Ciertamente, China es un gigante que no deja de expandirse y, en teoría, podría convertirse en un dorado mercado de mil quinientos millones de almas que inundar con productos españoles. Particularmente si la guerra comercial con Estados Unidos desplaza su interés hacia Europa, como parece.  Pero, ojo, lo importante de mi frase estriba en “en teoría”.  Puede que alguna empresa concreta se beneficie de algún contrato, pero a nivel nacional me gustaría que alguien diera un claro ejemplo en el que el más beneficiado de la relación bilateral no es China. Tal vez Israel en el corto plazo, pero porque su apertura al gigantes asiático es reciente. En el medio y largo plazo, siempre son los chinos los ganadores.

Puede que Trump exagere al denunciar las prácticas chinas como la causa de la pérdida de trabajo de millones de americanos, pero lo que es innegable es que, bajo el régimen férreamente controlado del Partido Comunista –no se nos olvide de qué régimen estanos hablando- Pekín (o Beijing si se quiere ser más moderno) sostiene artificialmente su divisa en los valores que más le interesa en cada momento, juega con su reserva de dólares, accede abierta y clandestinamente a tecnologías y procesos industriales, infringe las leyes de propiedad intelectual, viola la normativa básica de protección laboral, y apoya estratégicamente con  su poder su expansión comercial, elemento que no es un factor independiente sino una pieza más del interés nacional tal como lo definen sus actuales dirigentes. En suma, China no juega como un actor más en el mundo del libre comercio. No es un socio como los demás.

A los españoles los chinos nos resultan simpáticos por el hecho de que siempre recurrimos a una de sus tiendas cuando buscamos algo desesperadamente fuera de los horarios comerciales al uso. Pro los chinos del barrio no es la China de Xi Jinping, un dictador comunista que recurre a lo que le interesa del mercado para crecentar su poder. China sigue siendo un sistema de planificación centralizada, no de mercado libre. Es difícil incluso saber sobre la salud de su sistema financiero, artificialmente alimentado y sostenido. Como también es complicado calcular su gasto en defensa, más allá de ser enorme.  A los españoles China nos parece un lugar muy lejano de nuestras preocupaciones, que, hoy por hoy, suelen acabar en Cataluña. No tenemos intereses estratégicos en el Pacífico, para nuestra desgracia, y la expansión hegemónica de China en esa zona del planeta pasa sin pena ni gloria entre los nuestros. Nuestra política hacia China es meramente mercantilista.

Por eso conviene recordar que los intereses de China, políticos y económicos, no son automáticamente compatibles con los del mundo occidental. De hecho, puede que sean incompatibles si China de verdad aspira a reemplazar a estados Unidos como potencia mundial en las próximas décadas. No por venderles más, el sistema político y social chino se ha acercado al nuestro. Ni Henry Kissinger, el artífice de la apertura americana a Pekín cree ya que la interacción económica haya servido para normalizar a China. Otra cosa es que piense, como hacen otros muchos, que ambos países estén destinados a un enfrentamiento. 

Resulta curioso que el mismo día que se ensalza la figura del presidente Chino en Madrid, la UE anuncia un conjunto de medidas para protegerse de una posible injerencia china en los procesos electorales europeos. 

China se ha presentado como el Dorado que va a resolver muchas de nuestras penurias comerciales. Lo que no se nos ha dicho es que China viola sistemáticamente las reglas del comercio mundial, la normativa de la UE (uno de los últimos rifirrafes ha tenido que ver con sus aerolíneas), desarrolla sistemáticamente espionaje industrial y en muchos de sus contratos exige el traspaso directo de técnicas, procedimientos y know how, que rápidamente pasan a incorporar a sus empresa, eliminando de la competencia a las empresas que se los suministraron. 

Si nuestro flamante presidente Sánchez ha negociado la exportación del jamón ibérico en los mismos términos que ha negociado lo de Gibraltar y el Bréxit, mucho me temo que en no mucho tiempo pasaremos a importar jamón serrano chino, porque resultará más barato.

***Publicado en La Gaceta, 29 de noviembre de 2018