La guerra que Washington ha iniciado contra Huawei tiene muchas justificaciones que sólo sirven de fachada para esconder la verdadera razón de la embestida del gobierno de Estados Unidos contra esa importante empresa china.
La verdadera causa es que Huawei utiliza un sistema de encriptación que impide a la NSA [1] estadounidense interceptar los teléfonos móviles de esa marca china.
Fuera del mundo occidental, los gobiernos y servicios secretos de numerosos países han comenzado a equiparse con material de telecomunicaciones de la marca china Huawei para garantizar la confidencialidad de sus comunicaciones.
Las justificaciones de fachada han ido, según el momento, desde problemas en materia de propiedad intelectual hasta vínculos comerciales con Irán y Corea del Norte o supuestas violaciones de las reglas en materia de competitividad comercial, afirmando que esa empresa recibe subvenciones del Estado chino.
Los países miembros del sistema de espionaje anglosajón conocido como los “Cinco Ojos” –Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Reino Unido–, grandes consumidores de equipos de telecomunicación que utilizan precisamente para espiar las telecomunicaciones mundiales, han comenzado a excluir a Huawei de sus licitaciones.