Claves del subdesarrollo. Los bajos salarios y los costos sociales que de ello se derivan son el resultado de tener reglas de juego que hacen que la mayoría de los sectores de la economía no sean competitivos internacionalmente.
Un cruce de declaraciones entre el actual Ministro de
Hacienda y su antecesor en torno al valor del dólar reabrió una vieja polémica.
El anterior Ministro de Economía y otros economistas alertan sobre la
inconveniencia de dejar que el tipo de cambio se retrase. El argumento es que
un dólar barato haría crecer de nuevo las importaciones y el turismo al
exterior trayendo una nueva crisis como la sufrida en el 2018. El Ministro de
Hacienda, en cambio, sostiene que un dólar más caro alimentaría una mayor
inflación y eso aumentaría, o no ayudaría a bajar, la pobreza.
En esta discusión subyace de manera implícita el poder de
compra de los salarios. Dólar alto implica salarios bajos. Esto induce menos
importaciones, tanto de bienes de consumo como intermedios y de capital, menos
viajes al exterior y alentaría las exportaciones. Por el contrario, cuando el
dólar es barato aumenta el salario. Junto con ello aumentan las importaciones,
el turismo al exterior y se hace más complicado exportar.
EL SALARIO EN DOLARES
Una manera de ilustrar estas interacciones es comparando
las variaciones de los últimos años del salario medido en dólares y las
importaciones, que es la variable que más rápidamente reacciona a alteraciones
en el tipo de cambio. Según datos de los Ministerios de Hacienda y de Trabajo
se observa que:
* En el 2017 el salario era de 1.170 dólares mensual y
Argentina importaba bienes y servicios (incluyendo turismo en el exterior) por
u$s 92 mil millones anuales.
* En el 2018 el salario bajó a 830 dólares y las
importaciones de bienes y servicios se redujeron a u$s 89 mil millones.
* En el 2019 el salario se mantiene en 802 dólares y las
importaciones de bienes y servicios se desplomarían a u$s 74 mil millones
anuales.
Estos datos muestran cómo cuando se produce una gran
devaluación, como la del 2018 y que se sostuvo en lo que va del 2019, el
salario medido en dólares baja y junto con ello el consumo de bienes importados
y el turismo al exterior. Curiosamente esta dinámica avalaría las
argumentaciones de ambos ministros.
Con un dólar alto bajan los salarios y esto evita una
crisis externa porque se reducen las importaciones. Como contracara, la menor
capacidad adquisitiva de la población que ayuda a impedir la crisis externa, es
la que produce mayor pobreza y genera riesgos de una crisis interna.
AMPLIAR LA PERSPECTIVA
Solo ampliando la perspectiva se puede salir de esta
desalentadora encrucijada. Si las empresas en Argentina fueran más productivas
podrían exportar más, aun pagando salarios en dólares más altos. Con mayores
exportaciones habría más dólares disponibles para importar bienes y servicios y
financiar el turismo en el exterior. La antinomia en la que se enredan ambos
ministros toma como dato el marco institucional argentino que desalienta la
productividad. Ambos pasan por alto que los bajos salarios y los costos
sociales que de ello se derivan, son el resultado de tener reglas de juego que
hacen que la mayoría de los sectores productivos no sean competitivos internacionalmente.
Por eso el debate importante no es el valor del dólar
sino cómo construir un Estado equilibrado, que se financie con impuestos menos
distorsivos y que brinde servicios de calidad:
* Eliminando el déficit fiscal se puede aspirar a tasas
de inflación y de interés similares a otros países, ingrediente fundamental
para que las empresas puedan proyectar a largo plazo, invertir e innovar.
* Mejorando el sistema tributario y la manera en que se
gestionan los recursos públicos, el Estado dejaría de ser una carga para las
empresas y las familias.
* Más importante aún es generar mejores instituciones. Un
ejemplo de institucionalidad que corroe la productividad es el modelo
centralizado y anquilosado de negociación colectiva.
* En lugar de reglas que promuevan el dialogo para
mejorar la productividad y distribuir equitativamente sus beneficios, en las
relaciones laborales prevalecen la burocratización, la corrupción y los
comportamientos prebendarios.
Con reglas que premian el lobby, el sindicalismo
burocratizado, las actividades parasitarias, la búsqueda de rentas
improductivas, el dólar alto es el mecanismo que permite financiar todos estos
privilegios deprimiendo el salario real. Por eso, de esta lógica perversa no se
sale manipulando el tipo de cambio sino abordando, con mucha valentía y
espíritu innovador, un profundo replanteo de las instituciones y las políticas
públicas.
***Jorge Colina, Analista del Instituto para el
Desarrollo Social de la Argentina.