieron el grito en el cielo. Desde el ex primer ministro socialista Manuel Valls ("La laicidad es Francia") hasta el líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon ("No hay vínculos estropeados, los vínculos se rompieron gracias a la ley de 1905"), muchos políticos y analistas consideraron que Macron jugaba con fuego al atribuir un papel especial al catolicismo. Macron no es hombre de misa, pero siempre ha reconocido la influencia del filósofo cristiano Paul Ricoeur, del que fue ayudante.

Algunos católicos avisados se fijaron en el calendario político y decidieron ser prudentemente desconfiados. El caso más emblemático es el del sacerdote Pierre-Hervé Grosjean, especialista en cuestiones bioéticas, una de las cabezas visibles de la Manif pour tous y muy ágil en el uso de las redes sociales. Grosjean recordó quela Asamblea Nacional tiene que abordar en breve tres leyes espinosas: las que regularán, en caso de aprobarse, la eutanasia, la reproducción asistida sin restricciones y el uso de los "vientres de alquiler". En su formulación actual, el borrador sobre esto último permitiría que las parejas homosexuales masculinas acordaran con una mujer su uso como gestante.

"Muchos sospechamos que puede tratarse de otra estratagema, de una estrategia de seducción para hacernos tragar nuevas transgresiones éticas dentro de pocos meses", dijo el padre Grosjean. "Sería injusto permanecer prisioneros de la sospecha, pero los católicos no somos tontos y debemos permanecer prudentes. Dentro de medio año podremos valorar cuál era la finalidad del discurso del presidente", añadió.

Desde el Elíseo se lanza el mensaje de que Emmanuel Macron ha querido, simplemente, romper con el legado de los dos presidentes anteriores, Nicolas Sarkozy y François Hollande. Sarkozy, conservador, trató de utilizar a los católicos como instrumento político. Hollande, socialista, prefirió arrinconar todos los fenómenos religiosos y, durante la batalla por el matrimonio homosexual, se enfrentó de manera abierta con los católicos.

El Mundo (España)

 



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