“Llega siempre el momento en que hay que elegir entre la contemplación y la acción: eso se llama hacerse hombre” Albert Camus

Algo falla en la Argentina mucho más allá de la política. El sistema de representación parece no representarnos. Una elección en la provincia de Misiones se nacionalizó logrando que el tema de la reelección indefinida quedara, durante las últimas semanas, en el tapete. La mayoría de las voces se manifestaron en contra. Los medios hicieron lo suyo. Nunca antes hubo tanta semejanza entre unos y otros. Radios, televisión, diarios expresaron sin eufemismos la gravedad de tal situación. Esta visto que cuando la oposición se une y las diferencias no están marcadas por meras ambiciones sectoriales hay cosas que cambian.

Las crónicas que se dejaron ver durante el acto comicial en la provincia pusieron de manifiesto hechos de barbarie. Desde patotas oficiales hasta incendios intencionales. Muertos votando. Paraguayos cruzando la frontera con documentos falsificados en mano. Todo valía. Lo que no puede explicarse, sin embargo, es que tanto atropello declarado y a la vista del electorado no se haya frenado de antemano ante el manifiesto rechazo de la ciudadanía. No tendría que haber sido solamente la gente quien se manifieste contraria a esta debacle. El Gobierno debió frenar la aspiración de un caudillo provincial por hacerse del poder en forma ilimitada. Pero no fue así, el Gobierno Central amparó y protegió la aspiración reeleccionista de Carlos Rovira. Ahora, posiblemente, trate de despegarse del caudillo y hasta es posible que deje sin demasiado aval a Felipe Solá, convencido que con el clientelismo, y aún sin hallar a Jorge Julio López, puede volver a ser lo que hacer tiempo no es: un representante de los bonaerenses. Y otra vez…

No hay margen en la Argentina para quedarse en la queja de café. Las bolsas de comida en sectores sumidos en la miseria siempre serán bienvenidas, pero de allí a creer que se pueden canjear por un apoyo incondicional hay larga brecha. El Gobierno Nacional dilapidó fondos públicos en pro de una quimera. Se pagó muy caro la desvergüenza.

La decadencia de los aparatos políticos pudo ser frenada por la Iglesia aunque a algunos no les guste las sotanas en política. Cuando se trata de frenar la indignidad hay que mirar menos el hábito del monje y más la causa que moviliza. Al menos, esta calamidad en Misiones permitió abrir el debate y quedó manifiesto el rechazo al clientelismo obsceno del oficialismo. De allí a que este mecanismo se modifique por entero hay un largo trecho. Los políticos tardan en asumir los hechos. Los mensajes a veces no llegan como debieran a Balcarce 50.

La política se calla o no dice demasiado, alguna frase que no aclara nada como por ejemplo aquella que sostuvo que “los que se oponen a Rovira son los que querían la reelección de Carlos Menem” Con eso se justificó y se habilitó. Cualquier recurso parecía valer para mantenerse en el poder.

En un país en serio como se pretende desde el Gobierno, una cuarta parte de las denuncias realizadas en torno a estos comicios hubiesen provocado una caída generalizada de la dirigencia local y hasta nacional. Este resultado, sin embargo, es factible que quede en anécdota para el gobierno nacional y no genere siquiera una reflexión sincera. ¿Es que no hay responsables de lo que pasa? ¿Y de lo que deja de pasar? Cuando la dirigencia no se hace cargo, la representación popular se ausenta. ¿Quién nos representa? ¿De qué democracia estamos hablando? Abrir las urnas y filmar en medio de golpes y puñetazos no es un acto democrático.

En 24 ó 48 horas, Misiones puede que vuelva a ser lo que antes fue: una provincia más de la Argentina no federal. ¿Cuántos argentinos se atreven siquiera a situarla en un mapa? ¿Cuántos, a ciencia cierta, saben qué se jugaba el domingo allá? Ni siquiera es fácil advertir si somos privilegiados por tener nosotros este conocimiento. La desigualdad social tiene ribetes escalofriantes. El Gobierno se agarrará de esa realidad. Quizás este resultado adverso a la permanencia indiscriminada en el poder necesite otro paso más. Necesite a la sociedad en alerta permanente. En los próximos días, el oficialismo apelará a la metodología de tapar lo adverso con lo que sea.

