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28/10/2006 | FRANCIA- Primer grupo en el sector de la distribución .La tensión aumenta en las ´banlieues´.Un año después de los disturbios, las ciudades francesas siguen siendo un polvorín

Lluis Uría

Hace un año, la trágica muerte de dos muchachos en Clichy-sous-Bois, en la periferia de París, desató la revuelta de las banlieues.La situación no ha mejorado significativamente desde entonces. La violencia ha reaparecido con fuerza.

 

Un año después de la violenta revuelta de las banlieues,Francia sigue sentada sobre un polvorín. No es que nada se haya hecho, pero muy poco ha cambiado. El sentimiento de exclusión y de abandono sigue fuertemente arraigado en los habitantes - en su mayoría, inmigrantes de origen extranjero- de los barrios marginales de las periferias urbanas, mientras se exacerba la violencia entre las bandas de jóvenes y la policía. El odio, ese odio que retrató magistralmente Mathieu Kassovitz en su película del mismo nombre (La haine),sigue tan vivo hoy como en 1996. Pero peor.

El riesgo de que pueda reproducirse una explosión semejante a la del otoño del año pasado es preocupantemente real. Bastaría una chispa para que todo volviera a arder. Como lo fue, el 27 de octubre del 2005, la muerte accidental de dos adolescentes, Zyad Benna y Bouna Traoré, electrocutados en un transformador de alta tensión de Clichy-sous-Bois, al este de París, cuando huían de la policía. La ira despertada por esas dos muertes desató en todo el país una revuelta de proporciones nunca vistas que puso en jaque al Gobierno de Dominique de Villepin. El balance de esas tres semanas habla por sí mismo: un muerto y 126 heridos, 10.000 vehículos y 233 edificios incendiados, 4.770 detenidos y 422 condenados a prisión, daños por 200 millones de euros.

Todo esto podría volver a suceder. Hace semanas, y meses, que lo llevan repitiendo los alcaldes y los líderes de las asociaciones cívicas. También lo ve la propia policía. "La mayor parte de las condiciones que llevaron, hace un año, al desencadenamiento de la violencia colectiva en gran parte del territorio metropolitano se mantienen", concluía un reciente informe de los servicios de información de la policía.

Los últimos acontecimientos no pueden ser más preocupantes. A las emboscadas perpetradas la semana pasada contra patrullas de la policía en diversas ciudades de la periferia de París, le han sucedido esta semana la quema de tres autobuses. Dos de ellos fueron destruidos la noche del miércoles en Montreuil y Nanterre por jóvenes enmascarados que encañonaron a los pasajeros con pistolas, mientras bandas de jóvenes se enfrentaban violentamente a los antidisturbios en Grigny. El primer ministro Villepin prometió ayer mano dura: "No vamos a aceptar lo inaceptable", afirmó. El temor del Ministerio del Interior, que ha dado instrucciones a la policía para actuar con moderación y cautela, es que el aniversario de la muerte de los dos chicos de Clichy - que se conmemora hoy con una marcha silenciosa- derive en algaradas.

La crisis del año pasado desencadenó una movilización inédita del Estado. "He oído decir que no se ha hecho nada por las banlieues,que nada ha cambiado, eso no puedo aceptarlo", dijo ayer Villepin. Cierto, el Gobierno desbloqueó las ayudas a las asociaciones que trabajan sobre el terreno (100 millones de euros), ha acelerado los planes de renovación urbana (35.000 millones de euros de aquí al 2013 para renovar el parque de viviendas), ha creado 15 nuevas zonas francas para atraer empresas a los barrios periféricos, ha reforzado las ayudas a centenares de escuelas y colegios de zonas difíciles y ha impulsado diversos mecanismos para promover el empleo de los jóvenes de las cités.Aunque no con gran fortuna: dos de las medidas estrella de la ley de Igualdad de Oportunidades, el contrato para jóvenes (CPE) y el currículum anónimo, han decaído.

Todo ello tendrá, en su caso, frutos a largo plazo. En lo inmediato, las cosas han cambiado más bien poco. El paro ha descendido lentamente en Francia hasta el 9%, pero en los barrios en dificultades sigue rondando entre el 30% y el 40%. Los jóvenes no encuentran trabajo, no entrevén un futuro. Su color, sus apellidos, su domicilio incluso, se convierten en estigmas. Y descargan su malestar sobre las instituciones públicas, con la policía a la cabeza.

