Llegan a Gradiva decenas de los que llamo "post-50" (adultos que incluso temen el paso del tiempo como marca de lo inservible o descartable), o sea, de aquellos que nacieron entre tres siglos, ya que son un enjambre del siglo XIX, XX y XXI.
Contingentes de "solos y solas" con su
"botella o polvo blanco" como compañía que hace cierto aquello de
Chico Novarro cantado admirablemente por María Graña: ""Hasta que el
tiempo del amor regrese (de la letra de "Desesperadamente sola").
Vodka, tequila, vino con todos los estimulantes posible
los circundan. La cocaína forma parte de este coctel así, como amores fugaces,
la noche y todo esto sazonado de desvinculaciones profundas (hijos, relaciones
antiguas e incluso abandono de trabajos y empresas). Llegan vencidos con
síndromes metabólicos (obesidad, diabetes incipiente, trastornos
cardiovasculares). La carrera adictiva dejo secuelas.
Son los hombres de tres siglos dije antes, ya que fueron
educados por padres y abuelos, con pautas del siglo XIX (sociedad con marcos
disciplinarios, aunque rígidos, daban seguridad y raíces) y naciendo en el
siglo XX, cuando comenzaba una sociedad líquida y frágil con valores mutantes y
relativos, en donde el amor hasta la eternidad es un sueño imposible que se
perdió en el mar de las actuales incertidumbres. Viven en la incertidumbre pero
también en la fragilidad. Y, por último, reciben el impacto del siglo XXI con
Internet, la química, la imagen, la eterna juventud y la agonía del Eros y del
Amor revestido de la excitación sexual que culmina en lo "porno". Y,
fundamentalmente, la sociedad del rendimiento y del consumo que llega hasta el
límite del cansancio, el agotamiento y, por ende, del dopaje.
Me sorprende al entrar en un canal de televisión un
portero que me recibe como personal de seguridad totalmente hiperkinético y
acelerado y ya antes un conductor de taxis me hablaba de la cantidad de horas
que hacía saltando de un tema a otro y frenando e insultando a todo aquel que
se le cruzaba. Ahí recordé a Roberto Saviano, ese gran escritor e investigador
del mundo de la cocaína y perseguido por las mafias en Italia, que tuvo que
encontrar refugio en los Estados Unidos, cuando en su libro "Triple Cero
(cocaína de máxima pureza)" retrataba que la coca la consume "quien
ahora está sentado a tu lado en el tren, el conductor del autobús, si no es tu
hijo, es tu jefe, el agente de bolsa, etcétera, etcétera".
Al final de todo, en un mundo de rendimiento, la coca se
convierte en lo imprescindible, como ya lo decía en su dramática perversión
Pablo Escobar "conmigo no van a poder, vendo algo necesario".
TIEMPOS VELOCES
Nadie para, o sea, nadie contempla. El ocio en esta
sociedad no existe y el ocio para los griegos era el tiempo de la
contemplación, o sea, el tiempo de la lentitud, la autoconciencia, la
observación de la maravilla del vivir y del contacto con los otros. Nadie para
porque todo es negocio, o sea, no-ocio. Rendir hasta que la "resaca"
del agotamiento nos devuelve a un futuro dopaje. Sociedad del rendimiento, del
cansancio agotador y del dopaje. Sociedad de veloces sin finalidad ni
trascendencia o sea sociedad sin teleología (finalidades) ni teologías
(trascendencia).
El tiempo que se vive es tan veloz que nada se puede
procesar. Nos vamos haciendo sin historia, porque es un tiempo sin lentitud, o
sea, sin vivencias. Todo es rápido. No hay saboreo de nada y saber viene de
"sabor" paradójicamente. Un suceso sigue al otro y no hay ninguna
finalidad en las acciones más que la descarga inmediata por eso decimos que es
un tiempo sin trascendencia. Tiempo sin experiencias o sea sin consecuencias.
No hay relato histórico algo sucede y luego otra cosa y otra. Presentes sin
rumbo.
