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23/01/2019 | No, Emmanuel Macron no ha vendido Alsacia a Alemania

Iñaki Gil

Emmanuel Macron y Angela Merkel firman un nuevo tratado que "completa" el pacto fundador del eje franco-alemán. Un texto modesto en ambiciones pero que ratifica el compromiso europeo de París y Berlín en pleno Brexit

 

Si Charles de Gaulle y Konrad Adenauer hubieran resucitado ayer estarían, en primer lugar, felices de ver que su principal logro, la reconciliación franco alemana, ha hecho un largo camino. En segundo lugar, algo decepcionados por la falta de ambición de sus sucesores Emmanuel Macron y Angela Merkel, pero sobre todo -y en tercer lugar- se volverían a sus tumbas al leer que Francia iba a devolver Alsacia y Lorena a Alemania.

Tal es el signo de los tiempos. Un acuerdo diplomático importante entre los dos países que forman el núcleo de la Unión Europea es noticia por varias falsedades; 'fake news' asumidas por la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen. De morirse, vamos.

De Gaulle y Adenauer firmaron un 22 de enero de 1963 en la sala de fiestas del Elíseo el tratado que ha pasado a la Historia con el nombre del palacio donde residen los presidentes de la República francesa. Un texto corto que selló la reconciliación de dos países que se habían desangrado en las dos guerras mundiales.

La piedra angular de la amistad franco-alemana que dio pie al eje París-Berlín que, con avances y frenazos, ha marcado el ritmo de la construcción europea. A los padres fundadores les relevaron parejas ilustres como Helmut Schmidt y Valéry Giscard d'Estaing o Helmut Kohl François Mitterrand.

Elegido con una aureola de europeísmo, Macron lanzó en su discurso de la Sorbona (2017) la idea de un nuevo tratado con Alemania. La química con Merkel era buena. Él iba a reformar en Francia y la canciller a bendecir los avances a escala europea que defendía Macron, para dotar al euro de un gobierno económico.

Dos años después, Macron intenta recuperar el aprecio de sus conciudadanos tras la ola de protesta de los 'chalecos amarillos'. Merkel es un pato cojo, ha cedido el mando en su partido y se ha comprometido a no volver a ser candidata.

Qué gran pareja de baile político hubieran formado si los avances del populismo (Brexit, Trump, Italia) no hubieran sacudido el mundo. Por eso, lo firmado ayer en la patria chica de Carlomagno tiene su valor político. Es un hito más en el largo camino de la construcción europea. Ratifica la línea sosegada, lenta pero firme, que ha dado a Europa el mayor periodo de paz y prosperidad.

Diplomáticamente, viene a respaldar la política europeísta de Macron. Y confirma el vector europeísta que va a tener su campaña para las elecciones al Parlamento Europeo. Frente a eso, los euroescépticos como Le Pen están oponiendo hasta ahora pocas ideas y mucho juego sucio. Lástima que el Brexit no esté encarrilado.

'Fake news' como castillos

La amistad franco-alemana no había sido contestada hasta ahora, que sirve de ariete a la extrema derecha de ambos países. Así, Alexander Gauland, dirigente de la extrema derecha alemana, denunció que el tratado busca crear "una super UE". "Nosotros queremos que cada uno se ocupe de su país y no que Macron lo haga con el dinero de los alemanes".

Le Pen no se ha andado con sutilezas. "Macron está a punto de vender nuestro país a trozos... va a poner Alsacia bajo tutela", ha dicho estos días. Seguía la estela de un eurodiputado frentista, Bernard Monot, que afirmó que Macron iba "a entregar Alsacia y Lorena a una potencia extranjera" y que en estas regiones "la lengua administrativa será el alemán".

Ni que decir tiene que estas tesis han circulado profusamente por Facebook. Singularmente, en los foros de los 'chalecos amarillos'. Ocurre que estas falsedades adquieren carta de naturaleza al ser repetidas, levemente blanqueadas, por políticos como Le Pen.

La líder de la extrema derecha también calentó el rumor de que "Macron estudiaba compartir el asiento permanente de Francia en el Consejo de Seguridad de la ONU con Alemania y, quizá, nuestra potencia nuclear".

Realidades molestas, pero importantes

Ni que decir que todo es un bulo. La realidad es la que sigue. Una de las novedades de los 28 artículos del Tratado es la cooperación regional. Entre otras razones porque cuando se firmó el del Elíseo, en 1963, en la estructura administrativa de Francia no existían las regiones.

"Los dos Estados reconocen la importancia de la cooperación transfronteriza, respetando las reglas constitucionales de ambos y los límites del derecho de la Unión Europea". Igualmente postula "el acercamiento de los sistemas educativos gracias al aprendizaje mutuo de la lengua del otro y el bilingüismo en los territorios fronterizos".

El Tratado sí dice que "ambos países cooperarán estrechamente en todos los órganos de Naciones Unidas" y que "la admisión de Alemania como miembro permanente del Consejo de Seguridad es una prioridad de la diplomacia franco-alemana". No hay en ello novedad alguna porque lo vienen defendiendo desde 2010. A la espera de la 'non nata' reforma de la ONU. Además, la Carta de la ONU no permite permutas. Hay que decir, sin embargo, que fue el vice canciller alemán, Olaf Scholz (SPD), quien propuso en noviembre que Francia renuncie a su asiento permanente en beneficio de Europa. Una iniciativa acogida gélidamente en París.

Además de la cooperación regional, hay otro aspecto poco llamativo pero muy importante en el texto. En el capítulo de la convergencia económica se establece "una zona económica franco-alemana dotada de reglas comunes a través de la armonización del derecho empresarial". Un ejemplo lo explica mejor. Se trataría de que ambos países tengan la misma ley de quiebras.

Declaraciones sonoras, pero simbólicas

Si no fuera por las 'fake news', los analistas estarían dándole vueltas al artículo 4. En él se lee que ambos Estados "se prestarán ayuda y asistencia por todos los medios de que disponen, la fuerza armada incluida, en caso de agresión armada contra sus territorios".

Significativo es cuando Trump parece poner en cuestión a la OTAN. Porque eso mismo está en el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte y en el 42 de la Unión Europea.

Menos sonoros, pero más concretos, son los primeros pasos dados para diseñar el sistema de combate aéreo del futuro y el carro de combate y la artillería del futuro. Otro camino lento: el del armamento.

El nuevo Tratado institucionaliza una Asamblea parlamentaria común, formada por 50 diputados del Bundestag y otros 50 de la Asamblea Nacional francesa. Deberán reunirse una vez al año. Un paso que si quieren ambos países que no quede en humo y protocolo deberá dar frutos como esa armonización del derecho económico.

El Tratado de Aquisgrán no tiene la dimensión simbólica y fundacional del del Elíseo. 1963 era el tiempo de la reconciliación, 2019 el de la convergencia.

El Mundo (España)

 



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