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14/10/2018 | Argentina - Análisis: ¨La pobreza es el caldo de cultivo del narcotráfico¨: funcionario de Argentina

Josefina Salomón

Al gobierno argentino le entusiasman las cifras. En cada oportunidad, los funcionarios de la administración del presidente Mauricio Macri ilustran los logros de su gestión en números: aumento de las incautaciones de marihuana, cocaína y drogas sintéticas; intensificación de los operativos y arrestos; bajas en los homicidios en las zonas más “calientes” del país.

 

Sus críticos, por otro lado, afirman que enfocarse en las cifras hace que el gobierno no distinga entre peces grandes y pequeños; que el en el afán de mostrar que “se está haciendo algo”, no se ataca la corrupción que permite que los grupos criminales continúen operando.

Martín Verrier, subsecretario de lucha contra el narcotráfico, del Ministerio de Seguridad de la Nación, no está de acuerdo con esas críticas.

Cita cifras, casos, ejemplos. Muestra detallados mapas y gráficos para ilustrar los éxitos de su gestión, del uso de técnicas de inteligencia para las investigaciones, aunque a cada paso afirma que “los desafíos aún son grandes”.

Verrier habló con InSight Crime en Buenos Aires sobre el panorama del narcotráfico en el país sudamericano y los desafíos que enfrenta de cara a las nuevas dinámicas del mundo criminal y la crisis económica que afecta a toda la población.

InSight Crime (IC): ¿Cómo evalúan el estado del crimen organizado en Argentina hoy?

Martin Verrier (MV): Tenemos tres niveles de crimen organizado. Primero, el crimen organizado barrial, que se dedica al microtráfico. Una estancia intermedia, de los clanes familiares, que dominan las rutas del narcotráfico en el país. El tercer nivel, los grandes carteles internacionales, solo aparecen muy esporádicamente. Lo que no vemos en la Argentina es que esos carteles intenten hacer ocupación territorial. Lo que hacen es buscar un socio local e intentar hacer una operación puntual, no controlar rutas o sectores. Por eso, la violencia narco se ve en los barrios, no en las fronteras.

IC: Dicen que Argentina dejó de ser un país de tránsito, ¿por qué?

MV: Hoy Argentina es un país consumidor. Eso tiene sus beneficios y sus costos. Hoy, sacar un kilo de cocaína desde el puerto de Buenos Aires es bastante más caro que sacarlo desde el puerto de Santos, en Brasil. Ahora el tipo de cambio ya no favorece; hay que ver si las cosas cambian ahí.

IC: Argentina está atravesando una grave crisis económica, una gran devaluación. ¿Cómo puede afectar eso el mercado de la droga?

MV: La droga es un commodity, entonces cualquier variación fuerte en el tipo de cambio afecta la ruta. Hasta ahora el 99 por ciento de las drogas sintéticas que se consumen en la Argentina vienen de Europa. A lo sumo hemos visto la fabricación del comprimido, pero con materia prima importada. Ahora tal vez como es más caro comprar la droga afuera, estamos atentos a cualquier intento de fabricación local.

Estamos atentos a ver si reaparece el paco. Antes ibas con el equivalente de US$1.800 a la frontera con Bolivia y comprabas un kilo; ahora eso son casi 80.000 pesos; entonces el tipo dice: “en vez de darme cocaína, dame pasta base”.

Hacemos un juego del gato y el ratón porque las organizaciones son muy dinámicas.

IC: Su administración tiene un claro enfoque de lucha contra la demanda, ¿por qué?

MV: Trabajar sobre la demanda y restringir la oferta de drogas es lo que da resultados más duraderos. Rehabilitación y tratamiento… Lo que buscamos restringiendo la oferta es que el mercado de las drogas sea más chico.

IC: Pero hay una diferencia entre la marihuana y la cocaína, y algunos países están haciendo experimentos con la legalización con resultados positivos.

MV: Sí, claro. A pesar de que uno legalice o regule el consumo, inevitablemente atrae al resto de las externalidades que afectan a la inseguridad. En Holanda, por ejemplo, la policía vio que la venta de lo legal atraía a lo ilegal, porque los que iban a consumir lo primero se veían atraídos a lo otro también.

IC: Pero regular sustancias, como se ha hecho con el el alcohol y el tabaco, ¿no sería una forma de limitar el poder del crimen organizado?

MV: En Uruguay estamos siguiendo el experimento muy de cerca y aunque todavía es muy pronto para sacar conclusiones; en principio vemos que no han logrado reemplazar al mercado ilegal. Si yo legalizo una, sigo compitiendo con otra más fuerte… Cuando se flexibilizan las normas, aumenta el consumo. Hoy, con la capacidad de reacción que tenemos, yo creo que es muy arriesgado y que las consecuencias pueden ser mucho más negativas que los beneficios.

IC: Sus críticos dicen que el gobierno se está enfocando en incautaciones pequeñas y arrestos poco significativos.

MV: Tenemos una política criminal que va encaminada a los grandes. No nos interesa perseguir a gente que va con dos gramos de marihuana en el bolsillo. Pero si en un procedimiento de control me encuentro con una persona que tiene eso, el marco legal vigente hace que yo tenga que ponerla a disposición de la justicia. Si es el mejor sistema, nos excede, pero es el sistema que tenemos.

IC: El problema carcelario es particularmente evidente en el caso de Los Monos, que manejaron parte de su organización desde detrás de las rejas. ¿Cómo evalúan la situación allí?

MV: La situación de Rosario es sensible. Tuvimos un pico de violencia en mayo de 2018, pero las tasas están volviendo a descender. Eso fue producto del desmantelamiento de las principales organizaciones: Los Funes, Los Húngaros y Los Monos. Al sacar a las grandes organizaciones, quedaron los aliados, los subcontratistas, que cuando vieron el vacío de poder comenzaron a luchar entre sí, y comenzaron estas matanzas, pero la situación ya esta bastante estabilizada. Sin embargo, Rosario es un desafío enorme, porque el cordón de pobreza que hay alrededor es enorme. Ese es el caldo de cultivo del narcotráfico cuando hace territorialidad.

IC: Las denuncias sobre corrupción policial vienen desde hace muchos años, ¿por qué no se resuelve este problema?

MV: Algo que incide mucho es que el liderazgo político no asume su rol como jefe de las fuerzas de seguridad y su obligación de tener un sistema de rendición de cuentas y un control de gestión eficiente. Sería muy difícil ser corrupto si tu superior tiene un sistema de control efectivo.

* La transcripción de la entrevista fue editada para mayor claridad y brevedad.

Insightcrime.org (Estados Unidos)

 



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