La línea dura marcada por el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que suprimió en el 2002 la policía de proximidad - algo criticado desde todos los ámbitos- puede que haya puesto coto a las mafias criminales que operan en los barrios marginales, pero ha contribuido a atizar el resentimiento de sus habitantes, que se sienten humillados. Los jóvenes que atacan a la policía - con una media de 14 agentes heridos al día en la primera mitad de este año- no son todos delincuentes. La situación se ha hecho hasta tal punto insostenible que el principal sindicato policial, Alliance, pidió ayer un gran pacto social sobre seguridad. I - SEBASTIAN ROCHÉ, sociólogo y criminólogo


"Si seguimos así, vamos camino de una guerrilla civil"

LL. URÍA
El escalofrío de la revuelta" (Le frisson de l´emeute)está llamado a convertirse en un libro de referencia sobre la crisis de las banlieues del otoño del 2005 en Francia. Su autor, Sebastian Roché, sociólogo experto en criminología, director de investigación del CNRS y profesor en la facultad de Ciencias Políticas de París y en la Escuela Nacional Superior de Policía de Lyon, pinta un panorama sombrío.

- Un año después de la revuelta de las banlieues,¿qué ha cambiado en Francia?

- Desgraciadamente, no mucho. Nadie se ha preocupado de ello. A diferencia de otros países que han tenido un problema similar, aquí no se ha creado ninguna comisión parlamentaria para analizar y debatir lo sucedido. Se ha preferido no mirar el problema, porque es enorme. En el 2005 hubo miles de personas quemando coches y atacando a la policía en cientos de ciudades. No hay nada comparable en la historia de Francia.

- ¿De quién es la responsabilidad?

- Nadie tiene toda la responsabilidad. Pero el Ministerio del Interior es el responsable de haber acabado en el 2002 con la policía de proximidad, una experiencia de modernización de la policía que permitía incardinarse en los barrios. Y de haber suprimido los útiles que había para anticipar los problemas y hacer un seguimiento.

- Últimamente ha habido emboscadas contra policías. ¿La violencia es hoy mayor?

- Es más importante que la de octubre del año pasado, pero menor que la que hubo durante la revuelta. De todos modos, hay un aumento de la confrontación con la policía y esto es muy peligroso. Si seguimos así, vamos camino de una guerrilla civil. No se trata sólo de delincuentes que se resisten a un arresto, es gente que ataca a la policía porque no soporta la hostilidad de las fuerzas de seguridad. La policía tiene un problema de relación con las minorías. Falta una estrategia global.

- ¿Se prima el aspecto represivo?

- Hay una confusión entre medios y fines. Las detenciones se han acabado convirtiendo en la finalidad de la policía, no en el medio.

- En su libro habla usted de un "gusto por la violencia" por parte de ciertos jóvenes.

- Las primeras revueltas en las banlieues datan de 1981. Así que ha habido un aprendizaje progresivo entre los adolescentes sobre el ataque a la policía. Ese gusto por la violencia está hoy más presente, reforzado por determinados rasgos psicológicos - impulsividad, búsqueda de la satisfacción inmediata- y sociológicos, como la falta de perspectivas en la vida, la conciencia de no tener un lugar en la sociedad, de carecer de futuro.

- Así pues, ¿puede volver a haber una explosión social como la del otoño del 2005?

- En efecto, es un fenómeno que puede repetirse. Noes seguro, pero es posible. Porque las condiciones no han cambiado.

II - HASSAN BEN M´BAREK, portavoz de Banlieues Respect


"La discriminación pone en peligro la cohesión del país"

LL. URÍA


Hassan M´Barek preside una de las numerosísimas asociaciones surgidas en las barriadas de las periferias urbanas de Francia, Citoyenneté et Démocratie (Ciudadanía y Democracia). Y desde hace un año es portavoz de Banlieues Respect, un colectivo que agrupa a 160 organizaciones y que nació como respuesta cívica a la revuelta del año pasado. Sus reivindicaciones no han cambiado.

