Los kurdos constatan que su supervivencia depende hoy de Bagdad y de Damasco, otrora sus grandes enemigos
La promesa de Estados Unidos de que no se retirará de Siria hasta que Turquía garantice que no arrasará militarmente a los kurdos del norte es una buena noticia para todos...menos para los ultranacionalistas kurdos, que aún sueñan con tener el Estado que nunca tuvieron y vuelven a constatar que dependen de los demás. Las lecciones de la Historia se imponen de modo inexorable en la región. Los kurdos de Turquía llevan décadas alzados en armas, de la mano del cada vez menos marxista PKK, con resultados funestos. En Irak, los kurdos, que disfrutaban de una generosa autonomía, ensayaron en 2017 un referéndum unilateral de independencia que produjo de inmediato un caos económico en su territorio y la inmediata marcha atrás de sus autoridades, para congraciarse con Bagdad. Y en Siria, las fuerzas kurdas del norte, alzadas en armas desde el primer momento contra el régimen de Bashar al Assad, han tenido que pedir sopitas a Damasco para que les proteja frente a los turcos ante la inminente retirada de sus aliados norteamericanos.
Aquí y allá, la «realpolitik» desborda las quimeras ultranacionalistas, que solo han servido para dar alas al terrorismo. Los kurdos son una etnia con una lengua y una cultura milenarias, y una idiosincrasia propia que constituye –allí donde se han establecido– un germen de tolerancia entre los intolerantes. Dos tercios de los kurdos son musulmanes, pero su islam es sorprendente: defienden la neutralidad del poder público y el apoyo a todas las religiones, y sus mujeres, que no portan velo, disfrutan de una igualdad real con el hombre.
En el campo de batalla –en su día en Irak contra Daesh, y hoy en Siria– las combatientes kurdas destacan por su valor y preparación, y por un detalle que no es anecdótico. Las kurdas acuden maquilladas al combate contra los yihadistas porque, si tienen que morir, quieren morir hermosas. Con eso quieren además infundir miedo a los muyahidines. que creen que si son abatidos por las balas de una mujer no disfrutarán en el paraíso de las 72 vírgenes de los versos coránicos.