Son los presos de la sociedad de la seducción, de la
tentación y del espectáculo en donde rendir y aparentar es fundamental. Todo lo
liso debe triunfar. La arruga parece ser el "infierno" temido. El
cirujano estético parece ser el pensador o confesor de estos tiempos. La
estética es el valor supremo pero la estética es solo la mirada en el espejo en
donde ninguna oscuridad, lunar o arruga debe aparecer. Nos miramos en una
imagen ideal que es la vendida por la sociedad del espectáculo con la moda como
eje de todo. La química ayuda en esta vida de zozobra permanente. Ahí el
tranquilizante, las bebidas blancas, el vino, la cerveza y los estimulantes con
el "combo" siempre presente (cocaína y Viagra) que no pueden faltar.
En este agotamiento del Eros solo vivido desde un
narcisismo individualista el amor como desposesión de si para lograr un cierto
completamiento en el encuentro con el Otro se convierte en regocijo del Ego que
culmina en la soledad más profunda y el Amor se degrada en lo "porno"
que parece ser un disvalor muy presente hoy. Nadie como el filoso
Byung-Chul-Han (pensador sur-coreano que vive en Alemania) retrata este mundo
liquido con la agonía del amor, del tiempo y del descarte de los seres humanos
(Byung-Chul Han 1959 vive en Alemania).
Ego que es egolatría individualista. Eros que agoniza en
un rendimiento sexual artificial despojado del encuentro más profundo. Así nos
vamos encontrando con la soledad que es la sombra que nos persigue después de
los 50 cuando nos hemos desvinculado de vínculos profundos. Z. Bauman dice que
el gran miedo del hombre de hoy es el miedo a ser excluido, abandonado y
quedarse solo, ser dejado en la oscuridad. Carl Jung ( 1875-1961) le agrega a
esto que la soledad es el verdadero infierno.
AGOTAMIENTO
Las comunidades terapéuticas se llenan de estos hombres y
mujeres vencidas por las garras de esta sociedad de consumo que es lo que nos
consume porque diluye lo más profundo de nuestra mismidad y de la relación amorosa
con los otros. Hoy tratar es buscar recuperar intimidad y empatía que en los
dichos del gran José Ortega y Gasset sería encontrar un proyecto, una vocación
y una misión.
En estos tiempos vividos con tanta velocidad cuesta
elaborar los duelos del vivir: muertes, paso del tiempo, ausencias, pérdidas,
etc. Estas son las "situaciones límites" (como lo enseñó el gran Karl
Jaspers-1883-1969) que habrá que atravesar como él nos enseña pero sin
narcotizarlas .El narcótico o sea las drogas (incluyendo el alcohol) son solo
alucinaciones compradas por algunas horas pero que nos devuelven en su
"resaca" al camino o situación que necesitamos asumir.
"La forma de curar esa depresión es dejar atrás el
narcisismo, mirar al otro, darse cuenta de su dimensión, de su presencia"
(Byung-Chul-Han-diario El País-2014). Esto hoy es ayudar a los post-50 para eso
necesitamos entrar al tiempo de la lentitud que es el tiempo del
autoconocimiento, de la terapia. Superar el tiempo hiper-digital y llegar al
tiempo de la elaboración y sin drogas y para ello debe caer la defensa
narcisista e inaugurar el tiempo del Poder Superior que es la fuerza de la
palabra y del grupo.
**Juan Alberto Yaría, Director general de Gradiva -
Rehabilitación en adicciones
DESTACADO
"Sola hasta
que el tiempo
del amor
regrese", por
María Graña, de
Chico Novarro
DESTACADO
"El tiempo que
se vive es tan
veloz que nada
se procesa, nos
vamos haciendo
sin historia".
Epígrafe foto 1
Las comunidades terapéuticas se llenan de hombres
vencidos por las garras de la sociedad de consumo, que diluye lo más profundo
de su mismidad, plantea Yaría