Hacia el final del período de la anterior gestión del gobierno nacional los crecientes problemas en el sector de energía habían derivado en problemas para la economía en general.
La distorsión de precios
relativos que significaban las muy bajas tarifas de electricidad y gas habían generado
fuertes incentivos para aumentar el consumo y reducir la producción, situación
que derivó en una balanza comercial negativa en el sector.
Por su parte, los crecientes subsidios fiscales
destinados a sostener los precios distorsionados habían disparado el déficit
fiscal. La actual gestión de gobierno ha corregido en buena medida la
distorsión de precios, reaccionó la producción y ha bajado considerablemente
tanto el déficit comercial en energía como el gasto público destinado a
subsidiar los sectores de electricidad, gas y transporte.
HISTORIA
La escasa o nula actualización de las tarifas de energía
y transporte entre 2000 y 2015, en un periodo de alta inflación, provocó un
incremento sostenido en los subsidios económicos destinados a mantener la distorsión
de precios.
Para el caso de la generación de energía eléctrica, la
dimensión del subsidio económico puede aproximarse por la diferencia entre el
precio medio pagado por los usuarios (precio Monómico Estacional) y el costo
efectivo de la energía eléctrica (precio Monómico en el Mercado Eléctrico
Mayorista -MEM-).
Desde los primeros años de la década del 2000 comenzó un
proceso de distorsión tarifaria en la energía eléctrica, de modo que en 2002 el
usuario medio pagaba un 97% del total del costo de la energía, mientras que en
2015 pagaba sólo un 15% de su costo.
La distorsión de precios relativos en el mercado
energético puede ser contrastada con la evolución salarial en dicho periodo. El
salario formal promedio del sector privado, en términos nominales, se
incrementó 985% entre 2005 y 2015, en tanto que la actualización de la tarifa
de energía eléctrica se ubicó en torno al 90%.
De manera paralela, la producción total de energías,
medida en toneladas equivalentes de petróleo, también se vio afectada. En el
año 2005 la producción total alcanzaba 90.273 toneladas equivalentes de
petróleo (TEP), mientras que para 2015 se redujo a 73.229 TEP, implicando una
retracción de 18,9% entre 2005 y 2015.
En el plano del comercio exterior, la caída en la
producción energética interna junto a una suba del consumo debió ser compensada
con un significativo incremento de las importaciones del rubro. La balanza
comercial energética manifiesta una dramática reversión; desde un superávit de
u$s 5.605 millones en 2005, se pasa a un déficit de u$s 4.608 millones en 2015,
con un desequilibrio que en 2013 se acercó a los u$s 7.000 millones.
Para el periodo 2013-2015 las importaciones de
Combustibles y Lubricantes superaron los u$s 30.000 millones, representando el
15% de las importaciones totales de dicho trienio.
El correlato de los análisis previos en las finanzas
públicas se refleja en la magnitud de los subsidios económicos de la
Administración Pública Nacional (APN). Desde 2005, los subsidios económicos del
gobierno nacional aumentaron de manera persistente, llegando a un nivel máximo
de 5,7 puntos del PIB en 2014, cuando en 2005 dichos subsidios representaban
0,5% del PBI; para 2015, se advertía una suba de más de 4 puntos del Producto,
ubicándose en 4,8% del PIB (3,5 p.p. en energía).
El aumento sostenido en el gasto en subsidios económicos
tuvo efectos directos en las cuentas públicas: a medida que aumentaba el gasto
en subsidios como porcentaje del producto, las cuentas públicas sufrieron un
fuerte deterioro: en 2005 el gasto en subsidios fue 0,5% del PIB, a la vez que
existía superávit primario de 3,2% del PBI; 10 años después, en 2015, el gasto
corriente en subsidios económicos era de 4,8% del PBI, mientras el déficit
primario giraba en torno a 4,1% del PBI (sin rentas de la inversión).
EVOLUCION
Con la actual administración de gobierno comenzó una
reducción gradual de los subsidios económicos destinados a energía y
transporte, que en años previos habían mostrado una evolución insostenible.
Como resultado del consecuente proceso de corrección tarifaria, el porcentaje
del costo de la energía eléctrica cubierta por subsidios económicos fue
disminuyendo rápidamente, de modo que la tarifa de energía eléctrica pagada por
el usuario final alcanzó el 72% del costo de la energía (57 pp más que en 2015)
en los primeros seis meses de 2019.
Con la recomposición de tarifas, se advierte desde 2016
una reversión en la relación entre tarifas y salarios, de manera que en 2018 se
volvió a una relación similar a la que existía en 2005, y en 2019 la evolución
de tarifas superó a la del salario, con relación a la situación existente en
2005.
Dados los incentivos favorables para la oferta que
generaron los mayores precios, sobre todo de gas y petróleo, la producción
total energética alcanzó los 75.506 TEP en 2018, lo que representa un
incremento del 3,1% con relación a 2015.
Además, en dicho período se produjo una fuerte reversión
en el saldo negativo de la balanza energética, desde un déficit comercial de
u$s 4.608 millones en 2015 a un virtual equilibrio en el primer semestre de
2019 (déficit de u$s 126 millones), lo que implica un ahorro de divisas por más
de u$s 4.500 millones en 4 años.
En línea con la corrección tarifaria y el traspaso de
algunas responsabilidades en materia de subsidios a provincias, el gasto
nacional en subsidios económicos también ha disminuido en forma considerable
con la actual administración nacional: de 4,8% del PBI en 2015 se llega a 2,2%
en 2018, una reducción superior al 50%.
En particular, los subsidios energéticos pasaron de 2,9%
del PIB en 2015 a 1,4% en 2018. En el acumulado hasta mayo de 2019, los
subsidios económicos en energía y transporte representan 0,5 puntos del PIB.
COMPARACION
Tras la recomposición tarifaria ocurrida desde 2016, a
continuación se presenta una comparación de tarifas de electricidad entre
varios países americanos:
En marzo del corriente año los usuarios argentinos
abonaban una tarifa media de u$s 0,11/kWh, nivel que se ubica entre los más
bajos en América Latina, superando sólo a Ecuador y México. La tarifa de
Argentina resulta inferior a la de Uruguay (-52%), Perú (-48%), Brasil (-42%),
Chile (-39%), Colombia (-31%) y Estados Unidos (-21%).
Siguiendo la misma fuente en lo que respecta al precio
del combustible, Argentina presentaba un valor promedio de u$s 1,07 por litro
de nafta en julio de 2019. Este precio resulta mayor al valor observado en
Estados Unidos, Ecuador y México, pero inferior al valor medio relevado en
Uruguay (-34%), Chile (-13%), Perú (-8%), Brasil (-6%) y México (-2%).
* MARCELO CAPELLO Y JOSE M. RODRIGUEZ, Economistas del Ieral de la Fundación
Mediterránea.