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26/02/2019 | Trayectoria secular de las finanzas islámicas

Moisés Bittán

La industria financiera es multicultural. Si en Occidente podríamos hablar de la banca ética como "tercera vía", el mundo musulmán ha encontrado la manera de desarrollar un sistema financiero acorde a sus creencias y basado en los principios regentes de su religión.

 

La banca islámica se define como todas aquellas instituciones cuya actividad y productos ofrecidos se basan en los principios de la Shari’ah (Ley Islámica). La unión entre las entidades financieras y religiosas es un fenómeno interesante en la economía contemporánea. Aun cuando la idea se remonta a los tiempos del profeta Mahoma, no es sino hasta la  década de 1950 cuando economistas, banqueros, intelectuales y religiosos árabes y musulmanes empiezan a valorar la posibilidad de desarrollar un sistema financiero islámico. Es preciso esperar a la crisis petrolera de 1973-1974 para ver nacer los primeros bancos islámicos, subvencionados por la riqueza producida por el aumento de los precios del petróleo. Estudiosos de la Shari’ah y líderes religiosos diseñan su estructura en una novedosa y sólida alianza estratégica entre agentes petroleros y estudiosos de los textos sagrados del Islam.

La banca islámica tiene el mismo propósito que la banca convencional, es decir, generación de ganancias mediante préstamos de capital. Lo que sí la diferencia de la banca convencional es la absoluta prohibición del cobro de cualquier tipo de interés (considerado usura), además de la búsqueda del equilibrio en las operaciones, a través del riesgo compartido entre las partes, en contraposición a una mayor transferencia de riesgo en la que se basa la banca tradicional.

El concepto de fondo es que el dinero no debe generar dinero, sino que debe ser un instrumento productivo y debe crear un bien o un servicio concreto. En un entorno donde todo el sistema financiero se basa en intereses, era una tarea formidable crear instituciones y ofrecer productos financieros que se basen en la absoluta prohibición de este elemento.

Adicionalmente, existen otras características que definen a las finanzas islámicas:

*No se prohíben las ganancias sobre el capital; se prohíbe el interés predeterminado sobre el capital.

*Se requiere que las ganancias sobre el capital varíen de acuerdo con los rendimientos de este mismo capital y, por tanto, no sean predeterminados.

*Ninguna de las partes involucradas en una operación financieras puede soportar de manera exclusiva el riesgo implícito en la operación. Se establecen mecanismos de distribución de ganancias y pérdidas entre las partes.

*Promueven el crecimiento real y estable de la actividad económica.

A veces incomprendidas ,en comparación con el sector financiero convencional, las finanzas islámicas se han venido consolidado en la últimas décadas. En la actualidad, todavía representan una proporción media dentro del mercado financiero mundial, pero su crecimiento durante las últimas décadas no ha pasado inadvertido. Este sector ya no opera en núcleos geográficos específicos y con una gama de productos limitada y  dirigida a musulmanes practicantes y devotos, sino que ha comenzado una expansión internacional de gran interés, que incluye una ampliación de su oferta de productos, gracias a la innovación financiera desarrollada en los últimos años.

Para la religión Islámica, no existe una diferencia entre la esfera religiosa y la secular en la vida de los individuos que la profesan. Según este enfoque, la economía está aparejada con los valores propios de la fe, y esta influencia los hábitos de consumo. Siendo esta la población de mayor crecimiento a nivel global, este crecimiento viene a la par de una mayor demanda de productos que se adapten a sus creencias.

A pesar de haber unos 300 bancos islámicos y 200 entidades afines, la concentración del capital es considerable, ya que la mitad de estos se encuentran repartidos en pocos bancos, especialmente saudíes y emiratíes. Sin embargo, en los últimos tiempos, debido al creciente número de musulmanes en Europa y otras partes del mundo, estos servicios han trascendido más allá del mundo musulmán y son ofrecidos también por las filiales islámicas en instituciones internacionales de gran renombre. En la actualidad, diversos bancos prestan servicios de este tipo en países como Alemania, Canadá, China, Estados Unidos, India, Japón, Luxemburgo, Suiza y el Reino Unido.

A través de las finanzas islámicas y su expansión, se ha demostrado que un sistema financiero cuyos ingresos no son los intereses, no solo es posible y viable, sino que puede ser una alternativa valiosa al sistema tradicional de gestionar una compañía financiera.

La clave de este crecimiento estará en los sectores dentro de las finanzas islámicas que lo protagonizaran. A día de hoy, la banca islámica y el mercado de "Sukuk" (bonos de titularización islámicos) fundamentalmente localizados en Oriente Medio y el sudeste asiático, así como en Reino Unido, además de los fondos de inversión y los seguros, cuyo desarrollo será fundamental para que este sector pueda seguir creciendo también en países occidentales.

Aún queda mucho camino por recorrer, pero no es de extrañar que pronto irrumpa en América Latina también este modelo de negocio financiero. El logro de estos objetivos será primordial para que se pueda desarrollar y establecer una regulación a nivel internacional que aporte seguridad, a través de unos estándares aceptados por todos los operadores del mercado, que además sirva de guía sobre cuáles deben ser las próximas acciones para alentar el desarrollo de este sector.

Las finanzas islámicas estarán casi a la par a sus contrapartes occidentalizadas en la segunda mitad de este siglo. Cada vez más autoridades reguladoras y plazas financieras globales abren espacios a este modelo y están actuando en consecuencia para no encontrarse excluidos de los reales y potenciales beneficios que la filosofía islámica, aplicada a la banca, puede aportar al modelo de la industria financiera.

América Economía (Chile)

 



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