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02/12/2018 | Opiáceos, la guerra que diezma EE.UU.

Javier Ansorena

La esperanza de vida vuelve a caer en la primera potencia económica mundial, asolada por una oleada de sobredosis y el aumento de los suicidios.

 

En septiembre de 1918, miles de cadáveres de soldados estadounidense alfombraban los bosques de Argonne, en la ofensiva final de la Primera Guerra Mundial. Hoy, los cuerpos de estadounidenses rasos aparecen en las aceras de un pueblo de pasado industrial, en los campos de recreo de un colegio público o en las escaleras de un edificio de apartamentos modesto.

La oleada de sobredosis por consumo de opiáceos es uno de los factores determinantes para que la esperanza de vida en EE.UU. haya caído desde 2015. No se vivía una disminución de esta medida desde la llamada «Gran Guerra», que junto con el impacto de la epidemia de la «Gripe española» de 1918, provocó que la esperanza de vida de los estadounidenses, entonces la potencia global emergente, cayera entre 1915 y 1918.

Justo un siglo después, y con EE.UU. establecida como la gran potencia económica y militar del planeta desde hace décadas, los estadounidenses vuelven a vivir menos. Según los datos publicados por el Centro Nacional de Estadísticas de la Salud, la esperanza de vida en el país el año pasado era de 78,6 años, un 0,1 menos que en 2016. Entre 2015 y 2016 se mantuvo en 78,7 años, después de haber bajado de los 78,9 años de 2014.

El dato es una advertencia seria sobre el estado de la salud pública en EE.UU. En la gran mayoría de las economías avanzadas, la esperanza de vida ha subido de forma sostenida en las últimas décadas. Resulta devastador que en la gran potencia mundial, con una economía al alza -como alardea en cada oportunidad su presidente, Donald Trump- se invierta un indicador definitivo del progreso de un país.

Perder posiciones

En la actualidad, EE.UU. está en el puesto 29 en esperanza de vida entre los 36 países de la OCDE. No fue siempre así. En los años 60, tras el despegue económico de EE.UU. en la posguerra, el país lideraba el indicador. En 1960, su esperanza de vida era 2,4 años mayor que la media de la OCDE. Pero empezó a perder posiciones en los años 80 y en 1998, ya estaba por debajo de la media. Ahora le supera en año y medio.

No es casualidad que la gran mayoría de los países que encabezan los rankings de esperanza de vida tengan fuertes sistemas de saludpública. El acceso a atención médica se ha deteriorado en EE.UU. en las últimas décadas en comparación al resto de economías desarrolladas, y eso se ha notado en la evolución diferente de su esperanza de vida.

Los factores que apuntan a que ahora ni siquiera crezca el número de años que vivirán los estadounidenses tiene que ver, según los datos oficiales, con dos lacras: la mencionada epidemia de opiáceos y una tasa de suicidios que se ha disparado.

«La esperanza de vida nos ofrece una imagen instantánea de la salud general del país y estos datos son un golpe de realidad y una llamada de atención al hecho de que estamos perdiendo demasiados estadounidenses, demasiado pronto y, en muchos casos, por causas que son prevenibles», aseguró Robert Redfield, el director de los Centros Naciones de Enfermedades de EE.UU.

Crisis del sida

La oleada de sobredosis de opiáceos es el asunto más acuciante. El año pasado, 70.000 personas murieron por esta razón en EE.UU., un aumento del 10% respecto a 2016, y la cifra más alta en la historia para esta causa de muerte. En 1999, las muertes por sobredosis afectaron a 17.000 personas. Muere más gente que en los peores años de la crisis del sida o cuando los fallecimientos en accidentes de tráfico era una de las lacras más extendidas.

En las estadísticas oficiales, el capítulo de «lesiones involuntarias»-que incluye a las sobredosis- se ha colocado en el tercer puesto de las principales causas de muerte, por delante de las enfermedades respiratorias y por detrás -a mucha distancia todavía- de las dolencias cardiacas y el cáncer.

El otro gran factor preocupante es el de los suicidios. Más de 47.000 estadounidenses fallecieron por esta razón el año pasado, con una tasa de 14 suicidios por cada 100.000 habitantes, un 33% mayor que en 1999 y la más alta del último medio siglo. El suicidio ya es la segunda causa de muerte para los estadounidenses de entre 10 y 34 años.

La razón no es solo que las estructuras de salud mental son deficientes en EE.UU. Según los expertos, más de la mitad de las personas que se suicidaron en el país en 2016 no tenían problemas de salud mental. Las razones requieren un examen más profundo del país: las relaciones personales, el éxito vinculado a la carrera profesional, la presión competitiva en lo personal y en lo económico y, conectado con el anterior factor, el abuso de opiáceos, que se ha convertido, aún tarde, en una prioridad para la Administración Trump.

ABC (España)

 



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