- Hace escasos días usted y otros dirigentes asociativos de barrios fueron recibidos por el primer ministro, Dominique de Villepin...

- Cuando nos recibió hace un año, le pedimos dos cosas: que la policía tratara de usted a los jóvenes en los barrios - y a la inversa, naturalmente- y que se aprobara una ley para la inscripción obligatoria en el censo electoral. En Francia hay tres millones de personas que no están inscritas y no votan. Ahora hemos vuelto a pedir lo mismo.

- ¿Nada ha cambiado entonces?

- Ha habido algún cambio, pero no mucho.

- ¿Por qué es tan importante que la policía trate de usted a los jóvenes?

- Si no hay respeto, no se puede construir nada positivo en los barrios.

- ¿A qué se debe esta relación problemática entre la policía y los jóvenes de los barrios?

- Hay una presión policial sorprendentemente alta y la situación es muy tensa. Parece que alguien tuviera interés en fomentar los problemas.

- ¿Con qué fin?

- En busca de una derechización del electorado.

- ¿Echa de menos la policía de proximidad?

- La policía de proximidad era un buen modelo. Establecía un vínculo con la población.

- ¿Cree que puede repetirse una revuelta como la del pasado otoño?

- Tengo 41 años. Cuando tenía 17 o 18 participé en la marcha por la Igualdad y contra el Racismo de 1983. Nadie de los que estuvimos allí hemos tenido la menor promoción política o social. En estos años se han hecho cosas, pero no suficientes. Hay una nueva población, de origen extranjero y nacionalidad francesa, que no para de crecer. Es un reto político de primer orden. Los poderes públicos deben luchar contra la discriminación, porque nos jugamos la cohesión de este país.

- ¿Está a favor de la discriminación positiva en favor de las minorías?

- Es complejo. A título personal estoy a favor, pero su aplicación puede comportar problemas. La República sólo reconoce a ciudadanos. Pero es igualmente cierto que hay una ley de paridad en beneficio de las mujeres y que los ciudadanos de la isla de Córcega tienen un estatus especial. La discriminación positiva puede ayudar a corregir algunas disfunciones. Las leyes son necesarias, pero no suficientes. Es preciso un cambio de mentalidad y, para ello, es imprescindible que haya una auténtica mixtura social y étnica.


III - OLIVIER KLEIN, alcalde adjunto de Clichy-sous-Bois


"El sentimiento de abandono y exclusión es la raíz de todo"

LL. URÍA


El alcalde de Clichy-sous-Bois, el socialista Claude Dilain, no recibe. Ya dijo todo lo que tenía que decir en su libro Crónica de una ´banlieue´ cercana.En su defecto, es el alcalde adjunto, Olivier Klein, el encargado de hablar - de cuatro en cuatro- con los periodistas, que buscan saber cómo está Clichy un año después. Responsable de Juventud en una población en la que la mitad de sus habitantes tiene menos de 25 años, conoce la realidad de cerca.

- ¿Qué ha cambiado en Clichy en un año?

- No muchas cosas. Un año es muy corto para cambiar radicalmente las condiciones de vida de una población. Nuestros problemas no han variado: transporte, enseñanza, vivienda, seguridad, empleo... Hay un plan de renovación urbana que supondrá derribar 1.500 pisos, pero son proyectos a largo plazo.

- ¿Se sienten decepcionados?

- Sí, hay una cierta decepción. Todavía esperamos una respuesta concreta para mejorar el transporte colectivo, con una línea de tranvía. El déficit de transporte es para nosotros un obstáculo que nos perjudica en el terreno del empleo. Estamos a 12 kilómetros de París y a 12 kilómetros del aeropuerto de Roissy. Pero no tenemos ninguna fuente trabajo a menos de 90 minutos. Tenemos un 25% de desempleo, pero ninguna oficina del paro. En cambio, la única respuesta que hemos recibido es que se construirá una comisaría de policía. Es importante, llevábamos años reclamándola, pero no es suficiente.

- ¿El desbloqueo de las subvenciones por el Gobierno no les ha ayudado en alguna medida?

- Las ayudas han ido a las asociaciones. Nosotros no hemos recibido fondos nuevos. Nuestra capacidad financiera no ha cambiado.

