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20/10/2006 | Sorpresas en América Latina

Carlos Fara

¿No era que Lula iba a ganar en Brasil en primera vuelta, con un margen de 12 puntos? ¿No era que Alan García jamás podría volver a ser presidente en Perú? ¿No era que López Obrador iba a ser el presidente de México?

 

¿No era que Correa iba a ganar la primera vuelta en Ecuador y eso lo proyectaba a triunfar en la segunda? ¿No era que Evo iba a necesitar negociar en el Congreso para ser presidente, porque solo iba a ganar por una diferencia de 5 puntos, y no 25 como finalmente obtuvo? Estos cinco hechos llevan a plantearse algunos interrogantes respecto a qué está pasando en los procesos electorales latinoamericanos, dado que no se esperaban mayores sorpresas, más allá de las incertidumbres lógicas.

1) ¿La ola es de centro izquierda? Seguimos sosteniendo que sí, aunque por supuesto hay excepciones. Sin embargo, se generan coyunturas particulares: el buen desempeño del centro derecha Alckmin en Brasil, el triunfo ajustado de Calderón en México y la victoria en primera vuelta del empresario Noboa en Ecuador. ¿Estos hechos implican que la ola se está dando vuelta? No. Aquí el error es quedarse con fotografías parciales. Si en Brasil se suman los votos de Lula con los de la izquierdista Helena, la mayoría sigue demandando una agenda más social que liberal. Si en México se suma lo logrado por López Obrador al voto del PRI, se llega a misma conclusión. Por último, si en Ecuador se juntan los electores de Correa, con los de Roldós y los de Gutiérrez superan la mitad más uno. El único triunfo claro de la centro derecha fue el de Uribe en Colombia, y aún así se está planteando una agenda social y de paz para no perder el centro. Es decir: las mayorías siguen estando del lado de un rol más activo del Estado en la economía, y con críticas a los procesos económicos de la década pasada. Que después los votantes se encolumnen o no detrás de un candidato con ese perfil, ya es una cuestión más compleja, que tiene que ver con las estrategias electorales y la imagen de los dirigentes.

2) ¿Los electorados se están dividiendo de vuelta en izquierda y derecha? Una fotografía desde lejos daría una respuesta afirmativa a dicha pregunta. Pero los procesos de cambio social de los últimos 15 años han traído comportamientos sociales atípicos respecto a los esperados históricamente. Está claro que nunca dejó de existir una división ideológica clásica, sin embargo, no es la única distinción existente. También hay profundas fracturas regionales: Brasil y México se dividieron en norte y sur, Bolivia en oriente y occidente, Ecuador en costa, sierra y selva, semejante a lo que sucede en Perú. Una tercer eje es la crítica a los políticos tradicionales, que en los ´90 lo encararon varios líderes del centro a la derecha –Fujimori, Bucaram- y ahora lo están representando referentes hacia la izquierda –Evo, Correa, Chávez, Humala. En definitiva: más allá del gran debate sobre el grado de intervención estatal y de integración económica con Estados Unidos, existen otros clivajes que inciden de manera sustancial.

3) ¿Los electorados se están polarizando? Las ofertas se están polarizando, no tanto los votantes. En Venezuela, Ecuador, Perú, México, Bolivia o Colombia, las opciones que se presentaron tenían diferencias radicales. El tema es que el diseño de dichas ofertas ahuyentan o no a quienes deben tomar decisiones económicas, y eso es lo relevante.

4) ¿Por qué las encuestas están teniendo dificultades para describir algunas realidades? A riesgo de ser reiterativo y poco original, es importante destacar que las mediciones cuantitativas de opinión pública  tienen ciertas limitaciones como instrumento. En ciertos contextos, muy volátiles, con niveles de indefinición importantes –como venía sucediendo antes del domingo pasado en Ecuador- la descripción acertada se vuelve más difícil, sobre todo cuando la decisión de participar de un votante depende de percepciones de último momento (por ej. la foto de los billetes que iba a pagar el PT en Brasil por información contraria a uno de sus adversarios). Otro elemento que influye es el cultural: en Bolivia no se pudo registrar una enorme cantidad de votos a Evo, seguramente porque no era socialmente aceptable admitirlo.

Sin querer disculpar errores eventuales, lo cierto es que cada vez es mayor la proporción de gente que se interesa por las elecciones faltando pocas semanas o días, y que terminan de resolver su decisión sobre el día del comicio. Este tipo de votantes tienden a ser más los jóvenes, los de zonas rurales, o de sectores populares. No se guían por la racionalidad de las propuestas, sino por estímulos emocionales como las imágenes de televisión: lo que un candidato transmite –su feeling- las sensaciones. Por eso es tan importante la última impresión que se deja en la audiencia.

En una región en la cual la institucionalidad está severamente cuestionada, la probabilidad de que se consoliden los actuales procesos de crecimiento, más allá de la coyuntura económica internacional, se constituye en una duda permanente.

Fuente: El Cronista Comercial, miércoles 18 de octubre de 2006.

CADAL (Argentina)

 



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