Los detalles de la negociación de una cumbre casi sin fin.
La cumbre europea que amenazaba con no tener fin vivió
dos momentos críticos que marcaron el sorprendente desenlace, con golpe de
teatro final digno de la mejor serie. El primer instante decisivo se produjo en
la mañana del lunes, cuando el presidente del Consejo, Donald Tusk, propuso
poner a votación la propuesta que habían estado debatiendo durante toda la
noche, el paquete que colocaba al socialista Frans Timmermans en la Comisión y
a Manfred Weber en el parlamento. Iba a producirse el desenlace cuando
intervino el primer ministro holandés, Mark Rutte, para retirar la propuesta.
Un mínimo de siete países hubiera votado en contra, según fuentes de los
equipos negociadores.
Los patrocinadores del “modelo Osaka”, Rutte, Merkel,
Macron y Sánchez, temieron una derrota aplastante. A continuación, Tusk planteó
suspender la reunión y ofreció dos alternativas. O dejarla hasta mitad de
julio, cuando el parlamento ya hubiera elegido a su presidente; o bien 24 horas
más tarde. Esta fue la opción elegida por amplia mayoría. Los jefes de Gobierno
se dieron el tiempo justo para descansar, resetear sus sistemas operativos, y
afrontar otra ronda el martes por la mañana.
Y fue el martes cuando llegó el segundo momento crucial y
a la postre, definitivo. Tuvo lugar entre las 11 y las 12 de la mañana, en el
despacho de Tusk, en una reunión primero con Merkel y Macron, a la cual
posteriormente se añadió Pedro Sánchez. De allí salió el modelo Ursula von der
Leyen-Christine Lagarde, la jugada de las dos mujeres, ambas conservadoras, que
se complementaba con los liberales ocupando el consejo y los socialistas el
parlamento. En las horas siguientes, se trabajó en base a esta fórmula que es
la que acabó imponiéndose no sin dificultades. Los socialistas tuvieron que
consultar con su grupo parlamentario y, aunque constataron decepción y
reticencias, siguieron adelante.
Mientras, Merkel, parlamentó con su socio de coalición,
los socialdemócratas que le negaron el apoyo, lo que llevó a una extraña
situación: Alemania fue el único país que no votó a favor, si no que se abstuvo
en la votación para elegir a una candidata alemana propuesta por la propia
Alemania para la presidencia de la Comisión Europea
En los cálculos del consejo figuraba también que la
presidencia del parlamento, al menos el primer mandato, iría a un socialista
del Este, con el nombre del búlgaro Sergéi Stánishev sonando como seguro. Pero,
los grupos parlamentarios tienen vida propia, y en la misma noche del martes,
el socialista decidió que su candidato no sería del Este, si no un italiano,
David Sassoli, que ayer fue elegido como presidente. Con este cambio, de los
buscados equilibrios en este reparto, se cumplían el de género y más o menos el
político, pero no el geográfico, ya que el Este se quedaba fuera. Una
interpretación es que el objetivo de los 4 de Visegrado, y del Este en general,
era tumbar a Timmermans, y que una vez esto conseguido, ya se dieron por satisfechos.
La gran sorpresa de la cumbre fue la aparición repentina
de la candidatura de la ministra de defensa alemana, Von der Leyen. Su nombre
no había salido en ninguna quiniela pero, en dúo con otra mujer, que sí había
sonado, Lagarde, acabó siendo el equipo triunfador que permite a los populares
sumar cuatro mandatos consecutivos en la comisión.