- ¿Cómo enjuicia las relaciones entre la policía y los jóvenes de la población?

- Son complicadas, desgraciadamente. La policía de proximidad tuvo un efecto benéfico que se ha perdido. Pero el problema es más general. Hay una dificultad importante entre los jóvenes y las instituciones sobre la que hay que reflexionar.

- ¿Cómo explica la explosión de ira que dio lugar a la revuelta de las banlieues?

- Ante la muerte desgraciada de dos muchachos no se encontraron las palabras adecuadas. Eso agravó el sentimiento de abandono. La tristeza se convirtió en cólera y luego se amplificó a nivel nacional. La pobreza, el sentimiento de abandono y de exclusión es la raíz del problema. Sólo si se abordan estos problemas puede mejorarse la cuestión de la violencia y de la inseguridad.

- ¿La ira puede volver a estallar?

- El polvorín sigue ahí, las condiciones son las mismas. Eso no quiere decir que porque se cumpla un año tengan que repetirse los disturbios. Pero una chispa aquí o en cualquier otro lugar puede volver a encender las cosas.

IV - Habla el padre de Zyed, uno de los dos adolescentes cuya muerte encendió la ´banlieue´


"Los chicos están muertos y muertos"

LLUÍS URÍA - París. Corresponsal

Se llama Amor, Amor Benna, aunque todo el mundo le llama Omar. De figura menuda y rostro pétreo, arrastra su pena con una enorme dignidad y una apabullante resignación. Hoy hace un año, un trágico accidente acabó con la vida del menor de sus seis hijos, Zyed, de 17 años, abrasado junto a su amigo y compañero Bouna Traoré, de 15, en un transformador de alta tensión de la compañía eléctrica EDF en Clichy-sous-Bois, donde se habían refugiado huyendo de la policía. No habían hecho nada, pero tenían miedo, ese miedo difuso a las fuerzas de seguridad que en muchos jóvenes del gueto ha derivado en odio.

Eran las 18.12 horas del 27 de octubre del 2005, jueves, y la descarga dejó sin electricidad a todo Clichy, una típica ciudad dormitorio enclavada en una colina al este de París. Un tercer joven, Muhitin Altun, de 21 años, salvó la vida de milagro. "Zyed y Bouna, pienso en vosotros", ha escrito en un cartel con la imagen de las dos víctimas colgado en la fachada del centro cultural donde una exposición - Clichy sin cliché- intenta reconstruir la imagen humana de una ciudad conocida en todo el mundo como la cuna de la revuelta de las banlieues.Su muerte fue la mecha que desencadenó la explosión.

A Amor Benna le incomoda hablar de sí mismo, se muestra inquieto ante las preguntas de los periodistas - y los hay por decenas, sobre todo extranjeros, estos días en Clichy- que le abordan en las cercanías del Ayuntamiento. Una sobreexposición mediática que la policía considera factor adicional de desestabilización. Las brasas, de hecho, siguen ardiendo. Por eso Benna ha hecho de tripas corazón y abandonado su tradicional reserva. "He venido a pedir calma. Los chicos están muertos y están muertos. No se sacará nada de más violencia", afirma.

De origen tunecino, Amor Benna llegó a Francia hace cuarenta años. Hoy tiene 61. Toda una vida. No le costó demasiado encontrar un empleo.

Hoy sus hijos lo tienen mucho peor. Algunos siguen en Túnez. De hecho, Zyed no se instaló en Francia hasta el año 2001. "Hablan de integración, pero la integración pasa por el trabajo", subraya. En Clichy, una ciudad de 28.300 habitantes donde casi la mitad (el 47%) tiene menos de 25 años, el paro alcanza proporciones estratosféricas: un 23,5% - frente al 9% de media en Francia-, con puntas de hasta el 40% en algún barrio. Es difícil imaginar un futuro en este rincón de la periferia parisina, a una hora y media del centro de la capital - pese a estar a 12 km- tomando el autobús 601 y el RER.