¿Se entenderá que el Gobierno Nacional quedó involucrado en el resultado provincial o saldrá airoso como sale de tantas circunstancias sin costo? La campaña oficial fue de la mano de Néstor Kirchner. Visitó la provincia la titular del Ministerio de Acción Social, también fue el titular del ANSESS. La caja del gobierno se vació en el lugar. ¿Sabrá leer el resultado el jefe de Estado?

Si al menos, el resto del país estuviera en condiciones o atravesara circunstancias óptimas, la realidad misionera se podría digerir de otra manera pero no hay diferencias. Los políticos se niegan a respetar la Constitución Nacional, la convirtieron en un compendio de hojas en blanco donde leer o escribir lo que desean. ¿Cuál es el problema para interpretar uno de los textos más claros de la historia nacional? No pudo aceptarlo Carlos Rovira. Así le fue. No puede interpretarlo como es debido Felipe Solá. Hasta cuándo no alterará la letra el jefe de Estado es una incógnita difícil de descifrar. Hay voces sosteniendo que el matrimonio presidencial quiere dejar la Rosada cuando termine el mandato. Lo que debiera ser una obviedad se convierte en rumor de pasillo y nadie se atreve, en definitiva, a sustentar. La credibilidad en este aspecto diverge con las de las encuestas oficiales. Nadie cree en esta posibilidad. Nadie cree en lo normal.

Posiblemente, los argentinos debamos asumir que no es ese el marco donde vivimos. Hay miedo de hablar, hay miedo de opinar, hay una cautela extrema a la hora de planificar y hay un futuro demasiado hipotético donde los mercados no se pueden proyectar. La inflación no es…, pero los precios no logran aguantar. Prepagas médicas dieron el primer batacazo. La explicación oficial es una afrenta que no soluciona nada. De acá a enero la gente se olvidó, y ante la nueva cuota la opción es pagar o quedar sin cobertura. Lo saben en el Gobierno. Lo sabe y se resigna la sociedad.

Apenas unas horas después del fallo que condenó a la banda que secuestró a Axel Blumberg, la indignación por la posibilidad de que en 18 meses, aproximadamente, algunos queden en libertad se acalló. Quienes no comulgan con el Ingeniero sostienen que no puede elevarse la voz en contra de una decisión judicial. Se llenan la boca implorando el respeto por la justicia, pero un día antes quién cuestionó la voz judicial fue el Ministerio del Interior aduciendo que los hechos de San Vicente fueron un complot. Complot que la Justicia a la que no puede contradecirse desestimó. Y un día después, el Ministerio de Salud salió al cruce de un fallo en dónde se sostenía que una muerte se debió a una ablación. ¿En qué idioma habla la justicia? ¿Por qué unos pueden contradecirla y otros no? Quizás porque los asesinos de José Luis Cabezas ya no están entre rejas…

La Argentina se debate en una dialéctica compleja. Todo puede ser aunque no sea. Todo se soporta y el olvido pronto hace mella. Amanecemos con una noticia de trascendencia: la vacuna contra el cáncer de cuello de útero es un hecho. Los medios festejan. Nadie explica cómo se alborota una ciudadanía que no puede acceder a ella. Cada dosis de la vacuna cuesta 250 dólares y deben realizarse 3 aplicaciones. De eso no habla el Ministerio de Salud, tampoco hubo explicación en el seno del Gobierno ni nadie habló de subsidios o solución. Otras 24 horas de tema que no es tema para el país. Así transcurrimos en la Argentina.

Nunca un debate llega al fondo de la cuestión. Nunca los problemas terminan teniendo real solución. Caen por su propio peso ante la aparición de nuevas polémicas. Polémicas de sobre mesa. Misiones no debería quedar en ello. Pero, ¿se podrá esperar más? Hay que lograr que la elección dominical y la reelección indefinida no se detengan en una frase que ni siquiera alcanza a tener eco nacional: “Qué barbaridad lo que pasó”… Lo que pasó, sin embargo, nos pasa y orada la decadencia social. Qué la suerte de Rovira sea la suerte de quienes avasallen a la ciudadanía es un triunfo social que va mucho más allá de las ideologías.

Los argentinos pudimos gracias a elección misionera tener un panorama preclaro de cómo se maneja la política. Pensar que estos comicios marcan una diferencia entre el antes y el después es demasiado teniendo en cuenta la levedad de nuestra sociedad pero sí marca que la nueva política que propaga Néstor Kirchner en sus actos es un eufemismo más.

GABRIELA POUSA

(*) Analista Política. Lic. en Comunicación Social (Universidad del Salvador) Master en Economía y Ciencias Políticas (ESEADE)