Muy probablemente amigos lectores, todos en algún momento de nuestro recorrido por la tecnología, y muy especialmente aquellos que investigamos y trabajamos con sus efectos legales, nos hemos preguntado qué habrá tenido en mente el inventor de la Internet o de la World Wide Web, sobre las consecuencias de sus inventos y el impacto de los mismos en la sociedad.
En el caso nuestro, nos preguntamos si por ejemplo Tim Berners-Lee, inventor de la Web habrá previsto los aspectos legales de su descubrimiento (poco probable si tomamos en cuenta que sus motivaciones eran académicas) o si Vinton Cerf, inventor del e-mail, se habrá tomado al menos unos pocos minutos para pensar al respecto.
Para sorpresa de muchos, quizá la respuesta sea muy sencilla: NO LO HICIERON, al menos en el caso de la Web y el e-mail.
De recientes entrevistas a ambos personajes, se puede apreciar que siguen tratando de mantener la filosofía detrás de sus inventos, a pesar de estar conscientes del impacto comercial y legal de los mismos.
En el caso de Tim Berners-Lee, con quien se puede interactuar a través de su blog personal (dig-csail.mit.edu/breadcrumbs/Blog/4), sigue sosteniendo el argumento de "Neutralidad en la Web" (Web Neutrality). Según TBL, cuando inventó la Web, no tenía que pedir permiso a nadie y actualmente miles de personas la usan gratis, aunque los países están tratando de que esto cambie mediante leyes sobre la materia. Según el científico, la neutralidad en la web se manifiesta de la forma siguiente: "Si pago para conectarme a la Web con cierta calidad de servicio, y tú pagas para conectarte con la misma calidad o una mejor, luego podemos comunicarnos a ese nivel". Y eso es todo. Dependerá del proveedor de Internet (pago obviamente) que la interconexión ocurra. Reitera TBL que Neutralidad no es tener Internet gratis. Parece TBL, como se nota de sus entrevistas, impresionado de que hubiesen surgido problemas legales de lo que resultó de la fusión de la Web con Internet.
A estas alturas del juego debería tener, en mi opinión, una mente más abierta al respecto. En el caso del inventor del e-mail, fue gracioso leer una entrevista en la cual, al preguntársele si en algún momento previó las consecuencias que su invento tendría en el resto del mundo, este conocido personaje respondió que "no podía imaginarlo pues no existían suficientes computadoras en esa época para haberlo previsto".
Creo que si tomamos en cuenta opiniones como las mencionadas, debemos tener mucha más conciencia de que los efectos legales derivados de la tecnologías se originan a la velocidad de la misma, razón por la cual debemos tratar de prevenir o mantener un mínimo de seguridad jurídica a esa velocidad, aunque considerando que un año en Internet equivale a 2,6 meses reales, suene absurdo o imposible hacerlo.
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