Chofer del Ayuntamiento de París ya jubilado, durante muchos años la banlieue fue para Amor Benna sólo un nombre. "Yo vivía en el barrio de la torre Eiffel" - una de las zonas más selectas de París-, explica con un brillo de orgullo y nostalgia en la mirada. Pero aquello no podía durar. Con el tiempo, se trasladó a Saint Denis, y hace dos años y medio se mudó al barrio de la Chêne-Pointu, en Clichy. "Necesitábamos un apartamento más grande", explica. Probablemente piense que en mala hora. Pero no lo dice.

Las familias Benna y Traoré interpusieron hace un año una demanda judicial para esclarecer las circunstancias de la muerte de los dos adolescentes, sobre la que la policía negó en su día toda responsabilidad. La versión del tercer muchacho, que contradice totalmente la de las fuerzas de seguridad, sostiene que los chicos fueron efectivamente perseguidos por los agentes. Un total de once policías han sido llamados a declarar, a finales de noviembre, ante el juez que instruye el caso. El abogado de ambas familias, Jean-Pierre Mignard, es un amigo cercano de la pareja formada por François Hollande y Ségolène Royal, de dos de cuyos cuatro hijos es padrino.

Un año después del drama, la vida en Clichy apenas ha cambiado en nada. El desempleo, la degradación de las viviendas, la falta de un medio de transporte público eficiente y de otros servicios - por no haber, no hay ni oficina del paro-, el fracaso escolar, la discriminación, la delincuencia, las conflictivas relaciones entre jóvenes y policía, la violencia... todo sigue ahí. Como los sillones desventrados en medio de la calle, los coches calcinados - siempre-, los grafitis en las paredes, la suciedad. La única promesa firme del Gobierno ha sido una comisaría.

"Las condiciones sociales, las condiciones de vida, son prácticamente las mismas que hace un año", afirma Samir Mihi, un educador deportivo de 29 años de Clichy que a raíz de la crisis de las banlieues contribuyó a crear una asociación - AC le Feu (que pronunciado es como assez le feu,"basta de fuego")- para erigirse en portavoz de los barrios llamados sensibles. Tras un año de trabajo, la asociación entregó ayer en el Parlamento sus particulares cahiers de doléances (listas de quejas) con 20.000 testimonios recogidos por todo el país. "Los problemas no han cambiado", asegura, mientras advierte con preocupación que la relación entre jóvenes y policía no ha hecho más que deteriorarse. "Golpes, empujones, arrestos, controles de identidad constantes... la presunción de inocencia parece no existir, los jóvenes se sienten escarnecidos. En estas condiciones, una nueva explosión es perfectamente posible", dice. La única luz que ve en el túnel es una mayor conciencia, un mayor compromiso de la gente. "Hoy tenemos en Clichy 1.000 personas más inscritas en el censo electoral", asegura.

Que algo se mueve, aunque lentamente, es una opinión compartida por Mohamed Bellahcenne, de 61 años, presidente de la Asociación Cultural de los Musulmanes de Clichy-Montfermeil y rector de la mal llamada mezquita de Clichy, un sencillo centro de oración habilitado en los bajos de uno de los desvencijados bloques de pisos de la avenida Maurice Audin, a escasos metros de una pequeña área comercial donde merodean grupos de jóvenes de ademanes agresivos y mirada inquietante. "Tras los disturbios del año pasado, la ciudad ha vuelto a la calma", asegura Bellahcenne, mientras desde la ventana pueden verse los restos de un coche destruido por las llamas. Pero sabe que el difícil equilibrio puede romperse en cualquier momento. "Hay una total falta de respeto mutuo entre los jóvenes y la policía, es urgente abrir canales de diálogo, encontrar una solución para que desaparezca todo este odio", afirma, mientras reparte culpas equitativamente: "Hay racismo, no hay que negarlo. Pero no sólo por parte de la policía, también por la otra parte".

En su opinión, otro gallo cantaría si hubiera más trabajo. "Cuando hay mucha gente en la calle, sin hacer nada, es fácil que se produzcan actos violentos", concluye.

Los jóvenes, ya se sabe, lo quieren todo y lo quieren ya. La impaciencia de la edad. No es el caso de Amor Benna, resignado ante la fatalidad, hecho a encajar los golpes de la vida y a tirar hacia delante. "La vida aquí sigue igual, difícil, como de costumbre - dice-. Como en todo el mundo, ¿no? ¿O no hay paro en España?".

La Vanguardia (España)

 


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